"Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
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Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
Solo digo que me encanta Emmett xDDD Es guay (L)
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
Si, divertido imaginar a Leah flotando tal cual globo. xD Y Emmett... simplemente es Emmett.
Bien, este capítulo es kilométrico y lo AMO, así que espero que también les guste mucho, sino me llevaré una decepción. T-T
¡Disfruten!
Capítulo 13. Naturaleza
Pocos días después del incidente con Leah, todos estábamos muy ocupados con los últimos preparativos antes de la llegada de nuestros visitantes. Lo que nos había llevado mayor tiempo resolver fue decidir en qué lugar de la casa dormirían porque ¿dónde podían acomodarse dos camas matrimoniales y tres individuales? Terminamos desocupando el despacho de Carlisle, metimos sus estanterías y escritorio en su habitación y lo que no cupo ahí quedó repartido en los demás dormitorios.
Ninguno de ellos traería equipaje a pesar de que el viaje sería de un mes, pero es que los Cullen en pleno habían insistido en darles todo lo que necesitaran: ropa, cama, transporte y comida… de echo, las despensas habían sido reabastecidas y Ted y yo habíamos conseguido imitar las comidas que servían los elfos de Hogwarts -toda una hazaña tomando en cuenta lo borroso de los recuerdos-. A Leah, Jake y Seth les encantaron, incluso a Al le gustaron las empanadas de calabaza. Esme nos aconsejó intentar comer por lo que probamos pero hubiera sido igual de agradable comer las envolturas de los ingredientes (Ted había preparado varias excusas para saltarse la hora de la comida).
Ambos tuvimos más tareas de las habituales también y eso fue un cambio agradable, estar ociosa todo el tiempo no me gustaba; habíamos ayudado a podar el césped del jardín y los árboles del sendero que salía de la autopista, limpiar cada rincón de la casa, comprar mucha ropa nueva para el resto de mi familia, y lo más entretenido fue limpiar los ventanales, porque mientras Alice daba sus mejores saltos para limpiar hasta el borde del techo, yo simplemente flotaba sobre su cabeza sosteniendo el cubo con agua y jabón, ¡qué cuadro hacíamos juntas! Las dos enanas de la familia, o al menos así nos decía Emmett. Con eso se ganó un cubetazo de la cabeza y yo una mriada asesina por parte de Rose.
Esa madrugada, Ted y yo fuimos los primeros en salir de la casa, estábamos muy ansiosos por la llegada de nuestros amigos así que no podíamos quedarnos encerrados por más tiempo; Al dormía profundamente en mis brazos, envuelto en dos cobijas puesto que parecía estar haciendo mucho frío.
Hicimos ciertas modificaciones al Mercedes de Carlisle para que pudiéramos entrar doce personas y un bebé sin parecer sardinas y esperamos a que él y Esme salieran de la casa, sólo ellos nos acompañarían ya que los demás preparaban la bienvenida (otra “brillante” idea de Alice); así que cuando vieron que los asientos habían sido exageradamente ampliados fueron los únicos en sorprenderse.
- ¿Qué le hicieron? –preguntó Esme preocupada.
-Le dimos algunos aditamentos –le sonrió Ted-, en cuanto dejen de ser necesarios volverá a la normalidad. Nadie sabrá nunca lo que sucedió.
Eso los tranquilizó a ambos.
Algunas horas después cuando llegamos al aeropuerto en Seattle, tuvimos que quedarnos alrededor de una hora más en el vestíbulo ya que el vuelo se retrasó. Mi bebé estaba despierto pero empezaba a aburrirse sin tener a una Leah para entretenerse, así que su abuela decidió cantarle en voz baja, cosa que funcionó bastante bien hasta que Al atrajo más miradas al ver su cabello negro volverse naranja al sonreír, así que le puse el gorro del abrigo y cambiamos de lugar.
Finalmente, una escultural pelirroja salió con expresión curiosa en sus ojos azules que recorrían toda la estancia, un muchacho castaño y corpulento llegó a su lado, seguido de dos niños y una niña y por último salieron dos adultos.
- ¡Victoire! ¡Johann! –los llamé, agitando una mano con demasiada emoción.
Miraron hacia nosotros y por sus rostros pasaron muchas emociones. De nuevo; eso me recordó cuando Harry y Ginny nos vieron por primera vez.
-Tengan cuidado –nos recordó Carlisle.
Harry encabezó el grupo y fue quien nos saludó más efusivamente, sin temor alguno nos abrazó y a mi me plantó un beso en la frente, cosa que me hizo reír alucinada.
- ¿Me recuerdas? –le preguntó cariñoso a Al. Como respuesta, él se estiró para que lo cargara, lo miró un rato y le dijo feliz:
-Abuelo Harry.
El aludido soltó su mejor risa y se volteó hacia Ginny para mostrárselo, al verlo las expresiones de sorpresa, alegría, cariño y asombro se intensificaron, pero esto formaba un segundo plano para mí. Vicky y James, el hijo mayor de Harry, no apartaban sus ojos de nosotros; parecían dudar de que fuéramos las personas correctas.
- ¿Qué hay, James? –lo saludó Ted mientras revolvía su ya desordenado cabello.
- ¿De verdad eres tú?
- ¿Qué crees? Aunque podría preguntarte lo mismo, haz crecido mucho…
-Ni que lo digas –murmuró no muy contento. Pero era la verdad, los genes Weasley lo habían hecho bastante alto para sus catorce años, le sacaba perfectamente quince centímetros a Albus, a pesar de ser mayor solo un año.
Luego de un último análisis visual, el chico puso su sonrisa más radiante y le dio un rápido abrazo a Ted. Yo me había acercado a Vicky y tras un largo silencio decidí hablar primero.
-No has cambiado nada.
-Y tú has cambiado mucho.
- ¿Por qué habrá sido? –me hice la que lo pensaba.
Se puso aún más seria, sus ojos se llenaron de lágrimas y me tomó de los hombros tratando de zarandearme.
-Estaba de broma –le dije algo sorprendida. Como no consiguió moverme ni un pelito, me dio un puñetazo en el hombro, con lo que sólo se provocó más lágrimas.
- ¿Qué te pasa? –pregunté con preocupación y sujetando su mano para que no se hiciera más daño.
- ¡Y todavía lo preguntas! –gritó furiosa e intentó darme una bofetada con su otra mano, la detuve ahora asustada.
-No aprietes tan fuerte, le puedes hacer daño –me aconsejó Esme. Los demás nos veían en silencio sorprendidos por los golpes que Victoire me pretendía dar.
- ¡Daño! No me hace nada. ¡Déjame golpearte!
- ¿Por qué?
- ¿Por qué será? No será porque te desapareciste hace meses, no me dijiste nada, no has vuelto a escribirme y ahora estás aquí como si nada, ¿verdad? –dijo todo esto en un agudo chillido, yo no reaccioné y eso la puso peor-. ¡Eres una desconsiderada! Claro, ¿a quién le importa la estúpida amiga que creyó que habían matado a su casi hermana?
-Vicky…
- ¡No me hables! Si vine fue sólo por mi amigo, por ti nada.
-Por favor…
- ¡Basta! –me gritó, tratando de abofetearme de nuevo pero como Johann la apartó de mí, sacó su varita y me apuntó. Ted se la arrebató antes de que hiciera magia en ese lugar.
-Salgamos de aquí, por favor. Ya vienen los encargados de seguridad –Carlisle tenía razón, fui vagamente consciente de que provocábamos un tumulto en el vestíbulo.
Lily me devolvió a Al y Esme me abrazó por los hombros ya que no me movía por la impresión. ¿Por qué siempre tenía que suceder algo malo en los aeropuertos?
Durante las casi tres horas de vuelta a Forks no hablé ni miré a nadie, por fuera parecería que me dedicaba a observar los árboles pero en realidad escuchaba cada uno de los pensamientos de mi familia. Los más emocionados con ese viaje eran Lily, James y Albus, además de ser la primera vez que salían de Inglaterra, sentían una curiosidad tabú por cómo sería vivir entre vampiros; James no le quitaba el ojo de encima a Ted, parecía que lo iba a idolatrar; Al (mi Alphonse) se quedó prendado de Albus a pesar de que pasó de brazo en brazo durante la mayor parte del trayecto; Lily se esforzaba por mantener la atención de Vicky pero ella y Johann seguían recelosos por mi actitud tan reservada, totalmente distinta a la que recordaban, aunque con Ted conversaban casi felices.
Carlisle, Esme, Harry y Ginny iban en el asiento de adelante, intercambiando novedades de ambos “bandos”, aunque Ginny se sintió un tanto nerviosa al ver en el tablero la velocidad a la que íbamos, pero es que si no era así no llegaríamos ni la otra semana.
- ¿Qué le pasa a Al? –preguntó Lily súbitamente.
-Nada… ¿por qué? –comentó su hermano.
-Tú no, Albus. ¡A Alphonse!
-Ah… No sé.
Mi bebé estaba sentado en las piernas de ella y se mordía suavemente la mano, hecha un puño; Ted, que sabía muy bien lo que eso significaba, lo tomó y pasó a mis piernas. Bajé el cierre de mi abrigo y permití que Al se acomodara mejor entre mis brazos. Lily y Albus se sorprendieron al entender que lo que tenía era hambre, les sonreí un poco y ellos a mi.
- ¿Podrías avisar cuando hagas eso? –de nuevo Vicky estaba molesta.
-No hables mientras no quieras escucharme –le respondí de malas maneras.
- ¡Cúbrete!
- ¡No se ve nada! –en realidad Ted me tapaba lo suficiente con su cuerpo.
-Ya, cálmense –intervino Johann.
- ¿Estás de su lado? ¿Por qué? –le reprochó su novia.
-Por favor, Vicky. Tiene un hijo, él debe alimentarse de alguna manera…
-Pero no tenemos por qué verla.
No pude evitar gruñir, Al dio un respingo y Ted sujetó mi rodilla.
“Contrólate.”
“¡Es que no la entiendo! ¿Por qué no me deja explicarle que no me desaparecí por gusto?”
“Luego lo hará, aún es pronto.”
“Entonces que no me fastidie por ahora.”
- ¿Eso es una amenaza? –me preguntó ella, clavando en mi sus pupilas ahora rojas. Ah sí, la sangre de veela la podía hacer tan peligrosa como a mí. Le devolví una mirada furibunda.
- ¡Basta! –Ginny se había volteado y hablaba con severidad-. ¿Qué les pasa? Hace mucho que no se veían y ahora deberían estar felices en vez de peleando.
Apreté la mandíbula, ¡cómo si fuera yo la que empezó! Esto sí que era inmaduro. Ginny tenía razón, Ted también y hasta Vicky en cierto grado, pero ella era quien no me quería escuchar.
-Lo siento –dije, volteando hacia la ventana y tratando de no pensar en nada. Difícil.
Cuando entramos en el sendero hacia la casa, Leah apareció a un lado del auto. Al empezó a reír y yo también pero un grito nos sorprendió.
- ¡Ay, no! ¡Papá, un lobo! –Lily tenía ojos de plato y señalaba a Leah, quien corría con su pelaje gris alborotado y sus orejas justo a la altura de la ventana. Harry suspiró.
-Tranquila hija, ella es buena. Sólo nos da la bienvenida.
- ¿Qué? –volvió a quedarse boquiabierta.
- ¿Ella? –se extrañó Ginny.
-Ya verán –les dijo-, esperen a que lleguemos.
Apenas Carlisle detuvo el auto, casi salté del interior, para que Leah no se lanzara sobre mi, su cola se agitaba demasiado rápido viendo a Al; desapareció tras los árboles más cercanos y volvió ya como chica, usando un vestido algo ajado.
- ¡Al fin! Empezaba a creer que no vendrían hasta mañana.
- ¿Y tus modales? Tenemos invitados –Alice dijo esto desde la puerta de la casa pero lo suficientemente bajo para que ellos no la escucharan-, ve y cámbiate de ropa, así sólo los puedes asustar.
-Pero…
-Alphonse no se irá, ve –le sonreí. Mi actitud hacia ella estaba cambiando poco a poco. Respondió mi sonrisa, acarició la mejilla de mi niño y miró a los demás.
-Siento haberte asustado, no quise hacerlo –Lily seguía con la boca abierta y más al comprender lo que era ella-. Me llamo Leah, Leah Clearwater.
Los presenté algo rápido, antes de que ella se fuera a cambiarse y de que todos entráramos a la casa. En un principio todo fue muy formal, guardando distancias y con mucha cortesía, pero pronto el ambiente cambió, empezaron a haber más sonrisas y menos cautela.
James se ganó la primera mala cara de Jacob al sonrojarse hasta la raíz del pelo cuando Renesmee se presentó, cosa que les dio mucha risa a Edward, Bella, Harry y Ginny. Dejé a Al con Ted y me fugué a la cocina donde Rosalie se afanaba para terminar el almuerzo.
- ¿Quién es la pelirroja? –me preguntó como quien no quiere la cosa.
- ¿Cuál de las tres? –dije, llenando algunos tazones con sopa de cebolla.
-La de ojos azules.
-Ah, es Victoire, mi mejor amiga.
-Hay algo diferente en ella –miré su ceño ligeramente fruncido, qué perceptiva.
-Sí, es que no es solo bruja.
- ¿Cómo?
-No te extrañes. Míralo así, Nessie es medio humana, medio vampiro. Al tiene genes de vampiro, de humano y de mago. Pues Vicky tiene una bisabuela veela y, aunque débil, parte de esa magia está en ella.
- ¿Qué?
-Las veelas son… criaturas mágicas, por así decir, mujeres muy hermosas pero cuando se enojan son mortales. Como nosotros.
- ¿Estás diciendo que los humanos pueden mezclarse con otras especies? ¿Los vampiros no son la excepción?
-No digo eso exactamente, pero en lo básico sí. Entre los magos he visto algunos casos; con gigantes (aún no me imagino cómo ocurrirá eso), con enanos, con veelas.
- ¡¿Qué?! –estaba perpleja al enterarse de que tanto ser mitológico no era tan irreal. El pollo con papa asada casi resbala de sus manos.
-Vamos, Rose, tenemos que llevar esto al comedor.
- ¿Cómo me dices todo esto y no me explicas más? Qué descortés… No te imaginas lo extraño que es enterarse de algo así.
-Oh, si lo imagino. Yo era solo una bruja ¿recuerdas? Ya era un mito, y terminé convertida en un mito aún peor –hice una pausa, decidí llevar todos los platos levitando y volví a mi curiosidad-. ¿Por qué me preguntaste por ella?
-Es que parece demasiado hermosa para ser solo una humana –contestó mirando a otro lado. Sentía cierta envidia en ella y sonreí.
-Tienes razón –murmuré ya que estábamos en la sala y Vicky podía oírme-, luego te cuento más. Muy bien, ¡todo mundo al comedor!
Esme había sacado su mejor plata así que Alice ya había preparado la mesa y cada uno se sirvió lo que quiso. Leah, Seth y Jacob tuvieron que hacer un gran esfuerzo para no atacar el pollo asado y terminárselo en segundos, los vampiros en cambio apenas lo tocamos, pero nuestros invitados comieron a todo gusto. Por otra parte, yo me libré de tener que tragar lo que fuera gracias a mi hijo, porque volvía a estar en mis piernas comiendo trozos de lo que yo le daba, a mi izquierda Ted mantenía una conversación con Harry tan amena que su plato intacto quedaba bien disimulado.
-Estuvieron preguntadno pero yo les dije que nadie se sentía más preocupado que yo, entonces estuvieron de acuerdo en que me encargara personalmente –le explicaba Harry.
- ¿Y no se les hizo extraño que viajaras en plena investigación?
-Imagino que sí pero son pocas las personas que se atreven a cuestionarme –suspiró-, y la verdad eso me molesta bastante.
-Aunque no puedes negar las ventajas que tiene. Aún así, Kingsley debe estar buscando información por su propia cuenta. La excusa de que nos secuestraron no se la creería tan fácilmente. ¿Estás seguro de que no ha preguntado a los vecinos?
-Totalmente. De todas formas, modifiqué sus memorias para que no recuerden habernos visto por la casa en esos meses. Pero cuando se reportó la desaparición de Anthony Ketterley, el guardabosque del parque al que fueron ustedes, su recelo aumentó y estuvo semanas solicitando informes sobre desapariciones de muggles y magos, viajes mediante red flu, hasta a Arthur le pidió una lista de avistamientos de vehículos muggles encantados… en fin, es seguro que sospecha de la desaparición de ustedes.
Ted se quedó en silencio unos minutos viendo cómo su padrino cortaba, masticaba y tragaba un bocado de papa y luego bebía refresco de su copa; pensé que no debía estarlo mirando en realidad, eso no era interesante. Algo debía tener en mente.
-Deberíamos volver –murmuró.
Harry se atragantó con el jugo y yo me quedé de piedra mirándolo fijamente; los Cullen dejaron de conversar y los lobos se voltearon, los demás siguieron almorzando tranquilamente ya que no habían oído nada.
- ¿Volver? –repitió Harry. Ted asintió-. Imposible.
-No, es la única forma en que dejen de presionarte. El ministro está receloso, tú lo has dicho, y no te dejará en paz, ni a cualquier funcionario, hasta que sepa lo que necesita.
Ahora todos prestaban atención, ni una cuchara se movía.
-Eso sería suicidio –su tono era severo y los músculos de su frente estaban contraídos-. Pasarían de inmediato al Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas.
-Somos magos todavía, no encajamos en su normativa.
-Se encargan de todo ser con algún tipo de poder mágico y que no utilice varita.
- ¡Pero es que no la necesitamos! Al contrario, nos impide usar la magia. Aun así, todo lo que hacemos es con hechizos, los que aprendimos en el colegio.
-Igual tendrían que ser investigados y pasarían de un departamento a otro, quizá incluso frente al Wizengamot. Los vampiros no son bien aceptados por el Ministerio, lo sabes.
-Encontrarían magia de bruja y de mago en Diana y en mi, incluso en Al. Kingsley es justo, no nos haría daño por ser lo que somos.
-Kingsley es también el ministro de magia y, como tal, debe respetar los procedimientos. A ustedes los encerrarían en el Departamento de Misterios durante toda la investigación, cosa que puede tardar meses, no podrían salir nunca y menos alimentarse entonces, como es obvio, se morirían de inanición. ¿Entiendes lo que dices con “volver”?
-Por supuesto pero sabes perfectamente que podríamos escapar si fuera necesario. Solo necesitamos ir el tiempo suficiente para que no puedan culpar a nadie por nuestra supuesta desaparición.
-No –esa palabra salió de mis labios con una mezcla de miedo e ira. Ahora todos me miraban.
-No ¿qué? –Ted esperaba ningún tipo de negación por mi parte.
-No pienso volver. Jamás en toda mi existencia pondría un pie en Inglaterra, aún menos me entregaría al Ministerio.
-A eso no es a lo que me refería…
-Dijiste volver y esa palabra es muy clara. No expondré a nuestro hijo a ese… a esos… ¡no lo condenaré!
Esto hizo que Ted se molestara mucho.
- ¿Crees que yo haría algo así?
No respondí.
-Eres mi esposa y él mi hijo y ¿CREES QUE LO QUE QUIERO ES QUE NOS MATEN? –se había puesto de pie, dio un puñetazo a la mesa y arrancó un pedazo.
-Sabes que sucedería aunque jamás fuera tu intención –hablé en un susurro lleno de tristeza. Nos miramos directo a los ojos un largo tiempo en el que nadie dijo nada a pesar de la tensión en el ambiente.
Sentí como Al se puso de pie sobre mis muslos para llamar nuestra atención. Su carita estaba seria, tanto que no parecía un bebé.
-Mamá tiene razón –comentó, dejándonos fuera de base totalmente -. Lastimar a los demás es malo –hizo una pequeña pausa y continúo-, también es malo que nos lastimen.
Percibí el asombro de mi familia, aún por encima del mío propio, causado por esas palabras. Mi hijo… era sólo bebé. No, era un adulto dentro del cuerpo de un bebé de poco menos de un año. Cerré los ojos con fuerza.
-Ay –me quejé. Ahora sí estaba horrorizada, ¿cómo pudo Bella aguantar ésta situación con su hija? Y para empeorarlo, Al estaba opinando sobre su posible muerte y la de sus padres ante una idea del mismo Ted. Empecé a sentirme rara, mi respiración se entrecortaba por la angustia.
- ¿Estás llorando? –miré a mi niño, sus ojos castaños estaban fijos en mi pero sus manos flotaban a centímetros de mi rostro. Decidí mentirle, al menos las lágrimas no me podían traicionar ahora.
-No, Al, sólo me siento un poco confundida. Creo que necesito salir un rato. ¿Quieres quedarte con Leah?
Asintió y luego rodeó mi cuello con sus pequeños brazos, sentí un beso en ese lugar. Le devolví la sensación de cariño y me levanté para entregárselo a Leah.
-Nos vemos –me despedí, saliendo.
-Déjala –le decía Bella a alguien-, necesita estar sola.
Un tenue sol traspasaba las nubes haciéndome resplandecer como diamante, aún así no me apresuré nada a meterme en el bosque, solo pensaba en lo bien que se sentía el calor… recordé cómo me gustaban los paseos a la playa cuando era niña, las olas me hacían sentir feliz.
Ya entre la verdosa penumbra de los árboles empecé a correr, iría a la playa en la Push porque, aunque no era cálida ni se oían las chicharras de mis recuerdos, podía ser el único lugar en que me aliviara en ese momento. Cuando salí del bosque noté que había seguido el mismo camino que el día en que Al nació, de nuevo estaba en el borde del acantilado, la playa mucho metros abajo. Busqué a mi alrededor algún camino para descender de la forma convencional pero no veía ninguno y el sol volvió a brillar, por lo que no tuve más opción que dejarme caer al agua, si me quedaba ahí quizá alguien de la reserva me miraría.
Curiosamente al saltar mi mente quedó en blanco, como si mis pensamientos hubieran preferido la seguridad de la roca, y fue maravilloso.
Por ser verano, el mar debía estar tibio, no sería tan raro que alguien decidiera nadar, pero sólo dejé que la corriente me llevara como quisiera, no moví ni un músculo y simplemente dejé de respirar. Eso era lo más parecido a dormir que había encontrado, cosa que necesitaba, para luego en un momento que no quería que llegara enfrentarme a la realidad.
Quizá en poco o en mucho tiempo, el mar me devolvió a la arena y ahí me quedé tendida, sintiendo mi cabello pegado a la cara y cuello, mi mente aún vacía.
Unas ligeras pisadas me hicieron parpadear, dándome cuenta que ahora la luna era quien traspasaba las nubes, levanté la cabeza y la miré acercándose. La persona que más necesitaba en ese momento. Se arrodilló a mi lado y apartó mi cabello enmarañado, mirando cómo mi pecho se movía al ritmo de mi respiración (la única señal de vida que le podía dar).
Acomodó mi cabeza en sus piernas, sin decir una sola palabra, y empezó a acariciar mi cabello. Tomé su mano, preguntándome cómo supo que yo estaba ahí.
-Billy Black telefoneó –me contestó Bella-. Él te había visto lanzarte al agua pero no le dio importancia hasta el momento en que volvió a salir para ir a la tienda y te vio acá, no pudo venir el mismo por su silla así que llamó a la casa para que alguien viniera a verte.
Le mostré lo que había estado haciendo toda esa tarde pero no respondió, solo me incorporó lo suficiente para abrazarme. Me vi reflejada en sus pensamientos y entendí el echo de que Billy llamara, parecía el cadáver de una ahogada, hasta tenía vidriosos los ojos y algas revueltas en el pelo. Tampoco me importó. Bella me dejó recostarme a su pecho haciendo el equivalente de llorar durante horas; contándome en sus recuerdos como fue para ella el cambio de vida, desde que se enteró que estaba embarazada hasta que los Vulturi amenazaron a su hija. Poco a poco fui tranquilizándome aunque no sintiéndome mejor, cuando empezó a aclarar el cielo, me pidió volver pero recordé a Ted y que él también me pidió volver…
-Diana, ¡por favor! Sabes que es sólo una sugerencia, no una obligación, ni siquiera él está seguro de lo que dijo.
-Pero…
- ¡Nada! Estoy segura que él solo piensa en el bien de los demás. Mira, cuando Renesmee iba a nacer Edward quiso sacarla de mi cuerpo, imagínate cómo sentí algo así viniendo de él. Pero sabía que pensaba y quería lo mejor para mí. Ted hace lo mismo, ¡date cuenta!
Lo pensé un buen rato y reconocí la razón que tenía.
-De acuerdo –dije finalmente.
Ella asintió, aprobando mi actitud.
-Así está mejor. Ahora, vamos a casa de Jake –la miré desconcertada, sonrió un poco y añadió-. Tienes que darte un baño y cambiarte la ropa, tu nuevo pasatiempo te dejó fatal.
Agh, tenía razón. Pasé los dedos entre mi cabello o mejor dicho lo intenté, y de entre los nudos saqué trocitos de algas.
- ¿Crees que esto salga con un baño? –no parecía posible.
-Tomará algunas horas… pero si vuelves así te confundirán con el monstruo de la laguna negra –bromeó.
El padre de Jacob abrió la puerta y apenas entramos me evaluó de pies a cabeza, escuché la desaprobación en su mente y terminé muy avergonzada. De nuevo.
Bella había preparado un bolso que contenía de todo un poco y fue muy útil dada la dificultad para quedar limpia en que me encontraba. Esto era algo que no había previsto y no dejé de maldecirme a mi misma las casi dos horas siguientes; a pesar de la ayuda de mi hermana, los nudos seguían sin deshacerse y de tanto en tanto un hilillo verde aparecía. Por último, sólo algunos hechizos bien empleados dejaron mi cabello aceptable y, habiendo logrado esa descomunal hazaña, lo demás fue rápido.
Luego de prometer a Billy que le pagaría el gasto de agua y electricidad, salimos.
-Un momento –miré a Bella-, ¿cómo llegaste acá?
-Corriendo.
- ¡Pero es de día! Nos pueden ver –era un día soleado de verano en la península de Olympic, algo un tanto inusual.
-No creí que tardáramos en volver –reconoció en voz baja y, como para corroborar lo que decía, su móvil sonó en ese momento. Como yo no tenía, Esme decidió llamarla para preguntarle por mi; la vergüenza volvió.
Nos mantuvimos a la sombra hasta que llegamos a la casa, Bella me ayudó a fingir que solo había estado sentada sobre una roca en la playa y que a Billy solo le había extrañado verme sola. Alphonse saltó directo a mis brazos en cuanto Ted lo dejó en el suelo y me pidió no volverme a ir, no así. Ante esto me propuse comportarme con normalidad, aunque algunas cosas volvieron a cambiar para mí.
En los siguientes días casi no participé en las conversaciones ni en las actividades que hacía mi familia para entretenerse, Jasper que normalmente se mantenía cerca de quienes estaban felices (o radiantes, como Bella) ahora más bien se alejaba de mí, mi falta de ánimo no le gustaba, tenía bastante con la suya propia. Ted y yo pasábamos la noche uno al lado del otro, sin vernos y casi sin hablar, todo esto era peor desde que me sinceré respecto a mi “paseo” a la Push, la primer palabra que se le ocurrió decirme fue dramática.
En eso estaba de acuerdo pero lo que me tenía tan… muerta, era que al fin me había dado cuenta del mundo que le esperaba a mi hijo, uno muy difícil. Como mago, tendría reservada una plaza en Hogwarts, como vampiro si ponía un pie en Inglaterra algo trágico lo esperaría.
El Ministerio siempre había logrado contener a los que son como nosotros pero una vez más sus métodos eran un secreto. Así pues, él tendría que usar la varita que fue de su papá o la mía y nosotros tendríamos que enseñarle a controlar su magia. Él era aún más único que Nessie, pero eso implicaba que sería inaceptado en más mundos que ella.
Por el momento no parecía importar, Leah lo adoraba por sobre todas las cosas, sus abuelos, tíos, tías y primos estaban fascinados con él. Yo estaba segura de que pronto sus piernas serían lo suficientemente fuerte para llevarlo de caza por primera vez, pero por el momento solo era capaz de caminar despacio.
Todos fingimos el comportamiento humano a más no poder, por las noches los Cullen, Ted y yo nos quedábamos en las habitaciones fingiendo dormir, cada tanto nos turnábamos para ir al baño, en las comidas manoseábamos lo que hubiera en los platos, pero algunas cosas eran inevitables, como el exagerado crecimiento de Al y el de Nessie, o que Edward se enterara de algún pensamiento privado, que Vicky diera respingos cada vez que nos tocaba a Ted o a mí (ya me había dejado explicarle por qué “huí” de casa sin avisarle y volvía a ser la misma de siempre) o que a menudo yo necesitara desaparecer unas horas.
Una noche estaba saliendo cuando escuché unos pasos detrás de mí, indudablemente humanos, sonreí a mis adentros, aparentando no oír nada. Crucé la puerta y caminé con calma hasta el río.
-Recuerda no espiar a un vampiro, llevarías las de perder –le aconsejé.
- ¿Sabías que estoy aquí? –Vicky estaba sorprendida, había tratado de ser muy silenciosa, y hasta un encantamiento desilusionador la camuflaba en la oscuridad.
-No es que seas mala ocultándote, solo que yo soy igual de buena para descubrirte.
Suspiró resignada y se dejó ver de nuevo.
-Es que me extrañó que salieras a esta hora y decidí seguirte. Eres muy diferente ahora ¿sabes? Pareces estar ocultándote siempre, antes eras tan espontánea, extrovertida.
-Lo siento –le respondí.
- ¿Ves? ¡A eso me refiero! Antes hubieras hecho una broma o no sé, algún comentario más extenso pero no disculparte.
Me acerqué y la tomé de los codos, mirándola directamente.
-Tú misma me dijiste que he cambiado mucho, y es verdad, pero hay algo que no ha cambiado: lo que siento por los que quiero. Tú sigues siendo mi mejor amiga, la primera, la más importante para mí. Por eso es que ahora soy tan reservada… me asusta pensar que quieras alejarte de mí al saber cómo soy ahora. Por más que quiera o lo intente, no soy la misma.
-Déjame conocerte de nuevo, no quiero que te ocultes.
-No. Te daré miedo.
-Por favor, tú me has visto cuando me enojo… ¿qué puede dar más miedo que eso?
Sonreí un poco.
-Tú no te vuelves un pájaro, aunque lo creas. Das un miedo normal, como cualquier chica caprichosa que se enfurece.
- ¡Oye! A eso me refiero –y se hizo la ofendida.
Volvimos a reír por nuestras bromas. Pero ella hablaba muy en serio cuando me dijo que le permitiera mostrarme tal cual era. Una parte de mi meditaba esa posibilidad.
Miró alrededor, o intentó mirar a través de la oscuridad.
- ¿Se puede saber si intentabas perderte o algo así? –inquirió, dándome la espalda.
-Claro que no. ¿Por qué querría perderme?
-Está oscuro como boca de lobo, y estás sola…
-Las bocas de los lobos no son tan oscuras, ni tan grandes –intenté bromear pensando en Leah y los otros licántropos-, y ya no estoy sola. ¿Aún quieres verme sin máscaras?
-Dudo lograrlo sin luz.
Resoplé.
-De acuerdo, pero ¿cómo…?
-Trae tu escoba, vendrás conmigo pero no te esperaré ni llevaré en la espalda.
Su curiosidad era mucha, con un accio atrajo la escoba (que había viajado escondida en un bolsito) y se giró a metro y medio de mi, mirándome según ella.
- ¡Lista!
-Lo dudo. Primero, no tienes idea de donde estoy, tendrás que resolver tu visión nocturna –esperé a que recordara el hechizo correcto-. Ahora sí, pero… tendrás que estar bien despierta, no gritar, y lo más importante es que no te alejes de mí.
-Entendido –estaba muy emocionada, no se qué esperaba ver.
- ¿Comprendes que lo que verás podría hacer que te alejes de mí para siempre?
-No lo haré, quiero que no volvamos a tener secretos.
-Habrá sangre…
- ¿Humana? –su tono era sobrecogido ahora.
“Ya quisiera” pensé sombríamente.
-No, pero sangre a fin de cuentas.
Se relajó y montó en su escoba, mostrando que estaba dispuesta a acompañarme. Esperaba que mis padres no se molestaran por esto.
-Entonces, sígueme. Y cuidado con los árboles.
De un salto crucé el río, la miré para comprobar su reacción, pero ella solo me sonrió flotando a mi lado. Empecé a correr, un poco lento al principio para que se acostumbrara a mi ritmo y a lo que veía en mi, pero pronto cruzábamos el bosque a una velocidad increíble, ambas riendo, ella por la adrenalina que le causaba la situación y yo por mi libertad y por tenerla a mi lado. Percibí cierto olor, y los sonidos que hacían una manada de ciervos a algunos kilómetros de nosotras y aceleré para llegar a ellos, cerca del claro en que se encontraban, salté a los árboles para provocar menos ruido. Vicky dio un respingo al verme a su altura, saltando entre las ramas, puse un dedo sobre mis labios y asintió en silencio.
Nos detuvimos en el límite del prado, aún ocultas. Con mi mano en una de sus mejillas le mostré una imagen donde yo salía de los árboles y ella se quedaba ahí, viendo de lejos.
“¡No! Quisiera ayudarte, de cerca.”
Fruncí el ceño y le mostré la misma imagen pero esta vez ella me acompañaba, a mis pensamientos le agregué la sed que sentía e imaginé lo difícil que sería para mí no atacarla oliendo tan bien y teniéndola tan cerca en esos momentos en que mis instintos estaban casi libres.
“No me harías daño”.
Arqueé las cejas y supe que solo siendo cruda entendería. Le mostré lo que seguiría al momento en que la mordiera, ambas opciones. Una en que ella moría en mis brazos y otra en que se veía como yo, blanca, como estatua de marfil, y con los ojos de un encendido rojo.
“De acuerdo, ya entendí. Mejor me quedo aquí”.
La asusté un poco pero le sonreí, agradeciéndole que por una vez en la vida me hiciera caso.
Concentré mis sentidos en la manada que tenía unos metros al frente, no se habían dado cuenta de nuestra presencia. Escogí mi presa, un macho joven, no muy grande, y me lancé contra él. Apenas me vieron los ciervos empezaron a correr pero los perseguí sin el menor problema, de haber estado sola o con Ted me hubiera entretenido un rato para no ir directo al cuello del animal pero con mi hermana mirando (me esforcé por no recordar que era humana) entre más rápido sería mejor. Me crucé en el camino del ciervo, tan de repente que hubiera chocado contra mi de no haber sido porque lo clavé en el suelo de un certero golpe. Levanté su cabeza y me apresuré a traspasarle la piel con mis dientes, pero cuando la calidez de su sangre humedeció mis labios bebí despacio, eso era algo que jamás podría dejar de disfrutar. Aún así, mi presa era tan pequeña que mi sed no se había aplacado del todo, había pasado más de una semana desde que salí por última vez y tantos olores tan atrayentes rodeándome habían casi provocado estragos en mi. Me volteé, el prado estaba vacío porque los demás ciervos corrían lejos entre los árboles, solté un leve gruñido que extrañamente era de alegría y me lancé como flecha entre el bosque, siguiendo el perfume que dejaban los animales tras de sí; alcancé otro, esta vez más grande y aunque me dio algunas patadas pronto quedó inmóvil. Con este otro me tardé más, lo disfruté más; me aparté de mi presa y totalmente feliz miré al cielo pero me encontré con algo que me sorprendió mucho.
- ¿Victoire, cuánto hace que estás veinte metros sobre mi cabeza?
Ella no respondió. Apretaba fuertemente los puños alrededor del mango de su escoba, su mandíbula estaba encajada y sus ojos brillaban. Auch, me había olvidado de ella en el último momento y ahora me había visto totalmente como el monstruo que era.
-Si quieres irte, hazlo. Juro que no tendrás que verme si no quieres, me mantendré lejos de ti –esa promesa me dolía hacerla pero podía que ella la necesitara. Me arriesgué a escuchar sus pensamientos, y quedé estupefacta al enterarme de que se estaba imaginando a si misma en mi lugar, para no juzgarme, tratando de entenderme.
Al final, respiró profundo, asegurándose de que había superado esa impresión.
-No volveré sola, ni quiero que te mantengas lejos de mí –bajó a mi lado, mirando el cadáver del animal-. Te dije que no quería más secretos entre nosotras, y acabas de demostrarme cuanto confías en mi… y hasta cuanto me quieres, cuidándome de ti misma.
-Estás asustada.
-Estoy segura de quien eres para mí.
-Tiemblas… -tomé sus manos, cubiertas por guantes, que se agitaban ligeramente-, discúlpame.
Se quedó mirándome un largo rato pero luego sonrió.
-No te sientas mal por ser un vampiro, por haberme traído, ni te preocupes por ocultarte más de mí. Siempre pensé que nuestra amistad lograría pasar por cualquier amenaza que apareciera.
- ¿Pensaste que tus dos mejores amigos se volverían un par de chupasangres? –mi rostro dibujó una media sonrisa.
-Claro que no. Pero bueno, superé todos los problemas luego de entender que uno era hijo de un hombre lobo y que la otra lo amaba más que a su propia vida.
Mi sonrisa se ensanchó, por fin me sentía libre de la carga de mentirle, ella me entendía y, aun mejor, me quería. Volvimos a la casa, esta vez conversando la mayor parte del camino, ella estaba más maravillada que sorprendida por mis cambios y yo sentía lo mismo ante la manera en que contaba con Victoire.
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Aunque se lea como arrogancia, ese es mi capítulo favorito del fic (hasta el momento el menos). Espero que no solo a mi me haya gustado tanto.
Bien, este capítulo es kilométrico y lo AMO, así que espero que también les guste mucho, sino me llevaré una decepción. T-T
¡Disfruten!
Capítulo 13. Naturaleza
Pocos días después del incidente con Leah, todos estábamos muy ocupados con los últimos preparativos antes de la llegada de nuestros visitantes. Lo que nos había llevado mayor tiempo resolver fue decidir en qué lugar de la casa dormirían porque ¿dónde podían acomodarse dos camas matrimoniales y tres individuales? Terminamos desocupando el despacho de Carlisle, metimos sus estanterías y escritorio en su habitación y lo que no cupo ahí quedó repartido en los demás dormitorios.
Ninguno de ellos traería equipaje a pesar de que el viaje sería de un mes, pero es que los Cullen en pleno habían insistido en darles todo lo que necesitaran: ropa, cama, transporte y comida… de echo, las despensas habían sido reabastecidas y Ted y yo habíamos conseguido imitar las comidas que servían los elfos de Hogwarts -toda una hazaña tomando en cuenta lo borroso de los recuerdos-. A Leah, Jake y Seth les encantaron, incluso a Al le gustaron las empanadas de calabaza. Esme nos aconsejó intentar comer por lo que probamos pero hubiera sido igual de agradable comer las envolturas de los ingredientes (Ted había preparado varias excusas para saltarse la hora de la comida).
Ambos tuvimos más tareas de las habituales también y eso fue un cambio agradable, estar ociosa todo el tiempo no me gustaba; habíamos ayudado a podar el césped del jardín y los árboles del sendero que salía de la autopista, limpiar cada rincón de la casa, comprar mucha ropa nueva para el resto de mi familia, y lo más entretenido fue limpiar los ventanales, porque mientras Alice daba sus mejores saltos para limpiar hasta el borde del techo, yo simplemente flotaba sobre su cabeza sosteniendo el cubo con agua y jabón, ¡qué cuadro hacíamos juntas! Las dos enanas de la familia, o al menos así nos decía Emmett. Con eso se ganó un cubetazo de la cabeza y yo una mriada asesina por parte de Rose.
Esa madrugada, Ted y yo fuimos los primeros en salir de la casa, estábamos muy ansiosos por la llegada de nuestros amigos así que no podíamos quedarnos encerrados por más tiempo; Al dormía profundamente en mis brazos, envuelto en dos cobijas puesto que parecía estar haciendo mucho frío.
Hicimos ciertas modificaciones al Mercedes de Carlisle para que pudiéramos entrar doce personas y un bebé sin parecer sardinas y esperamos a que él y Esme salieran de la casa, sólo ellos nos acompañarían ya que los demás preparaban la bienvenida (otra “brillante” idea de Alice); así que cuando vieron que los asientos habían sido exageradamente ampliados fueron los únicos en sorprenderse.
- ¿Qué le hicieron? –preguntó Esme preocupada.
-Le dimos algunos aditamentos –le sonrió Ted-, en cuanto dejen de ser necesarios volverá a la normalidad. Nadie sabrá nunca lo que sucedió.
Eso los tranquilizó a ambos.
Algunas horas después cuando llegamos al aeropuerto en Seattle, tuvimos que quedarnos alrededor de una hora más en el vestíbulo ya que el vuelo se retrasó. Mi bebé estaba despierto pero empezaba a aburrirse sin tener a una Leah para entretenerse, así que su abuela decidió cantarle en voz baja, cosa que funcionó bastante bien hasta que Al atrajo más miradas al ver su cabello negro volverse naranja al sonreír, así que le puse el gorro del abrigo y cambiamos de lugar.
Finalmente, una escultural pelirroja salió con expresión curiosa en sus ojos azules que recorrían toda la estancia, un muchacho castaño y corpulento llegó a su lado, seguido de dos niños y una niña y por último salieron dos adultos.
- ¡Victoire! ¡Johann! –los llamé, agitando una mano con demasiada emoción.
Miraron hacia nosotros y por sus rostros pasaron muchas emociones. De nuevo; eso me recordó cuando Harry y Ginny nos vieron por primera vez.
-Tengan cuidado –nos recordó Carlisle.
Harry encabezó el grupo y fue quien nos saludó más efusivamente, sin temor alguno nos abrazó y a mi me plantó un beso en la frente, cosa que me hizo reír alucinada.
- ¿Me recuerdas? –le preguntó cariñoso a Al. Como respuesta, él se estiró para que lo cargara, lo miró un rato y le dijo feliz:
-Abuelo Harry.
El aludido soltó su mejor risa y se volteó hacia Ginny para mostrárselo, al verlo las expresiones de sorpresa, alegría, cariño y asombro se intensificaron, pero esto formaba un segundo plano para mí. Vicky y James, el hijo mayor de Harry, no apartaban sus ojos de nosotros; parecían dudar de que fuéramos las personas correctas.
- ¿Qué hay, James? –lo saludó Ted mientras revolvía su ya desordenado cabello.
- ¿De verdad eres tú?
- ¿Qué crees? Aunque podría preguntarte lo mismo, haz crecido mucho…
-Ni que lo digas –murmuró no muy contento. Pero era la verdad, los genes Weasley lo habían hecho bastante alto para sus catorce años, le sacaba perfectamente quince centímetros a Albus, a pesar de ser mayor solo un año.
Luego de un último análisis visual, el chico puso su sonrisa más radiante y le dio un rápido abrazo a Ted. Yo me había acercado a Vicky y tras un largo silencio decidí hablar primero.
-No has cambiado nada.
-Y tú has cambiado mucho.
- ¿Por qué habrá sido? –me hice la que lo pensaba.
Se puso aún más seria, sus ojos se llenaron de lágrimas y me tomó de los hombros tratando de zarandearme.
-Estaba de broma –le dije algo sorprendida. Como no consiguió moverme ni un pelito, me dio un puñetazo en el hombro, con lo que sólo se provocó más lágrimas.
- ¿Qué te pasa? –pregunté con preocupación y sujetando su mano para que no se hiciera más daño.
- ¡Y todavía lo preguntas! –gritó furiosa e intentó darme una bofetada con su otra mano, la detuve ahora asustada.
-No aprietes tan fuerte, le puedes hacer daño –me aconsejó Esme. Los demás nos veían en silencio sorprendidos por los golpes que Victoire me pretendía dar.
- ¡Daño! No me hace nada. ¡Déjame golpearte!
- ¿Por qué?
- ¿Por qué será? No será porque te desapareciste hace meses, no me dijiste nada, no has vuelto a escribirme y ahora estás aquí como si nada, ¿verdad? –dijo todo esto en un agudo chillido, yo no reaccioné y eso la puso peor-. ¡Eres una desconsiderada! Claro, ¿a quién le importa la estúpida amiga que creyó que habían matado a su casi hermana?
-Vicky…
- ¡No me hables! Si vine fue sólo por mi amigo, por ti nada.
-Por favor…
- ¡Basta! –me gritó, tratando de abofetearme de nuevo pero como Johann la apartó de mí, sacó su varita y me apuntó. Ted se la arrebató antes de que hiciera magia en ese lugar.
-Salgamos de aquí, por favor. Ya vienen los encargados de seguridad –Carlisle tenía razón, fui vagamente consciente de que provocábamos un tumulto en el vestíbulo.
Lily me devolvió a Al y Esme me abrazó por los hombros ya que no me movía por la impresión. ¿Por qué siempre tenía que suceder algo malo en los aeropuertos?
Durante las casi tres horas de vuelta a Forks no hablé ni miré a nadie, por fuera parecería que me dedicaba a observar los árboles pero en realidad escuchaba cada uno de los pensamientos de mi familia. Los más emocionados con ese viaje eran Lily, James y Albus, además de ser la primera vez que salían de Inglaterra, sentían una curiosidad tabú por cómo sería vivir entre vampiros; James no le quitaba el ojo de encima a Ted, parecía que lo iba a idolatrar; Al (mi Alphonse) se quedó prendado de Albus a pesar de que pasó de brazo en brazo durante la mayor parte del trayecto; Lily se esforzaba por mantener la atención de Vicky pero ella y Johann seguían recelosos por mi actitud tan reservada, totalmente distinta a la que recordaban, aunque con Ted conversaban casi felices.
Carlisle, Esme, Harry y Ginny iban en el asiento de adelante, intercambiando novedades de ambos “bandos”, aunque Ginny se sintió un tanto nerviosa al ver en el tablero la velocidad a la que íbamos, pero es que si no era así no llegaríamos ni la otra semana.
- ¿Qué le pasa a Al? –preguntó Lily súbitamente.
-Nada… ¿por qué? –comentó su hermano.
-Tú no, Albus. ¡A Alphonse!
-Ah… No sé.
Mi bebé estaba sentado en las piernas de ella y se mordía suavemente la mano, hecha un puño; Ted, que sabía muy bien lo que eso significaba, lo tomó y pasó a mis piernas. Bajé el cierre de mi abrigo y permití que Al se acomodara mejor entre mis brazos. Lily y Albus se sorprendieron al entender que lo que tenía era hambre, les sonreí un poco y ellos a mi.
- ¿Podrías avisar cuando hagas eso? –de nuevo Vicky estaba molesta.
-No hables mientras no quieras escucharme –le respondí de malas maneras.
- ¡Cúbrete!
- ¡No se ve nada! –en realidad Ted me tapaba lo suficiente con su cuerpo.
-Ya, cálmense –intervino Johann.
- ¿Estás de su lado? ¿Por qué? –le reprochó su novia.
-Por favor, Vicky. Tiene un hijo, él debe alimentarse de alguna manera…
-Pero no tenemos por qué verla.
No pude evitar gruñir, Al dio un respingo y Ted sujetó mi rodilla.
“Contrólate.”
“¡Es que no la entiendo! ¿Por qué no me deja explicarle que no me desaparecí por gusto?”
“Luego lo hará, aún es pronto.”
“Entonces que no me fastidie por ahora.”
- ¿Eso es una amenaza? –me preguntó ella, clavando en mi sus pupilas ahora rojas. Ah sí, la sangre de veela la podía hacer tan peligrosa como a mí. Le devolví una mirada furibunda.
- ¡Basta! –Ginny se había volteado y hablaba con severidad-. ¿Qué les pasa? Hace mucho que no se veían y ahora deberían estar felices en vez de peleando.
Apreté la mandíbula, ¡cómo si fuera yo la que empezó! Esto sí que era inmaduro. Ginny tenía razón, Ted también y hasta Vicky en cierto grado, pero ella era quien no me quería escuchar.
-Lo siento –dije, volteando hacia la ventana y tratando de no pensar en nada. Difícil.
Cuando entramos en el sendero hacia la casa, Leah apareció a un lado del auto. Al empezó a reír y yo también pero un grito nos sorprendió.
- ¡Ay, no! ¡Papá, un lobo! –Lily tenía ojos de plato y señalaba a Leah, quien corría con su pelaje gris alborotado y sus orejas justo a la altura de la ventana. Harry suspiró.
-Tranquila hija, ella es buena. Sólo nos da la bienvenida.
- ¿Qué? –volvió a quedarse boquiabierta.
- ¿Ella? –se extrañó Ginny.
-Ya verán –les dijo-, esperen a que lleguemos.
Apenas Carlisle detuvo el auto, casi salté del interior, para que Leah no se lanzara sobre mi, su cola se agitaba demasiado rápido viendo a Al; desapareció tras los árboles más cercanos y volvió ya como chica, usando un vestido algo ajado.
- ¡Al fin! Empezaba a creer que no vendrían hasta mañana.
- ¿Y tus modales? Tenemos invitados –Alice dijo esto desde la puerta de la casa pero lo suficientemente bajo para que ellos no la escucharan-, ve y cámbiate de ropa, así sólo los puedes asustar.
-Pero…
-Alphonse no se irá, ve –le sonreí. Mi actitud hacia ella estaba cambiando poco a poco. Respondió mi sonrisa, acarició la mejilla de mi niño y miró a los demás.
-Siento haberte asustado, no quise hacerlo –Lily seguía con la boca abierta y más al comprender lo que era ella-. Me llamo Leah, Leah Clearwater.
Los presenté algo rápido, antes de que ella se fuera a cambiarse y de que todos entráramos a la casa. En un principio todo fue muy formal, guardando distancias y con mucha cortesía, pero pronto el ambiente cambió, empezaron a haber más sonrisas y menos cautela.
James se ganó la primera mala cara de Jacob al sonrojarse hasta la raíz del pelo cuando Renesmee se presentó, cosa que les dio mucha risa a Edward, Bella, Harry y Ginny. Dejé a Al con Ted y me fugué a la cocina donde Rosalie se afanaba para terminar el almuerzo.
- ¿Quién es la pelirroja? –me preguntó como quien no quiere la cosa.
- ¿Cuál de las tres? –dije, llenando algunos tazones con sopa de cebolla.
-La de ojos azules.
-Ah, es Victoire, mi mejor amiga.
-Hay algo diferente en ella –miré su ceño ligeramente fruncido, qué perceptiva.
-Sí, es que no es solo bruja.
- ¿Cómo?
-No te extrañes. Míralo así, Nessie es medio humana, medio vampiro. Al tiene genes de vampiro, de humano y de mago. Pues Vicky tiene una bisabuela veela y, aunque débil, parte de esa magia está en ella.
- ¿Qué?
-Las veelas son… criaturas mágicas, por así decir, mujeres muy hermosas pero cuando se enojan son mortales. Como nosotros.
- ¿Estás diciendo que los humanos pueden mezclarse con otras especies? ¿Los vampiros no son la excepción?
-No digo eso exactamente, pero en lo básico sí. Entre los magos he visto algunos casos; con gigantes (aún no me imagino cómo ocurrirá eso), con enanos, con veelas.
- ¡¿Qué?! –estaba perpleja al enterarse de que tanto ser mitológico no era tan irreal. El pollo con papa asada casi resbala de sus manos.
-Vamos, Rose, tenemos que llevar esto al comedor.
- ¿Cómo me dices todo esto y no me explicas más? Qué descortés… No te imaginas lo extraño que es enterarse de algo así.
-Oh, si lo imagino. Yo era solo una bruja ¿recuerdas? Ya era un mito, y terminé convertida en un mito aún peor –hice una pausa, decidí llevar todos los platos levitando y volví a mi curiosidad-. ¿Por qué me preguntaste por ella?
-Es que parece demasiado hermosa para ser solo una humana –contestó mirando a otro lado. Sentía cierta envidia en ella y sonreí.
-Tienes razón –murmuré ya que estábamos en la sala y Vicky podía oírme-, luego te cuento más. Muy bien, ¡todo mundo al comedor!
Esme había sacado su mejor plata así que Alice ya había preparado la mesa y cada uno se sirvió lo que quiso. Leah, Seth y Jacob tuvieron que hacer un gran esfuerzo para no atacar el pollo asado y terminárselo en segundos, los vampiros en cambio apenas lo tocamos, pero nuestros invitados comieron a todo gusto. Por otra parte, yo me libré de tener que tragar lo que fuera gracias a mi hijo, porque volvía a estar en mis piernas comiendo trozos de lo que yo le daba, a mi izquierda Ted mantenía una conversación con Harry tan amena que su plato intacto quedaba bien disimulado.
-Estuvieron preguntadno pero yo les dije que nadie se sentía más preocupado que yo, entonces estuvieron de acuerdo en que me encargara personalmente –le explicaba Harry.
- ¿Y no se les hizo extraño que viajaras en plena investigación?
-Imagino que sí pero son pocas las personas que se atreven a cuestionarme –suspiró-, y la verdad eso me molesta bastante.
-Aunque no puedes negar las ventajas que tiene. Aún así, Kingsley debe estar buscando información por su propia cuenta. La excusa de que nos secuestraron no se la creería tan fácilmente. ¿Estás seguro de que no ha preguntado a los vecinos?
-Totalmente. De todas formas, modifiqué sus memorias para que no recuerden habernos visto por la casa en esos meses. Pero cuando se reportó la desaparición de Anthony Ketterley, el guardabosque del parque al que fueron ustedes, su recelo aumentó y estuvo semanas solicitando informes sobre desapariciones de muggles y magos, viajes mediante red flu, hasta a Arthur le pidió una lista de avistamientos de vehículos muggles encantados… en fin, es seguro que sospecha de la desaparición de ustedes.
Ted se quedó en silencio unos minutos viendo cómo su padrino cortaba, masticaba y tragaba un bocado de papa y luego bebía refresco de su copa; pensé que no debía estarlo mirando en realidad, eso no era interesante. Algo debía tener en mente.
-Deberíamos volver –murmuró.
Harry se atragantó con el jugo y yo me quedé de piedra mirándolo fijamente; los Cullen dejaron de conversar y los lobos se voltearon, los demás siguieron almorzando tranquilamente ya que no habían oído nada.
- ¿Volver? –repitió Harry. Ted asintió-. Imposible.
-No, es la única forma en que dejen de presionarte. El ministro está receloso, tú lo has dicho, y no te dejará en paz, ni a cualquier funcionario, hasta que sepa lo que necesita.
Ahora todos prestaban atención, ni una cuchara se movía.
-Eso sería suicidio –su tono era severo y los músculos de su frente estaban contraídos-. Pasarían de inmediato al Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas.
-Somos magos todavía, no encajamos en su normativa.
-Se encargan de todo ser con algún tipo de poder mágico y que no utilice varita.
- ¡Pero es que no la necesitamos! Al contrario, nos impide usar la magia. Aun así, todo lo que hacemos es con hechizos, los que aprendimos en el colegio.
-Igual tendrían que ser investigados y pasarían de un departamento a otro, quizá incluso frente al Wizengamot. Los vampiros no son bien aceptados por el Ministerio, lo sabes.
-Encontrarían magia de bruja y de mago en Diana y en mi, incluso en Al. Kingsley es justo, no nos haría daño por ser lo que somos.
-Kingsley es también el ministro de magia y, como tal, debe respetar los procedimientos. A ustedes los encerrarían en el Departamento de Misterios durante toda la investigación, cosa que puede tardar meses, no podrían salir nunca y menos alimentarse entonces, como es obvio, se morirían de inanición. ¿Entiendes lo que dices con “volver”?
-Por supuesto pero sabes perfectamente que podríamos escapar si fuera necesario. Solo necesitamos ir el tiempo suficiente para que no puedan culpar a nadie por nuestra supuesta desaparición.
-No –esa palabra salió de mis labios con una mezcla de miedo e ira. Ahora todos me miraban.
-No ¿qué? –Ted esperaba ningún tipo de negación por mi parte.
-No pienso volver. Jamás en toda mi existencia pondría un pie en Inglaterra, aún menos me entregaría al Ministerio.
-A eso no es a lo que me refería…
-Dijiste volver y esa palabra es muy clara. No expondré a nuestro hijo a ese… a esos… ¡no lo condenaré!
Esto hizo que Ted se molestara mucho.
- ¿Crees que yo haría algo así?
No respondí.
-Eres mi esposa y él mi hijo y ¿CREES QUE LO QUE QUIERO ES QUE NOS MATEN? –se había puesto de pie, dio un puñetazo a la mesa y arrancó un pedazo.
-Sabes que sucedería aunque jamás fuera tu intención –hablé en un susurro lleno de tristeza. Nos miramos directo a los ojos un largo tiempo en el que nadie dijo nada a pesar de la tensión en el ambiente.
Sentí como Al se puso de pie sobre mis muslos para llamar nuestra atención. Su carita estaba seria, tanto que no parecía un bebé.
-Mamá tiene razón –comentó, dejándonos fuera de base totalmente -. Lastimar a los demás es malo –hizo una pequeña pausa y continúo-, también es malo que nos lastimen.
Percibí el asombro de mi familia, aún por encima del mío propio, causado por esas palabras. Mi hijo… era sólo bebé. No, era un adulto dentro del cuerpo de un bebé de poco menos de un año. Cerré los ojos con fuerza.
-Ay –me quejé. Ahora sí estaba horrorizada, ¿cómo pudo Bella aguantar ésta situación con su hija? Y para empeorarlo, Al estaba opinando sobre su posible muerte y la de sus padres ante una idea del mismo Ted. Empecé a sentirme rara, mi respiración se entrecortaba por la angustia.
- ¿Estás llorando? –miré a mi niño, sus ojos castaños estaban fijos en mi pero sus manos flotaban a centímetros de mi rostro. Decidí mentirle, al menos las lágrimas no me podían traicionar ahora.
-No, Al, sólo me siento un poco confundida. Creo que necesito salir un rato. ¿Quieres quedarte con Leah?
Asintió y luego rodeó mi cuello con sus pequeños brazos, sentí un beso en ese lugar. Le devolví la sensación de cariño y me levanté para entregárselo a Leah.
-Nos vemos –me despedí, saliendo.
-Déjala –le decía Bella a alguien-, necesita estar sola.
Un tenue sol traspasaba las nubes haciéndome resplandecer como diamante, aún así no me apresuré nada a meterme en el bosque, solo pensaba en lo bien que se sentía el calor… recordé cómo me gustaban los paseos a la playa cuando era niña, las olas me hacían sentir feliz.
Ya entre la verdosa penumbra de los árboles empecé a correr, iría a la playa en la Push porque, aunque no era cálida ni se oían las chicharras de mis recuerdos, podía ser el único lugar en que me aliviara en ese momento. Cuando salí del bosque noté que había seguido el mismo camino que el día en que Al nació, de nuevo estaba en el borde del acantilado, la playa mucho metros abajo. Busqué a mi alrededor algún camino para descender de la forma convencional pero no veía ninguno y el sol volvió a brillar, por lo que no tuve más opción que dejarme caer al agua, si me quedaba ahí quizá alguien de la reserva me miraría.
Curiosamente al saltar mi mente quedó en blanco, como si mis pensamientos hubieran preferido la seguridad de la roca, y fue maravilloso.
Por ser verano, el mar debía estar tibio, no sería tan raro que alguien decidiera nadar, pero sólo dejé que la corriente me llevara como quisiera, no moví ni un músculo y simplemente dejé de respirar. Eso era lo más parecido a dormir que había encontrado, cosa que necesitaba, para luego en un momento que no quería que llegara enfrentarme a la realidad.
Quizá en poco o en mucho tiempo, el mar me devolvió a la arena y ahí me quedé tendida, sintiendo mi cabello pegado a la cara y cuello, mi mente aún vacía.
Unas ligeras pisadas me hicieron parpadear, dándome cuenta que ahora la luna era quien traspasaba las nubes, levanté la cabeza y la miré acercándose. La persona que más necesitaba en ese momento. Se arrodilló a mi lado y apartó mi cabello enmarañado, mirando cómo mi pecho se movía al ritmo de mi respiración (la única señal de vida que le podía dar).
Acomodó mi cabeza en sus piernas, sin decir una sola palabra, y empezó a acariciar mi cabello. Tomé su mano, preguntándome cómo supo que yo estaba ahí.
-Billy Black telefoneó –me contestó Bella-. Él te había visto lanzarte al agua pero no le dio importancia hasta el momento en que volvió a salir para ir a la tienda y te vio acá, no pudo venir el mismo por su silla así que llamó a la casa para que alguien viniera a verte.
Le mostré lo que había estado haciendo toda esa tarde pero no respondió, solo me incorporó lo suficiente para abrazarme. Me vi reflejada en sus pensamientos y entendí el echo de que Billy llamara, parecía el cadáver de una ahogada, hasta tenía vidriosos los ojos y algas revueltas en el pelo. Tampoco me importó. Bella me dejó recostarme a su pecho haciendo el equivalente de llorar durante horas; contándome en sus recuerdos como fue para ella el cambio de vida, desde que se enteró que estaba embarazada hasta que los Vulturi amenazaron a su hija. Poco a poco fui tranquilizándome aunque no sintiéndome mejor, cuando empezó a aclarar el cielo, me pidió volver pero recordé a Ted y que él también me pidió volver…
-Diana, ¡por favor! Sabes que es sólo una sugerencia, no una obligación, ni siquiera él está seguro de lo que dijo.
-Pero…
- ¡Nada! Estoy segura que él solo piensa en el bien de los demás. Mira, cuando Renesmee iba a nacer Edward quiso sacarla de mi cuerpo, imagínate cómo sentí algo así viniendo de él. Pero sabía que pensaba y quería lo mejor para mí. Ted hace lo mismo, ¡date cuenta!
Lo pensé un buen rato y reconocí la razón que tenía.
-De acuerdo –dije finalmente.
Ella asintió, aprobando mi actitud.
-Así está mejor. Ahora, vamos a casa de Jake –la miré desconcertada, sonrió un poco y añadió-. Tienes que darte un baño y cambiarte la ropa, tu nuevo pasatiempo te dejó fatal.
Agh, tenía razón. Pasé los dedos entre mi cabello o mejor dicho lo intenté, y de entre los nudos saqué trocitos de algas.
- ¿Crees que esto salga con un baño? –no parecía posible.
-Tomará algunas horas… pero si vuelves así te confundirán con el monstruo de la laguna negra –bromeó.
El padre de Jacob abrió la puerta y apenas entramos me evaluó de pies a cabeza, escuché la desaprobación en su mente y terminé muy avergonzada. De nuevo.
Bella había preparado un bolso que contenía de todo un poco y fue muy útil dada la dificultad para quedar limpia en que me encontraba. Esto era algo que no había previsto y no dejé de maldecirme a mi misma las casi dos horas siguientes; a pesar de la ayuda de mi hermana, los nudos seguían sin deshacerse y de tanto en tanto un hilillo verde aparecía. Por último, sólo algunos hechizos bien empleados dejaron mi cabello aceptable y, habiendo logrado esa descomunal hazaña, lo demás fue rápido.
Luego de prometer a Billy que le pagaría el gasto de agua y electricidad, salimos.
-Un momento –miré a Bella-, ¿cómo llegaste acá?
-Corriendo.
- ¡Pero es de día! Nos pueden ver –era un día soleado de verano en la península de Olympic, algo un tanto inusual.
-No creí que tardáramos en volver –reconoció en voz baja y, como para corroborar lo que decía, su móvil sonó en ese momento. Como yo no tenía, Esme decidió llamarla para preguntarle por mi; la vergüenza volvió.
Nos mantuvimos a la sombra hasta que llegamos a la casa, Bella me ayudó a fingir que solo había estado sentada sobre una roca en la playa y que a Billy solo le había extrañado verme sola. Alphonse saltó directo a mis brazos en cuanto Ted lo dejó en el suelo y me pidió no volverme a ir, no así. Ante esto me propuse comportarme con normalidad, aunque algunas cosas volvieron a cambiar para mí.
En los siguientes días casi no participé en las conversaciones ni en las actividades que hacía mi familia para entretenerse, Jasper que normalmente se mantenía cerca de quienes estaban felices (o radiantes, como Bella) ahora más bien se alejaba de mí, mi falta de ánimo no le gustaba, tenía bastante con la suya propia. Ted y yo pasábamos la noche uno al lado del otro, sin vernos y casi sin hablar, todo esto era peor desde que me sinceré respecto a mi “paseo” a la Push, la primer palabra que se le ocurrió decirme fue dramática.
En eso estaba de acuerdo pero lo que me tenía tan… muerta, era que al fin me había dado cuenta del mundo que le esperaba a mi hijo, uno muy difícil. Como mago, tendría reservada una plaza en Hogwarts, como vampiro si ponía un pie en Inglaterra algo trágico lo esperaría.
El Ministerio siempre había logrado contener a los que son como nosotros pero una vez más sus métodos eran un secreto. Así pues, él tendría que usar la varita que fue de su papá o la mía y nosotros tendríamos que enseñarle a controlar su magia. Él era aún más único que Nessie, pero eso implicaba que sería inaceptado en más mundos que ella.
Por el momento no parecía importar, Leah lo adoraba por sobre todas las cosas, sus abuelos, tíos, tías y primos estaban fascinados con él. Yo estaba segura de que pronto sus piernas serían lo suficientemente fuerte para llevarlo de caza por primera vez, pero por el momento solo era capaz de caminar despacio.
Todos fingimos el comportamiento humano a más no poder, por las noches los Cullen, Ted y yo nos quedábamos en las habitaciones fingiendo dormir, cada tanto nos turnábamos para ir al baño, en las comidas manoseábamos lo que hubiera en los platos, pero algunas cosas eran inevitables, como el exagerado crecimiento de Al y el de Nessie, o que Edward se enterara de algún pensamiento privado, que Vicky diera respingos cada vez que nos tocaba a Ted o a mí (ya me había dejado explicarle por qué “huí” de casa sin avisarle y volvía a ser la misma de siempre) o que a menudo yo necesitara desaparecer unas horas.
Una noche estaba saliendo cuando escuché unos pasos detrás de mí, indudablemente humanos, sonreí a mis adentros, aparentando no oír nada. Crucé la puerta y caminé con calma hasta el río.
-Recuerda no espiar a un vampiro, llevarías las de perder –le aconsejé.
- ¿Sabías que estoy aquí? –Vicky estaba sorprendida, había tratado de ser muy silenciosa, y hasta un encantamiento desilusionador la camuflaba en la oscuridad.
-No es que seas mala ocultándote, solo que yo soy igual de buena para descubrirte.
Suspiró resignada y se dejó ver de nuevo.
-Es que me extrañó que salieras a esta hora y decidí seguirte. Eres muy diferente ahora ¿sabes? Pareces estar ocultándote siempre, antes eras tan espontánea, extrovertida.
-Lo siento –le respondí.
- ¿Ves? ¡A eso me refiero! Antes hubieras hecho una broma o no sé, algún comentario más extenso pero no disculparte.
Me acerqué y la tomé de los codos, mirándola directamente.
-Tú misma me dijiste que he cambiado mucho, y es verdad, pero hay algo que no ha cambiado: lo que siento por los que quiero. Tú sigues siendo mi mejor amiga, la primera, la más importante para mí. Por eso es que ahora soy tan reservada… me asusta pensar que quieras alejarte de mí al saber cómo soy ahora. Por más que quiera o lo intente, no soy la misma.
-Déjame conocerte de nuevo, no quiero que te ocultes.
-No. Te daré miedo.
-Por favor, tú me has visto cuando me enojo… ¿qué puede dar más miedo que eso?
Sonreí un poco.
-Tú no te vuelves un pájaro, aunque lo creas. Das un miedo normal, como cualquier chica caprichosa que se enfurece.
- ¡Oye! A eso me refiero –y se hizo la ofendida.
Volvimos a reír por nuestras bromas. Pero ella hablaba muy en serio cuando me dijo que le permitiera mostrarme tal cual era. Una parte de mi meditaba esa posibilidad.
Miró alrededor, o intentó mirar a través de la oscuridad.
- ¿Se puede saber si intentabas perderte o algo así? –inquirió, dándome la espalda.
-Claro que no. ¿Por qué querría perderme?
-Está oscuro como boca de lobo, y estás sola…
-Las bocas de los lobos no son tan oscuras, ni tan grandes –intenté bromear pensando en Leah y los otros licántropos-, y ya no estoy sola. ¿Aún quieres verme sin máscaras?
-Dudo lograrlo sin luz.
Resoplé.
-De acuerdo, pero ¿cómo…?
-Trae tu escoba, vendrás conmigo pero no te esperaré ni llevaré en la espalda.
Su curiosidad era mucha, con un accio atrajo la escoba (que había viajado escondida en un bolsito) y se giró a metro y medio de mi, mirándome según ella.
- ¡Lista!
-Lo dudo. Primero, no tienes idea de donde estoy, tendrás que resolver tu visión nocturna –esperé a que recordara el hechizo correcto-. Ahora sí, pero… tendrás que estar bien despierta, no gritar, y lo más importante es que no te alejes de mí.
-Entendido –estaba muy emocionada, no se qué esperaba ver.
- ¿Comprendes que lo que verás podría hacer que te alejes de mí para siempre?
-No lo haré, quiero que no volvamos a tener secretos.
-Habrá sangre…
- ¿Humana? –su tono era sobrecogido ahora.
“Ya quisiera” pensé sombríamente.
-No, pero sangre a fin de cuentas.
Se relajó y montó en su escoba, mostrando que estaba dispuesta a acompañarme. Esperaba que mis padres no se molestaran por esto.
-Entonces, sígueme. Y cuidado con los árboles.
De un salto crucé el río, la miré para comprobar su reacción, pero ella solo me sonrió flotando a mi lado. Empecé a correr, un poco lento al principio para que se acostumbrara a mi ritmo y a lo que veía en mi, pero pronto cruzábamos el bosque a una velocidad increíble, ambas riendo, ella por la adrenalina que le causaba la situación y yo por mi libertad y por tenerla a mi lado. Percibí cierto olor, y los sonidos que hacían una manada de ciervos a algunos kilómetros de nosotras y aceleré para llegar a ellos, cerca del claro en que se encontraban, salté a los árboles para provocar menos ruido. Vicky dio un respingo al verme a su altura, saltando entre las ramas, puse un dedo sobre mis labios y asintió en silencio.
Nos detuvimos en el límite del prado, aún ocultas. Con mi mano en una de sus mejillas le mostré una imagen donde yo salía de los árboles y ella se quedaba ahí, viendo de lejos.
“¡No! Quisiera ayudarte, de cerca.”
Fruncí el ceño y le mostré la misma imagen pero esta vez ella me acompañaba, a mis pensamientos le agregué la sed que sentía e imaginé lo difícil que sería para mí no atacarla oliendo tan bien y teniéndola tan cerca en esos momentos en que mis instintos estaban casi libres.
“No me harías daño”.
Arqueé las cejas y supe que solo siendo cruda entendería. Le mostré lo que seguiría al momento en que la mordiera, ambas opciones. Una en que ella moría en mis brazos y otra en que se veía como yo, blanca, como estatua de marfil, y con los ojos de un encendido rojo.
“De acuerdo, ya entendí. Mejor me quedo aquí”.
La asusté un poco pero le sonreí, agradeciéndole que por una vez en la vida me hiciera caso.
Concentré mis sentidos en la manada que tenía unos metros al frente, no se habían dado cuenta de nuestra presencia. Escogí mi presa, un macho joven, no muy grande, y me lancé contra él. Apenas me vieron los ciervos empezaron a correr pero los perseguí sin el menor problema, de haber estado sola o con Ted me hubiera entretenido un rato para no ir directo al cuello del animal pero con mi hermana mirando (me esforcé por no recordar que era humana) entre más rápido sería mejor. Me crucé en el camino del ciervo, tan de repente que hubiera chocado contra mi de no haber sido porque lo clavé en el suelo de un certero golpe. Levanté su cabeza y me apresuré a traspasarle la piel con mis dientes, pero cuando la calidez de su sangre humedeció mis labios bebí despacio, eso era algo que jamás podría dejar de disfrutar. Aún así, mi presa era tan pequeña que mi sed no se había aplacado del todo, había pasado más de una semana desde que salí por última vez y tantos olores tan atrayentes rodeándome habían casi provocado estragos en mi. Me volteé, el prado estaba vacío porque los demás ciervos corrían lejos entre los árboles, solté un leve gruñido que extrañamente era de alegría y me lancé como flecha entre el bosque, siguiendo el perfume que dejaban los animales tras de sí; alcancé otro, esta vez más grande y aunque me dio algunas patadas pronto quedó inmóvil. Con este otro me tardé más, lo disfruté más; me aparté de mi presa y totalmente feliz miré al cielo pero me encontré con algo que me sorprendió mucho.
- ¿Victoire, cuánto hace que estás veinte metros sobre mi cabeza?
Ella no respondió. Apretaba fuertemente los puños alrededor del mango de su escoba, su mandíbula estaba encajada y sus ojos brillaban. Auch, me había olvidado de ella en el último momento y ahora me había visto totalmente como el monstruo que era.
-Si quieres irte, hazlo. Juro que no tendrás que verme si no quieres, me mantendré lejos de ti –esa promesa me dolía hacerla pero podía que ella la necesitara. Me arriesgué a escuchar sus pensamientos, y quedé estupefacta al enterarme de que se estaba imaginando a si misma en mi lugar, para no juzgarme, tratando de entenderme.
Al final, respiró profundo, asegurándose de que había superado esa impresión.
-No volveré sola, ni quiero que te mantengas lejos de mí –bajó a mi lado, mirando el cadáver del animal-. Te dije que no quería más secretos entre nosotras, y acabas de demostrarme cuanto confías en mi… y hasta cuanto me quieres, cuidándome de ti misma.
-Estás asustada.
-Estoy segura de quien eres para mí.
-Tiemblas… -tomé sus manos, cubiertas por guantes, que se agitaban ligeramente-, discúlpame.
Se quedó mirándome un largo rato pero luego sonrió.
-No te sientas mal por ser un vampiro, por haberme traído, ni te preocupes por ocultarte más de mí. Siempre pensé que nuestra amistad lograría pasar por cualquier amenaza que apareciera.
- ¿Pensaste que tus dos mejores amigos se volverían un par de chupasangres? –mi rostro dibujó una media sonrisa.
-Claro que no. Pero bueno, superé todos los problemas luego de entender que uno era hijo de un hombre lobo y que la otra lo amaba más que a su propia vida.
Mi sonrisa se ensanchó, por fin me sentía libre de la carga de mentirle, ella me entendía y, aun mejor, me quería. Volvimos a la casa, esta vez conversando la mayor parte del camino, ella estaba más maravillada que sorprendida por mis cambios y yo sentía lo mismo ante la manera en que contaba con Victoire.
_____________
Aunque se lea como arrogancia, ese es mi capítulo favorito del fic (hasta el momento el menos). Espero que no solo a mi me haya gustado tanto.
Disumo- Vampiro
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Fecha de inscripción : 04/11/2009
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
OMG llevo siglos sin pasar por este fic, no tengo excusa Diana. Prometo que lo leeré todo cuando tenga tiempo!
Bren- Vampiro padawan
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Fecha de inscripción : 13/10/2008
Localización : De risas por el campo :)
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
Muy bueno aunque confieso que cuando vi lo largo que era me entraron ganas de no leerlo pero la curiosidad me pudo y no me arrepiento de haberlo leido jajaja En serio, me ha gustado muschisimoo
Por fin están todos juntos, vampiros y magos y mezclas jajaja
Por cierto, Victoire es de tu invención, es que si no recuerdo mal no había ninguna en Harry Potter no? o si? :S xD
Tengo ganas de leer el siguiente
Por fin están todos juntos, vampiros y magos y mezclas jajaja
Por cierto, Victoire es de tu invención, es que si no recuerdo mal no había ninguna en Harry Potter no? o si? :S xD
Tengo ganas de leer el siguiente
Bea_J- Vampiro padawan
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Fecha de inscripción : 07/02/2009
Edad : 30
Localización : En el paraiso comiendome un melocotón
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
Bren, descuida no te preocupes. Mientras te guste, todo bien.
Y Bea, si, advertí que es kilométrico. Como 17 páginas de Word si mal no recuerdo. Pero es que cuando lo escribí, la primera vez que lo publiqué, cuando lo releí y esta vez, intenté separarlo pero... no puedo. Amo demasiado este capi así como está. xD No, es que de veras no supe dividirlo.
Ah, Victoire no es de mi invención. En el epílogo la mencionan, como hija de Billy y Fleur, y novia de Teddy Lupin. Aunque la verdad dicen demasiado poco para saber cómo es, así que...
A Johann si que lo inventé ^.^'
Y Bea, si, advertí que es kilométrico. Como 17 páginas de Word si mal no recuerdo. Pero es que cuando lo escribí, la primera vez que lo publiqué, cuando lo releí y esta vez, intenté separarlo pero... no puedo. Amo demasiado este capi así como está. xD No, es que de veras no supe dividirlo.
Ah, Victoire no es de mi invención. En el epílogo la mencionan, como hija de Billy y Fleur, y novia de Teddy Lupin. Aunque la verdad dicen demasiado poco para saber cómo es, así que...
A Johann si que lo inventé ^.^'
Disumo- Vampiro
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Fecha de inscripción : 04/11/2009
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
Me ha encantado, es que Victoire (L) Aunque me daban ganas de tirarle el protatil ala cabeza xDDDDD
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
Bueno hoy he leído hasta el capi 5 (sí lo sé, iba muy atrasada, no tengo excusa^^') y he tenido que dejarlo únicamente por falta de tiempo, porque OMG Diana está genial!! Tengo muchas ganas de ver qué pasa con los Cullen y Ted es taaaaaaaaaaan lovely Seguiré leyendo y comentando!
Bren- Vampiro padawan
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Fecha de inscripción : 13/10/2008
Localización : De risas por el campo :)
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
Gracias Bren!
Y no sé, siento que a veces Victoire se parece a Fleur, a veces a Alice... raro. xD
Y no sé, siento que a veces Victoire se parece a Fleur, a veces a Alice... raro. xD
Disumo- Vampiro
- Mensajes : 1150
Fecha de inscripción : 04/11/2009
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
Capítulo 14. Alphonse
Magia era lo que abundaba en la casa por esos tiempos. Harry y Ginny se la pasaban reprendiendo a James; el chico había descubierto que mientras estuviera con magos adultos podía hacer magia sin que lo expulsaran del colegio, así que utilizaba todos los hechizos que conocía. Su mamá estaba segura de que eran los genes Weasley (específicamente la herencia de Fred y George), Ted decía que era para impresionar a Nessie, aunque sólo él, Ed y yo sabíamos que esa era la verdadera razón.
Motivo suficiente para que la cámara de Bella gastara una buena cantidad de rollos, gracias a que Alice y Vicky fotografiaban las reacciones de todos… especialmente la carrera que protagonizaron James y Jake alrededor de la mansión la vez que le robó un beso en la mejilla a su novia. Así que era común ver a un Jacob malhumorado, una Renesmee totalmente sonrojada y un James con el pecho inflado de orgullo.
Una mañana, Alice fue la primera en aparecer por los pasillos de la casa. Abría puertas y bailaba de felicidad.
- ¡Hoy habrá tormenta! –respondía cada vez que le preguntaban por qué hacía tanto alboroto.
Pero Ted, los Potter y yo no entendimos a qué se refería hasta que la vimos con un bate, un pequeño balón y vestida con ropa apropiada para un partido de béisbol.
-No sabemos jugar eso –explicó Johann, incluso antes de que ella explicara nada.
- ¿Cómo que no saben? –Emmett estaba sorprendido-, ¿pero acaso los magos no se divierten?
-Claro que sí –dijo Harry, orgulloso.
Ahí iba.
- ¡Pero si no conocen el béisbol! ¿Será con fútbol? –negamos- ¿Basket? ¿Softball? –continuamos negando hasta que lo cansamos-. ¡¿Entonces?! ¡En qué planeta viven que no conocen ningún juego!
-Quidditch –le dijo Ted, con el mismo tono de su padrino.
- ¿Por qué me dices así? Creí que éramos amigos…
-Oh, cállate –lo interrumpió, riendo-. El quidditch es el mejor deporte entre los magos.
- ¿Así que eso si lo saben jugar? –preguntó con mofa.
- ¿Bromeas? Déjame presentarte al que fue el jugador más joven en cien años en Hogwarts –señalé a Harry-, al hijo del mejor guardián que ha tenido el Puddlemere United y excelente cazador –Johann sonrió de oreja a oreja-, y al mejor golpeador que ha tenido Gryffindor –esta vez, abracé a Ted.
-Y a las mejores comentaristas y aficionadas que ha tenido el equipo del colegio –me sonrió Vicky, apareciendo tras Emmett.
-Saben que no les entendió nada, ¿verdad? –intervino Jasper-. Y no fue el único.
Todos reímos, excepto ellos. Empezamos como los ignorantes y ellos terminaron siéndolo.
-Si tuviéramos escobas y balones te mostraríamos a qué nos referimos –suspiró Ted.
Ésa la oportunidad que Harry había estado esperando todo el rato. Lo miré, interesada.
- ¡Sorpresa! –exclamó, sacando de un bolsito de piel lo que parecía un palo y luego el resto de la escoba. En cuanto la reconoció, los ojos de su ahijado brillaron; era su escoba, la cual había dado por abandonada cuando salimos de Inglaterra -. ¡Feliz cumpleaños atrasado!
Yo había encargado a Harry una escoba nueva, él sin embargo contestó que tenía una mejor idea. Volvió a maravillarme con su habilidad para descubrir el valor real de las cosas, más allá de lo económico. Ted aprendió a volar casi antes que a caminar (su padrino es el culpable, para variar) y aunque su madre le había heredado cierta torpeza sobre el suelo, en el aire era otra cosa.
A mi no me gustaba el quidditch, era tan aburrido como el fútbol y entendía lo mismo sobre sus reglas como si estuvieran en chino: nada. Pero sí que había aprendido a leer las expresiones de mi prometido así que respondía perfectamente a éstas.
-Gracias –murmuró Ted, sonrojado por el regalo. Lo sopesó, preocupándose por la fragilidad de la escoba. Disipé su inquietud y, tras besarlo en la mejilla, me fui a levantar a nuestro hijo.
Ese día Alphonse quiso vestirse solo, con bastante éxito (solo necesitó ayuda con los botones de la camisa); salió caminando delante de mí. Pensaba en si Leah ya estaría en la casa y en si Albus cumpliría su promesa de enseñarle algunos encantamientos, pero al ver a su papá con un objeto nuevo se desvió toda su concentración, saltó a los brazos de Ted y empezó el interrogatorio. Mi niño se había vuelto muy independiente, aunque Edward aseguraba que crecía mucho más despacio que su hija; me hacían sentir orgullosa y temerosa a la vez.
Esme y Ginny preparaban bebidas y comida, Alice esperaba a que llegara Renesmee con sus padres para probarle el nuevo uniforme de béis, Rosalie y Emmett estaban en la cochera revisando el enorme auto en que viajarían a la montaña. Me senté en las gradas, Leah y los chicos estarían a punto de llegar, era su costumbre.
A pesar de que el amanecer acababa de pasar, la luz apenas iluminaba el ambiente; nubes oscuras cubrían el cielo. ¿Por qué Alice escogió un día así para la excursión? Empecé a creer que estaba loca. Un relámpago cruzó el aire seguido por un trueno… me entró cierta curiosidad, ¿y qué si nos caía un rayo encima?
“Posiblemente quedes como un erizo de mar, pero viva sin duda” me respondí. Agh, ¡qué aburrimiento! ¿Cómo podían los Cullen pretender ser humanos? Era tan fastidioso intentar mostrarse débil e indefenso siempre. Me tiré en el césped, boca arriba. En ese momento, la puerta se abrió y todos los niños pasaron como un enjambre volando sobre mí. Al iba abrazado a la espalda de Albus sobre la escoba, su cabello se levantaba en todas direcciones pero él reía con todo el entusiasmo del que era capaz.
Bella, Edward y Nessie llegaron vistiendo sus uniformes, excepto la hija que había vuelto a crecer esa noche, ya parecía de quince. Miraba interesada los juegos de los otros, quienes se detuvieron un momento para invitarla a subir.
Por otro lado, me levanté de un salto justo a tiempo para atrapar a Al… Su sonrisa se borró cuando vio mi expresión y, sonrojándose, miró al suelo. La verdad es que me había dado un susto de muerte.
-Sabes que estuvo mal –lo reprendí.
-No me iba a pasar nada –respondió.
-Lanzarse desde una escoba a diez metros en el aire es peligroso, incluso para ti –sus pequeños ojos mostraban que estaba molesto. No pude evitar pensar en lo dulce que se veía así-. No lo vuelvas a hacer, por favor.
- ¿Por mi bien? –preguntó, haciendo un puchero.
-Exacto -aprende rápido también. Besando su cabeza, lo dejé en el suelo; corriendo se lanzó a brazos de Nessie y le contó lo increíble que era volar.
Escuché los furiosos pensamientos de Rosalie, le irritaba muchísimo que yo le hubiera hablado así a mi hijo. Le dediqué una sonrisa altiva y entré en la casa, pisando fuerte y dándole la espalda. Al era MI hijo, y yo decidiría lo que fuera mejor para él. O al menos lo iba a intentar.
Me arrojé al sillón, dispuesta a morir del letargo, metafóricamente hablando. Pronto mis dedos tamborileaban sobre el tapizado.
-El exceso de energía suele ser incómodo al principio –comentó Jasper, a mi lado.
- ¿Cómo lo hacen?
-La práctica hace al maestro. Aún así, todos anhelamos los días de tormenta.
Claro, otro deportista. Me pregunté si yo sería una amargada o ellos unos entusiastas.
-Yo no juego –lo interrumpí con voz apagada. Al voltear nuestros ojos se encontraron, me miraba con tanta intensidad que me recliné en un intento de alejarme de él. Sentí una súbita tranquilidad; la disipé agitando la cabeza -. Tramposo.
-Mmm, sé de algo que si haces y no te niegas –su tono era serio.
Estreché mis párpados, recelosa, pero no pude preguntar nada porque me llevaba del codo hacia fuera de la casa.
-Carlisle, Alice, Ted –los llamó.
Antes de que tan siquiera abriera la boca, Alice lo tomó de la mano.
-Les irá bien, nadie los verá y encontrarán un oso.
Ted y yo nos miramos confundidos. Carlisle esperaba.
- ¿No habrá problema?
Ella cerró los ojos un momento. Ted apretó la mandíbula mientras una profunda arruga se dibujaba en su perfecta frente.
-Ninguno, al parecer.
Tanto secretismo empezó a irritarme, así que escuché la mente de Jass. En sus pensamientos él, mi hijo y yo corríamos entre los árboles, buscando algo. ¡Oh!
-Dudo que Al esté preparado –me negué, intentando ser cortés.
-Claro que lo está –respondió Alice -, sólo míralo.
Él jugaba con Leah y Seth, que acababan de llegar. Mientras Seth rodaba por el suelo agitando animadamente su cola, Al lo empujaba para hacerlo llegar hasta Leah. Mover esa mole hubiera sido imposible para un bebé normal, pero…
-Se puede lastimar –objeté.
Jasper se volvió hacia Ted.
- ¿Qué opinas?
Tomó su tiempo para responder. Se estiró cuan alto era, taladrando con la mirada a Jasper, luego a Al y finalmente a mí.
-Preguntémosle a él –y lo llamó. El pequeño dejó a su juguete (Seth es un alma de Dios) aún rodando y saltó a los brazos de su papá.
-El tío Jass tiene una sorpresa para ti –le dije, consciente de su curiosidad-. ¿Te gustaría ir a cazar con él y conmigo?
Abrió los ojos a más no poder y su boca formó una perfecta “o” antes de negar rápidamente con la cabeza.
-Te lo dije –casi le gruñí a mi hermano.
- ¿Te da miedo?
Sonrojándose, Al asintió. Carlisle utilizó otra táctica.
-Leah puede acompañarlos. Ella no tiene problemas con eso –continuó sin respuesta-. Te ayudará, ¿verdad Leah?
Nos miró con asco, pensaba que solo vería a los chupasangres en acción cuando su vida dependiera de ello. Entonces recordó que si Al no aprendía a alimentarse por sí mismo, moriría; ella sin él no podía vivir.
-Por supuesto –concluyó.
Dándome por vencida, tomé en brazos a mi hijo.
-Si le sucede algo será su maldita culpa –amenacé a mis traidores parientes, excepto, obviamente, a Carlisle.
Ted insistió en venir con nosotros pero yo entendía lo importante que era para él estar con su padrino y madrina, no sabía cuándo estaría con ellos de nuevo, así que le prometí que estaríamos bien. Al final, partió con los demás.
Preparamos un bolsito de equipaje que Leah llevaba al cuello, era principalmente para mi bebé, y partimos. Cuando llegamos al corazón del parque nacional de la península, Jasper nos indicó qué hacer.
Al caminaba en medio de nosotros, delante su tío, a un lado yo y detrás Leah; necesitaba acostumbrarse al bosque, aunque algo me decía también que necesitaba protección; estando de pie apenas pasaba mis rodillas.
Tras varias caídas y pocos rasguños, consiguió adaptarse al ligero paso que llevábamos; los sonidos profundos de un oso llegaban a nosotros desde lejos e hicieron que mi niño saltara a mi espalda, temblando. Me preocupaba que esto fuera demasiado para mi hijo. Y lo fue.
Los otros dos atacaron al animal mientras Al observaba, desde mis brazos, varios metros por sobre ellos; descubrí la verdadera utilidad de mi vuelo cuando el oso se estrelló contra el árbol en que momentos antes estuvimos sentados. Escuchar los gruñidos, golpes y crujir de huesos rotos que la pata de Leah y la garganta del animal produjeron, provocaron un ataque de nervios en Al. Luego a mí, cuando lo vi ponerse morado por la falta de aire.
Tuve que darle una gotita del Filtro de Paz que Ted puso en el bolsito para tranquilizarlo, y aún así no hubo forma de soltarlo de mi cuello el resto del día. Como tenía sed, mi estúpido hermano se las agenció para preparar un biberón con suficiente sangre para satisfacerlo; al final se quedó dormido acurrucado a mi pecho. Jasper y yo sentíamos el miedo en sus sueños, me partía el corazón ver cómo sus pesadillas lo mostraban en medio del bosque con un gran oso a punto de matarlo, a su papá, a mí o a Leah.
- ¡Lo siento mucho! Nunca creí que esto fuera tan duro para él –se disculpó muy preocupado Jasper.
Tomé su mano, sosteniéndola con firmeza. A pesar de que creía que era un idiota, no estaba molesta. No con él al menos.
-Temo que esto sea demasiado malo. Él parece ser muy… humano, como para soportar una existencia así.
-Pero su parte de vampiro es lo suficientemente fuerte como para que no la pueda negar –respondí.
Leah bufó. Nadie más que ella lo deseaba humano. Recordó el par de ocasiones en que Al estuvo a punto de morderla, en medio de un juego, y ella tuvo que empujarlo lejos, golpeándolo demasiado fuerte para mi gusto. Le lancé un manotazo en la cabeza por lastimar así a mi bebé. Todo eso de la imprimación pintaba ser imposible; ella insistía. Dañaba a Alphonse y a ella misma, era muy arriesgado que él la matara sin querer con una pequeña mordida; ella insistía. También podía matarlo, si lo golpeaba demasiado fuerte un día; ella insistía.
La odiaba. Preparé otro manotazo pero Jasper me detuvo; una pelea no era conveniente en ese momento. Leah se rezagó, sumergida en sus propios pensamientos, entonces la pesadilla de Al cambió: Leah, como una loba de tamaño descomunal, lo confundía con un oso y se lanzaba contra él, aplastándolo, matándolo. Despertó dando gritos, las lágrimas mojando sus mejillas.
Lo apreté más contra mí mientras Jasper acariciaba su cabello, susurrándole cosas para tranquilizarlo. Estábamos cerca de la casa, el día a punto de acabar, eso significaba que si quería desquitarme con la licántropa era ahora o nunca.
-Diffindo –pronuncié, mirando la rama bajo la cual pasaba ella. Un crujido seguido del aullido que esperaba mi indicó que di en el blanco. Casi sonreí, pero Al me tenía más preocupada.
- ¿Qué te pasa? –Jass se molestó por mi actitud. “Es cruel” pensaba, de mí, escuchando cómo Leah sollozaba del dolor. Levanté mi barbilla con arrogancia, ahora si estaba molesta.
-No soy como tú –contesté. Seguí mi camino, tratando de arrullar a Al y cantándole bajito una canción de cuna; aunque más tranquilo, las lágrimas llenaban sus ojos cafés. Y yo, la verdad, sentía pánico por haberlo dañado. Era un estúpida, desconsiderada, maldita bruja que no sabía cuidar a su propio hijo.
¿Qué diría a Ted? Le había prometido que estaríamos bien, y ver en ese estado al bebé que tanto amaba lo afectaría mucho. Cuando lo conocí, él era tan serio, siempre callado, con la mirada algo triste… me juré a mi misma no lastimarlo nunca, él merecía ser feliz y yo le ayudaría. Él siempre me decía que cuando fuera padre haría todo lo posible por proteger a su hijo, por educarlo bien, por ser como el papá que él hubiera deseado tener.
Por eso, cuando entré en el salón y vio a Al tan asustado, corrió a quitármelo de los brazos y revisarlo. Mi corazón ya partido a la mitad se desboronó. Aún llevaba el uniforme de quidditch impecable, mientras que los demás estaban despeinados y manchados de tierra, debió ser un gran partido. Maldita la hora en que decidí no ir.
¿Por qué sucedió esto? Hubiera sido mejor si desde un principio no hubiéramos ido a acampar en aquel bosque de Gran Bretaña, nunca nos hubiera atacado ningún vampiro y ahora todos seríamos humanos normales, felices con nuestro bebé tan normal. Deseé encontrar al vampiro que nos hizo esto, vengarme.
Todo lo pensé en un segundo. La mitad de la familia nos rodeó, sorprendida por lo mal que se veía el bebé. ¿Qué hacían? Lo pondrían peor, viniéndose encima de él así. Claro que estaban preocupados, todos lo aman, pero lo mejor era alejarlo mientras se tranquilizaba un poco. Ted había seguido cada uno de mis pensamientos, y asintió.
-Victoire –la llamó, con voz queda. Ella me abrazó.
También me ayudó a darle un baño de agua tibia a Alphonse, un corto masaje y volverlo a arrullar hasta que él se durmió tranquilamente, abrazado a su micropuff de peluche. Sentados en la cama, les conté todo lo que sucedió, sabiendo que en el piso de abajo Edward hacía lo mismo para los demás gracias a su don.
No mucho tiempo después, Alice subió casi volando a nuestra habitación. Al entrar, casi pierde el equilibrio; pensé que eso era muy extraño en ella hasta que vi sus ojos desenfocados, mirando algo más allá.
- ¿Qué ves? –la urgió Ted, sosteniéndola delicadamente de los brazos.
-Cuatro hombres, vendrán hasta acá. Son peligrosos –su voz también era lejana.
No podía ser, más problemas.
- ¿Cómo son?
-Dos morenos y dos blancos. Parece que dos son magos porque tienen varitas, y los otros son vampiros porque tienen los ojos de un carmín intenso.
Eso era imposible. Los magos matarían a los vampiros en cuanto descubrieran uno, eso si no los mordían primero.
- ¿Estás segura?
-Totalmente. Todo estará soleado; vendrán pronto, por el verano.
- ¿A qué vienen? –le pregunté asustada. Ellos solo podían tener una razón para venir, conviviendo dos especies que se odian a muerte.
-Por ustedes.
Bien, pueden matarme si quieren (y si pueden ¬¬) por lo que les voy a decir: este es el último capítulo que he escrito hasta el momento, hace ya tres meses. Espero, de veras de veras, poder escribir los últimos pronto. T.T De por si, el final no está muy lejos... Así que pueden hacer sus propuestas o suposiciones...
Magia era lo que abundaba en la casa por esos tiempos. Harry y Ginny se la pasaban reprendiendo a James; el chico había descubierto que mientras estuviera con magos adultos podía hacer magia sin que lo expulsaran del colegio, así que utilizaba todos los hechizos que conocía. Su mamá estaba segura de que eran los genes Weasley (específicamente la herencia de Fred y George), Ted decía que era para impresionar a Nessie, aunque sólo él, Ed y yo sabíamos que esa era la verdadera razón.
Motivo suficiente para que la cámara de Bella gastara una buena cantidad de rollos, gracias a que Alice y Vicky fotografiaban las reacciones de todos… especialmente la carrera que protagonizaron James y Jake alrededor de la mansión la vez que le robó un beso en la mejilla a su novia. Así que era común ver a un Jacob malhumorado, una Renesmee totalmente sonrojada y un James con el pecho inflado de orgullo.
Una mañana, Alice fue la primera en aparecer por los pasillos de la casa. Abría puertas y bailaba de felicidad.
- ¡Hoy habrá tormenta! –respondía cada vez que le preguntaban por qué hacía tanto alboroto.
Pero Ted, los Potter y yo no entendimos a qué se refería hasta que la vimos con un bate, un pequeño balón y vestida con ropa apropiada para un partido de béisbol.
-No sabemos jugar eso –explicó Johann, incluso antes de que ella explicara nada.
- ¿Cómo que no saben? –Emmett estaba sorprendido-, ¿pero acaso los magos no se divierten?
-Claro que sí –dijo Harry, orgulloso.
Ahí iba.
- ¡Pero si no conocen el béisbol! ¿Será con fútbol? –negamos- ¿Basket? ¿Softball? –continuamos negando hasta que lo cansamos-. ¡¿Entonces?! ¡En qué planeta viven que no conocen ningún juego!
-Quidditch –le dijo Ted, con el mismo tono de su padrino.
- ¿Por qué me dices así? Creí que éramos amigos…
-Oh, cállate –lo interrumpió, riendo-. El quidditch es el mejor deporte entre los magos.
- ¿Así que eso si lo saben jugar? –preguntó con mofa.
- ¿Bromeas? Déjame presentarte al que fue el jugador más joven en cien años en Hogwarts –señalé a Harry-, al hijo del mejor guardián que ha tenido el Puddlemere United y excelente cazador –Johann sonrió de oreja a oreja-, y al mejor golpeador que ha tenido Gryffindor –esta vez, abracé a Ted.
-Y a las mejores comentaristas y aficionadas que ha tenido el equipo del colegio –me sonrió Vicky, apareciendo tras Emmett.
-Saben que no les entendió nada, ¿verdad? –intervino Jasper-. Y no fue el único.
Todos reímos, excepto ellos. Empezamos como los ignorantes y ellos terminaron siéndolo.
-Si tuviéramos escobas y balones te mostraríamos a qué nos referimos –suspiró Ted.
Ésa la oportunidad que Harry había estado esperando todo el rato. Lo miré, interesada.
- ¡Sorpresa! –exclamó, sacando de un bolsito de piel lo que parecía un palo y luego el resto de la escoba. En cuanto la reconoció, los ojos de su ahijado brillaron; era su escoba, la cual había dado por abandonada cuando salimos de Inglaterra -. ¡Feliz cumpleaños atrasado!
Yo había encargado a Harry una escoba nueva, él sin embargo contestó que tenía una mejor idea. Volvió a maravillarme con su habilidad para descubrir el valor real de las cosas, más allá de lo económico. Ted aprendió a volar casi antes que a caminar (su padrino es el culpable, para variar) y aunque su madre le había heredado cierta torpeza sobre el suelo, en el aire era otra cosa.
A mi no me gustaba el quidditch, era tan aburrido como el fútbol y entendía lo mismo sobre sus reglas como si estuvieran en chino: nada. Pero sí que había aprendido a leer las expresiones de mi prometido así que respondía perfectamente a éstas.
-Gracias –murmuró Ted, sonrojado por el regalo. Lo sopesó, preocupándose por la fragilidad de la escoba. Disipé su inquietud y, tras besarlo en la mejilla, me fui a levantar a nuestro hijo.
Ese día Alphonse quiso vestirse solo, con bastante éxito (solo necesitó ayuda con los botones de la camisa); salió caminando delante de mí. Pensaba en si Leah ya estaría en la casa y en si Albus cumpliría su promesa de enseñarle algunos encantamientos, pero al ver a su papá con un objeto nuevo se desvió toda su concentración, saltó a los brazos de Ted y empezó el interrogatorio. Mi niño se había vuelto muy independiente, aunque Edward aseguraba que crecía mucho más despacio que su hija; me hacían sentir orgullosa y temerosa a la vez.
Esme y Ginny preparaban bebidas y comida, Alice esperaba a que llegara Renesmee con sus padres para probarle el nuevo uniforme de béis, Rosalie y Emmett estaban en la cochera revisando el enorme auto en que viajarían a la montaña. Me senté en las gradas, Leah y los chicos estarían a punto de llegar, era su costumbre.
A pesar de que el amanecer acababa de pasar, la luz apenas iluminaba el ambiente; nubes oscuras cubrían el cielo. ¿Por qué Alice escogió un día así para la excursión? Empecé a creer que estaba loca. Un relámpago cruzó el aire seguido por un trueno… me entró cierta curiosidad, ¿y qué si nos caía un rayo encima?
“Posiblemente quedes como un erizo de mar, pero viva sin duda” me respondí. Agh, ¡qué aburrimiento! ¿Cómo podían los Cullen pretender ser humanos? Era tan fastidioso intentar mostrarse débil e indefenso siempre. Me tiré en el césped, boca arriba. En ese momento, la puerta se abrió y todos los niños pasaron como un enjambre volando sobre mí. Al iba abrazado a la espalda de Albus sobre la escoba, su cabello se levantaba en todas direcciones pero él reía con todo el entusiasmo del que era capaz.
Bella, Edward y Nessie llegaron vistiendo sus uniformes, excepto la hija que había vuelto a crecer esa noche, ya parecía de quince. Miraba interesada los juegos de los otros, quienes se detuvieron un momento para invitarla a subir.
Por otro lado, me levanté de un salto justo a tiempo para atrapar a Al… Su sonrisa se borró cuando vio mi expresión y, sonrojándose, miró al suelo. La verdad es que me había dado un susto de muerte.
-Sabes que estuvo mal –lo reprendí.
-No me iba a pasar nada –respondió.
-Lanzarse desde una escoba a diez metros en el aire es peligroso, incluso para ti –sus pequeños ojos mostraban que estaba molesto. No pude evitar pensar en lo dulce que se veía así-. No lo vuelvas a hacer, por favor.
- ¿Por mi bien? –preguntó, haciendo un puchero.
-Exacto -aprende rápido también. Besando su cabeza, lo dejé en el suelo; corriendo se lanzó a brazos de Nessie y le contó lo increíble que era volar.
Escuché los furiosos pensamientos de Rosalie, le irritaba muchísimo que yo le hubiera hablado así a mi hijo. Le dediqué una sonrisa altiva y entré en la casa, pisando fuerte y dándole la espalda. Al era MI hijo, y yo decidiría lo que fuera mejor para él. O al menos lo iba a intentar.
Me arrojé al sillón, dispuesta a morir del letargo, metafóricamente hablando. Pronto mis dedos tamborileaban sobre el tapizado.
-El exceso de energía suele ser incómodo al principio –comentó Jasper, a mi lado.
- ¿Cómo lo hacen?
-La práctica hace al maestro. Aún así, todos anhelamos los días de tormenta.
Claro, otro deportista. Me pregunté si yo sería una amargada o ellos unos entusiastas.
-Yo no juego –lo interrumpí con voz apagada. Al voltear nuestros ojos se encontraron, me miraba con tanta intensidad que me recliné en un intento de alejarme de él. Sentí una súbita tranquilidad; la disipé agitando la cabeza -. Tramposo.
-Mmm, sé de algo que si haces y no te niegas –su tono era serio.
Estreché mis párpados, recelosa, pero no pude preguntar nada porque me llevaba del codo hacia fuera de la casa.
-Carlisle, Alice, Ted –los llamó.
Antes de que tan siquiera abriera la boca, Alice lo tomó de la mano.
-Les irá bien, nadie los verá y encontrarán un oso.
Ted y yo nos miramos confundidos. Carlisle esperaba.
- ¿No habrá problema?
Ella cerró los ojos un momento. Ted apretó la mandíbula mientras una profunda arruga se dibujaba en su perfecta frente.
-Ninguno, al parecer.
Tanto secretismo empezó a irritarme, así que escuché la mente de Jass. En sus pensamientos él, mi hijo y yo corríamos entre los árboles, buscando algo. ¡Oh!
-Dudo que Al esté preparado –me negué, intentando ser cortés.
-Claro que lo está –respondió Alice -, sólo míralo.
Él jugaba con Leah y Seth, que acababan de llegar. Mientras Seth rodaba por el suelo agitando animadamente su cola, Al lo empujaba para hacerlo llegar hasta Leah. Mover esa mole hubiera sido imposible para un bebé normal, pero…
-Se puede lastimar –objeté.
Jasper se volvió hacia Ted.
- ¿Qué opinas?
Tomó su tiempo para responder. Se estiró cuan alto era, taladrando con la mirada a Jasper, luego a Al y finalmente a mí.
-Preguntémosle a él –y lo llamó. El pequeño dejó a su juguete (Seth es un alma de Dios) aún rodando y saltó a los brazos de su papá.
-El tío Jass tiene una sorpresa para ti –le dije, consciente de su curiosidad-. ¿Te gustaría ir a cazar con él y conmigo?
Abrió los ojos a más no poder y su boca formó una perfecta “o” antes de negar rápidamente con la cabeza.
-Te lo dije –casi le gruñí a mi hermano.
- ¿Te da miedo?
Sonrojándose, Al asintió. Carlisle utilizó otra táctica.
-Leah puede acompañarlos. Ella no tiene problemas con eso –continuó sin respuesta-. Te ayudará, ¿verdad Leah?
Nos miró con asco, pensaba que solo vería a los chupasangres en acción cuando su vida dependiera de ello. Entonces recordó que si Al no aprendía a alimentarse por sí mismo, moriría; ella sin él no podía vivir.
-Por supuesto –concluyó.
Dándome por vencida, tomé en brazos a mi hijo.
-Si le sucede algo será su maldita culpa –amenacé a mis traidores parientes, excepto, obviamente, a Carlisle.
Ted insistió en venir con nosotros pero yo entendía lo importante que era para él estar con su padrino y madrina, no sabía cuándo estaría con ellos de nuevo, así que le prometí que estaríamos bien. Al final, partió con los demás.
Preparamos un bolsito de equipaje que Leah llevaba al cuello, era principalmente para mi bebé, y partimos. Cuando llegamos al corazón del parque nacional de la península, Jasper nos indicó qué hacer.
Al caminaba en medio de nosotros, delante su tío, a un lado yo y detrás Leah; necesitaba acostumbrarse al bosque, aunque algo me decía también que necesitaba protección; estando de pie apenas pasaba mis rodillas.
Tras varias caídas y pocos rasguños, consiguió adaptarse al ligero paso que llevábamos; los sonidos profundos de un oso llegaban a nosotros desde lejos e hicieron que mi niño saltara a mi espalda, temblando. Me preocupaba que esto fuera demasiado para mi hijo. Y lo fue.
Los otros dos atacaron al animal mientras Al observaba, desde mis brazos, varios metros por sobre ellos; descubrí la verdadera utilidad de mi vuelo cuando el oso se estrelló contra el árbol en que momentos antes estuvimos sentados. Escuchar los gruñidos, golpes y crujir de huesos rotos que la pata de Leah y la garganta del animal produjeron, provocaron un ataque de nervios en Al. Luego a mí, cuando lo vi ponerse morado por la falta de aire.
Tuve que darle una gotita del Filtro de Paz que Ted puso en el bolsito para tranquilizarlo, y aún así no hubo forma de soltarlo de mi cuello el resto del día. Como tenía sed, mi estúpido hermano se las agenció para preparar un biberón con suficiente sangre para satisfacerlo; al final se quedó dormido acurrucado a mi pecho. Jasper y yo sentíamos el miedo en sus sueños, me partía el corazón ver cómo sus pesadillas lo mostraban en medio del bosque con un gran oso a punto de matarlo, a su papá, a mí o a Leah.
- ¡Lo siento mucho! Nunca creí que esto fuera tan duro para él –se disculpó muy preocupado Jasper.
Tomé su mano, sosteniéndola con firmeza. A pesar de que creía que era un idiota, no estaba molesta. No con él al menos.
-Temo que esto sea demasiado malo. Él parece ser muy… humano, como para soportar una existencia así.
-Pero su parte de vampiro es lo suficientemente fuerte como para que no la pueda negar –respondí.
Leah bufó. Nadie más que ella lo deseaba humano. Recordó el par de ocasiones en que Al estuvo a punto de morderla, en medio de un juego, y ella tuvo que empujarlo lejos, golpeándolo demasiado fuerte para mi gusto. Le lancé un manotazo en la cabeza por lastimar así a mi bebé. Todo eso de la imprimación pintaba ser imposible; ella insistía. Dañaba a Alphonse y a ella misma, era muy arriesgado que él la matara sin querer con una pequeña mordida; ella insistía. También podía matarlo, si lo golpeaba demasiado fuerte un día; ella insistía.
La odiaba. Preparé otro manotazo pero Jasper me detuvo; una pelea no era conveniente en ese momento. Leah se rezagó, sumergida en sus propios pensamientos, entonces la pesadilla de Al cambió: Leah, como una loba de tamaño descomunal, lo confundía con un oso y se lanzaba contra él, aplastándolo, matándolo. Despertó dando gritos, las lágrimas mojando sus mejillas.
Lo apreté más contra mí mientras Jasper acariciaba su cabello, susurrándole cosas para tranquilizarlo. Estábamos cerca de la casa, el día a punto de acabar, eso significaba que si quería desquitarme con la licántropa era ahora o nunca.
-Diffindo –pronuncié, mirando la rama bajo la cual pasaba ella. Un crujido seguido del aullido que esperaba mi indicó que di en el blanco. Casi sonreí, pero Al me tenía más preocupada.
- ¿Qué te pasa? –Jass se molestó por mi actitud. “Es cruel” pensaba, de mí, escuchando cómo Leah sollozaba del dolor. Levanté mi barbilla con arrogancia, ahora si estaba molesta.
-No soy como tú –contesté. Seguí mi camino, tratando de arrullar a Al y cantándole bajito una canción de cuna; aunque más tranquilo, las lágrimas llenaban sus ojos cafés. Y yo, la verdad, sentía pánico por haberlo dañado. Era un estúpida, desconsiderada, maldita bruja que no sabía cuidar a su propio hijo.
¿Qué diría a Ted? Le había prometido que estaríamos bien, y ver en ese estado al bebé que tanto amaba lo afectaría mucho. Cuando lo conocí, él era tan serio, siempre callado, con la mirada algo triste… me juré a mi misma no lastimarlo nunca, él merecía ser feliz y yo le ayudaría. Él siempre me decía que cuando fuera padre haría todo lo posible por proteger a su hijo, por educarlo bien, por ser como el papá que él hubiera deseado tener.
Por eso, cuando entré en el salón y vio a Al tan asustado, corrió a quitármelo de los brazos y revisarlo. Mi corazón ya partido a la mitad se desboronó. Aún llevaba el uniforme de quidditch impecable, mientras que los demás estaban despeinados y manchados de tierra, debió ser un gran partido. Maldita la hora en que decidí no ir.
¿Por qué sucedió esto? Hubiera sido mejor si desde un principio no hubiéramos ido a acampar en aquel bosque de Gran Bretaña, nunca nos hubiera atacado ningún vampiro y ahora todos seríamos humanos normales, felices con nuestro bebé tan normal. Deseé encontrar al vampiro que nos hizo esto, vengarme.
Todo lo pensé en un segundo. La mitad de la familia nos rodeó, sorprendida por lo mal que se veía el bebé. ¿Qué hacían? Lo pondrían peor, viniéndose encima de él así. Claro que estaban preocupados, todos lo aman, pero lo mejor era alejarlo mientras se tranquilizaba un poco. Ted había seguido cada uno de mis pensamientos, y asintió.
-Victoire –la llamó, con voz queda. Ella me abrazó.
También me ayudó a darle un baño de agua tibia a Alphonse, un corto masaje y volverlo a arrullar hasta que él se durmió tranquilamente, abrazado a su micropuff de peluche. Sentados en la cama, les conté todo lo que sucedió, sabiendo que en el piso de abajo Edward hacía lo mismo para los demás gracias a su don.
No mucho tiempo después, Alice subió casi volando a nuestra habitación. Al entrar, casi pierde el equilibrio; pensé que eso era muy extraño en ella hasta que vi sus ojos desenfocados, mirando algo más allá.
- ¿Qué ves? –la urgió Ted, sosteniéndola delicadamente de los brazos.
-Cuatro hombres, vendrán hasta acá. Son peligrosos –su voz también era lejana.
No podía ser, más problemas.
- ¿Cómo son?
-Dos morenos y dos blancos. Parece que dos son magos porque tienen varitas, y los otros son vampiros porque tienen los ojos de un carmín intenso.
Eso era imposible. Los magos matarían a los vampiros en cuanto descubrieran uno, eso si no los mordían primero.
- ¿Estás segura?
-Totalmente. Todo estará soleado; vendrán pronto, por el verano.
- ¿A qué vienen? –le pregunté asustada. Ellos solo podían tener una razón para venir, conviviendo dos especies que se odian a muerte.
-Por ustedes.
Bien, pueden matarme si quieren (y si pueden ¬¬) por lo que les voy a decir: este es el último capítulo que he escrito hasta el momento, hace ya tres meses. Espero, de veras de veras, poder escribir los últimos pronto. T.T De por si, el final no está muy lejos... Así que pueden hacer sus propuestas o suposiciones...
Disumo- Vampiro
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Fecha de inscripción : 04/11/2009
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
¿Hello?
¿Cuándo has subido este capi que yo no me enteré? xDDD
Omg, genial, aunque tal vez esta mamá es sobreprotectora en exceso... oggg
De todas formas, ¿quiénes son esos cuatro?
¿Cuándo has subido este capi que yo no me enteré? xDDD
Omg, genial, aunque tal vez esta mamá es sobreprotectora en exceso... oggg
De todas formas, ¿quiénes son esos cuatro?
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
Regresé! Les gané a todas, muajajaja!!
Bueno, quiero anunciar algo muy importante! Para este capi y todos los siguientes contaré con la colaboración de Gus! (si, el único hombre varón macho masculino del foro ) así que: bienvenido!
También, ambos anunciamos que próximamente tendremos una pequeña sorpresa para el foro, en este mismo fic, esperamos que les guste mucho.
Sin más, disfruten!
Capítulo 15. Verdad.
-¿Nosotros?
La expresión de Alice lo decía todo. Tomé en mis brazos a Al, con un instinto de protección tan viejo como el mundo.
-¡Demonios! –Ted bajó como una flecha, sujetó a Harry por los hombros y lo zarandeó con algo de violencia. -¿Quiénes son? ¿Cómo supieron?
-¡Papá! –Lily corrió hacia él pero James no la dejó acercarse, mirando cautelosamente a Ted.
-Ted déjalo, lo lastimas…
-¡No Diana! –continuó estando furioso con su padrino quien parecía desconcertado y se veía tan indefenso como un chiquillo. –Él debe saber quiénes son…
Intenté sin éxito apartarlo de Harry, cuyos brazos empezaban a ponerse azules por la falta de circulación.
-¡Repulso! –Ginny tuvo la habilidad (y la certeza) de usar su varita para alejar a Ted. Ese encantamiento solo servía para cosas no seres… pero Ted fue instantáneamente separado de Harry.
Sentir el impacto del hechizo, le sirvió para recuperar la cordura, se quedó en su sitio y murmuró una disculpa en clara actitud arrepentida. Me acerqué a él de nuevo y tomé su mano mientras Harry finalmente hablaba.
-Rayos Ted, ¿qué fue eso? –estaba tan molesto como sorprendido, movió lentamente sus dedos y brazos con ese hormigueo incómodo de cuando la sangre vuelve a circular.
Sin mirarlo Ted se disculpó de nuevo, me rodeó con sus brazos acariciando la espalda de nuestro hijo. Yo estaba muy nerviosa, sentía que en cualquier momento estallaría, pero mi cuerpo reaccionaba diferente quedándose completamente inmóvil. Necesitábamos más información.
El aire estaba lleno de silenciosos signos de exclamación, producto de la sorpresa que causó en ambas familias la reacción de Ted.
Jasper subió a la habitación donde Alice se había quedado sola, para traerla de vuelta a la sala mientras Edward se dirigía a todos, especialmente a Harry.
-Como ya notaron, en Londres se han enterado de dónde están Ted y Diana, según la visión de Alice pronto vendrá en su busca pero no vienen solo magos, los acompañan dos vampiros…
-¡Imposible! –la negación de Vicky fue un chillido de absoluta confusión.
-Lo mismo opinamos todos –continúo Ed, hablándoles a Carlisle y Harry-. Al parecer el Ministerio de Magia de Gran Bretaña ha establecido un pacto con los Vulturi.
“Eso es obvio” concordamos Ted y yo, de malas maneras pero mejor guardamos silencio.
-Pero, ¿qué clase de convenio? –la curiosidad natural de Carlisle entró en función, a los demás les tomó un minuto procesar la explicación de Edward pero cuando lo comprendieron se produjo un revuelo, todos hablando al mismo tiempo. Yo seguía en mi mundo, como siempre mirando maravillada a mi bebé pero pensando…
Hacía tiempo, cuando aún estábamos en Inglaterra, había reflexionado sobre lo sospechoso de nuestra conversión. Me pareció más que una coincidencia que el único vampiro en Gran Bretaña –de donde el Ministerio garantizaba habían sido desterrados siglos atrás- se encontrara en el mismo bosque que nosotros.
Aunque había considerado que el Ministerio estaba involucrado, no incluí a los Vulturi en esa ecuación… Por eso hasta ahora comprendí realmente.
“Dejemos que tu humano intente buscarte, luego él servirá”.
Había una terrible verdad oculta tras esas palabras. Se me abrió la boca, de puro horror y me convertí en una escultura de piedra en medio de la sala de los Cullen.
-¿Planeado? –la voz de Ted me llegó de muy lejos y desperté lo suficiente para notar el silencio de los demás y sus ojos clavados en mi-. Piensas que todo esto… ¿Lo planearon?
Tragué saliva intentando recomponerme y cambié de brazo a Al que seguía durmiendo, tan dulce… tan inocente como un ángel.
-Esa es mi conclusión… Deseo que no sea verdad –si lo era, significaba que el mundo que tanto había amado y al que pertenecí era una farsa, una muy buena máscara.
Ahora la mitad de la habitación quedó llena de estatuas mientras la otra mitad recuperaba el movimiento; Ginny se dejó caer en el sillón, Vicky puso sus manos sobre los hombros de su tía, Harry frunció el ceño concentrado en sus pensamientos, Leah se acercó a mi y los chicos miraban en todas direcciones, sin comprender del todo.
-Es imposible, lo siento –opinó Johann- conozco lo suficiente a Kingsley para saber que como ministro jamás autorizaría algo así, menos con la familia de Harry Potter… El héroe más grande de la Historia de la Magia, y su amigo. Imposible.
-Johann, es casi seguro que él no sabe nada –Ginny hablaba en un susurro pero conservaba la calma. Siempre he admirado su carácter-, no sería la primera vez que se producen anormalidades en el ministerio. Mi padre siempre ha dicho que el Departamento de Misterios es autónomo así que cualquier inefable podría investigar temas prohibidos, hacer experimentos… -miró a mi bebé y prefirió no terminar, sacudiendo la cabeza.
-¿Qué son los Vulturi? –Preguntó James-. Nunca he escuchado de ellos, ni siquiera en el colegio.
-En pocas palabras, son para los vampiros lo que el Ministerio de Magia para los magos. Una familia de vampiros que controlan las actividades de los demás y vigilan que nadie revele el secreto. Y los conocemos demasiado bien para mi gusto –explicó Bella echándole una fugaz mirada a Edward.
A su lado Renesmee cambió de posición su pierna, sonrojándose. Ya me habían contado la historia sobre cómo la protegieron… ¿Tendría Al que pasar por lo mismo? A mi mente llegaron las crónicas de la batalla de Hogwarts; sabía de lo que eran capaces los magos de cierta clase. Un profundo gruñido salió de mi pecho: si magos y vampiros venían por mi hijo, aunque fuera lo último que hiciera los mataría.
Victoire se sobresaltó al escucharme, quién sabe que expresión tendría en mi rostro por aquellos momentos pero la hizo contener la respiración. Jasper intentó aliviar mi tensión pero mis nervios no estaban para permitir aquello así que Edward lo relevó.
-Es posible defenderse, todo puede salir bien Diana, no debes temer… -lo asesiné con la mirada porque él no podía asegurar eso. Yo no tenía un clan dispuesto a enfrentar a una horda de vampiros solo por mi bebé, además de que todo el resto de mi familia era claramente humana.
Bueno, eso pensaba.
-Super –Emmett parecía feliz, justo como en el recuerdo de Bella; flexionó sus enormes músculos-. Volvemos a las andadas. ¡Lucharemos!
-¡¿Qué?! –Si, ¿qué?. Victoire y yo lo vimos como si fuera el bicho más raro del lugar, el grito de mi amiga sorprendió a nuestra familia humana. De seguro ellos también tenían los nervios a flor de piel; lo malo fue que despertaron a mi bebé, sus ojitos castaños aún medio adormilados recorrieron los rostros tensos de todos, por último el mío.
-No te asustes, todo está bien –le dijo Leah. Ted la miró mal pero yo no la contradije, él no tenía por qué sufrir… aún. –Vuelve a dormir, pequeño.
Pero Al negó con su cabecita, se acomodó mejor en mis brazos y se concentró en escuchar y ver a todos. Besé su despeinada cabeza y traté de sonreírle.
-Emmett, me parece que no es momento para decir eso –le reprendió Esme-. Debe haber otra alternativa, aún no conocemos realmente el motivo de que vengan.
Se volteó hacia Alice esperando una explicación pero ella estaba buscando algo en el futuro y no parecía prestar atención. Bueno, yo si tenía algo muy en claro.
-No. Nos enfrentaremos a ellos pero no acá –me gustó el firme tono de mi voz. Al me miró confundido.
Alice soltó un suspiro y volviendo al presente dirigió hacia mi sus ojos semi ocultos por los párpados entrecerrados.
-Creo que el lugar no hará las cosas diferentes. Igualmente los buscarán y no se detendrán hasta tenerlos de frente…
-Si, pero si alguien del ministerio planeó todo esto, me encargaré de que todo Londres lo sepa.
Harry negó con la cabeza, con expresión de lastima y opinó con voz triste:
-Una vez Remus me dijo: “No tengo muy buena prensa en la comunidad… Es el inconveniente de ser un hombre lobo”. Así que la comunidad mágica no creerá en lo que una familia de vampiros le quiera decir.
-¿No nos apoyarás? –Ni Ted creía que Harry nos abandonaría, pero quería asegurarse-. Entonces lo haremos solos.
- ¡Desde luego que lo haré! –Harry lo miró muy serio, pero habló con orgullo-. Es mi deber como tu padrino. Sólo les advierto que no será fácil.
Abracé con fuerza a mi bebé (sin olvidar su fragilidad), temerosa por él, por su padre y por mi… Enfrentar al ministerio en pleno y salir bien tras ello era casi imposible. Para mi sorpresa Ted sonrió.
-Eso no supondrá una novedad para ti… ¿Verdad, Elegido?
Harry lo asesinó con la mirada, sonrojándose y, mientras Ginny se reía, refunfuñaba acerca de insolencias, falta de respeto y otros adjetivos. Ted lo golpeó levemente en el hombro, continuando con sus bromas al mejor estilo Tonks y tomándole el pelo con bromas respecto a su historia.
A mi pesar, me uní a las risas de mi familia… tenía la impresión de que no nos reiríamos tanto en un buen tiempo.
******************
Al día siguiente cuando habíamos pasado la primera impresión, estaba sentada con mi bebé en la alfombra de la habitación, mirando sin ver mi alrededor. No podía dejar de pensar…
El principal objetivo de regresar a Inglaterra era obligar a esos magos a admitir frente a Kingsley la clase de experimentos que llevaban a cabo. Debíamos investigar mucho antes de mostrarnos ante ellos por supuesto, y Arthur, el padre de Ginny, y Harry serían fundamentales para ello.
Ted junto a Vicky, Johann, Ginny y Harry se encontraban en el comedor conversando acerca de las normativas mágicas respecto a los vampiros, mientras yo jugaba con Al apareciendo burbujas de colores qué el perseguía por nuestro dormitorio para estallarlas.
-Cuando Diana ingresó al Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, le dieron estos panfletos –decía Ted, mostrándoselos-. Hablan sobre todos los seres mágicos, reconocidos por el ministerio.
-¿Por qué no menciona nada sobre vampiros? –preguntó Victoire mientras revisaba los índices y ojeaba algunas páginas-. Son considerados seres mágicos. ¿O no?
-Muchos piensan como tú, que si pertenecen a nuestro mundo –le explicó Harry con voz tensa-, pero también muchos otros los consideran poco más que un animal, con habilidades superiores a los humanos pero totalmente dominados por el instinto.
Una burbuja se estalló en la nariz de Al, haciéndolo estornudar. Volteó su rostro hacia mi para que le limpiara la manchada nariz.
-Eso es estúpido –intervino Johann-, conozco diez vampiros y dos semivampiros, nunca los he visto comportarse como bestias, su inteligencia es mayor que la de los humanos. Lo único cierto es eso de las habilidades.
-Tienes razón, pero los vampiros que conoces son la excepción y no la regla. –concedió Harry, recordando uno de sus viajes a Transilvania-. Los nómadas gobiernan sus vidas por el instinto, la sed, y entierran por completo su pasado humano. Abandonan sus familias y ciudades, eso si no los matan para alimentarse. Les importa muy poco o nada las relaciones de amistad o de afecto, lo máximo que logran establecer son unas muy inestables relaciones de conveniencia.
Al recogió una burbuja tan grande como un balón de basket y salió corriendo para enseñársela a su papá. Me levanté del suelo y lo acompañé.
-Bueno, ahí tienen la excusa perfecta –aportó Ginny, con profundo desagrado-. Si para la mayoría de los magos son como animales, ¿por qué no experimentar con ellos?
Mi bebé entró en el comedor y saltó al regazo de Ted, mostrándole la burbuja que no estallaba.
-Mira lo que hizo mamá. Es muy bonita, ¿verdad?
-Muy linda –le sonrió su papá, revolviéndole el cabello verde. Vicky frunció el ceño mientras yo me sentaba a su lado.
-¡Eso no lo justifica! –estalló indignada-. Ted y Diana eran humanos, los usaron como experimento mientras aún eran humanos. Y miren cómo han sufrido luego de su transformación, ¡no son pedazos de roca! Sienten, tienen alma… ¿Y qué me dicen del bebé? Diana estaba embarazada cuando decidieron morderla. ¡Son unos criminales! –Estaba tan furiosa que se levantó y empezó a caminar de un lado a otro, con expresión feroz y su largo cabello agitándose en su espalda.
Con la boquita abierta, Al miró fijamente a su madrina. Tenía razón para sorprenderse, nunca la había visto así de enojada.
-Vi, ¿estás bien? –le preguntó bajito. Todos voltearon a verlo y los ojos de mi amiga se llenaron de lágrimas-. ¿Te duele algo?
Ella se acercó a él y lo tomó en brazos, besando su frente.
-No Al, no me duele. Pero estoy triste por una injusticia… -volvió a sentarse y Johann la rodeó con un brazo-. ¿Ven a lo que me refiero?
Harry separó los labios pero mi hijo lo interrumpió.
-¿Qué es una injusticia?
-Es cuando alguien hace algo que no está bien –le explicó su padrino-. Como castigar a una persona sin haber hecho algo malo.
El bebé se quedó pensando en esas palabras, sentado en piernas de Vicky, aprendiendo esas nuevas palabras y su significado. Harry retomó lo que iba a decir.
-Por eso llevo años investigando la vida de los hombres lobo, centauros, la gente del agua, los gigantes y hasta los vampiros, para que los magos dejemos de verlos como monstruos. Todo eso es una posición arrogante, no les otorgamos sus derechos, y al final les tememos sólo por ese miedo a lo desconocido. Un principio para la comprensión y el respeto es el conocimiento –suspiró, revolviéndose el cabello inconscientemente como cada vez que estaba nervioso o frustrado-. Pero siempre ha encontrado una gran resistencia a esa ideología.
-Aunque no lo creas, los Vulturi también están en contra de ese parecer –Carlisle acababa de entrar al comedor-. Para ellos el secreto es lo que nos mantiene a salvo de los humanos, toman la misma posición de los magos respecto a los muggles. El secreto nos protege.
Sin embargo, en sus recuerdos la imagen de Aro, el jefe Vulturi aparecía con gran nitidez. Carlisle conocía perfectamente su naturaleza curiosa, al igual que la crueldad con la que su hermano Cayo apoyaba sus ideas cuando le convenía. El parecido que encontré entre ellos y los magos me abrumó.
-Por eso existe el Departamento de Misterios y la división de Encantamientos Experimentales… -No se por qué pero me dieron ganas de reír al pensar que entonces éramos un juguete para el ministerio.
Carlisle me miró con interés, ya que mi comentario no venía al caso, pero Ted abrió los ojos con sorpresa y Harry se sentó más derecho en la silla.
-Toda la comunidad mágica ignora qué hacen los inefables… Dudo incluso que Kingsley sepa todo lo que sucede tras esas puertas –y Ted se quedó sin palabras, considerando las verdaderas razones tras nuestra realidad.
-Ahí lo tienen –razonó Johann-. Ambas comunidades deben protegerse de ser descubiertos por los muggles, pero no entre sí. Entonces, ¿por qué no llegar a un acuerdo?
-¿Qué clase de acuerdo sería ese? –Ginny cruzó los brazos, concentrada.
-Hasta ahora, los magos habían estado protegidos de los ataques de vampiros en gran parte de Europa. Solo los muggles han seguido expuestos, por lo que conocemos las consecuencias: transformarse o morir, de vez en cuando algún convertido desarrolla dones excepcionales. Pero… ¿qué ocurre si un mago se transforma en vampiro? –Mi voz grave y expresión sombría, no parecían mías. Sin embargo, estaba segura de todo lo que decía-. ¿Desaparecen sus poderes acaso? ¿O se potencializan tal vez?
Bajo la mesa, Ted sujetó mi mano. Habíamos hablado de esto la noche anterior, mientras paseábamos por el pueblo; aunque la idea nos resultaba demasiado cruel, impropia de la comunidad mágica actual, era la única explicación lógica que habíamos encontrado.
El ministerio de magia y los Vulturi nos habían escogido para responder esa misma interrogante. Ahora tendríamos que trazar un plan de acción.
Y qué tal?
Bueno, quiero anunciar algo muy importante! Para este capi y todos los siguientes contaré con la colaboración de Gus! (si, el único hombre varón macho masculino del foro ) así que: bienvenido!
También, ambos anunciamos que próximamente tendremos una pequeña sorpresa para el foro, en este mismo fic, esperamos que les guste mucho.
Sin más, disfruten!
Capítulo 15. Verdad.
-¿Nosotros?
La expresión de Alice lo decía todo. Tomé en mis brazos a Al, con un instinto de protección tan viejo como el mundo.
-¡Demonios! –Ted bajó como una flecha, sujetó a Harry por los hombros y lo zarandeó con algo de violencia. -¿Quiénes son? ¿Cómo supieron?
-¡Papá! –Lily corrió hacia él pero James no la dejó acercarse, mirando cautelosamente a Ted.
-Ted déjalo, lo lastimas…
-¡No Diana! –continuó estando furioso con su padrino quien parecía desconcertado y se veía tan indefenso como un chiquillo. –Él debe saber quiénes son…
Intenté sin éxito apartarlo de Harry, cuyos brazos empezaban a ponerse azules por la falta de circulación.
-¡Repulso! –Ginny tuvo la habilidad (y la certeza) de usar su varita para alejar a Ted. Ese encantamiento solo servía para cosas no seres… pero Ted fue instantáneamente separado de Harry.
Sentir el impacto del hechizo, le sirvió para recuperar la cordura, se quedó en su sitio y murmuró una disculpa en clara actitud arrepentida. Me acerqué a él de nuevo y tomé su mano mientras Harry finalmente hablaba.
-Rayos Ted, ¿qué fue eso? –estaba tan molesto como sorprendido, movió lentamente sus dedos y brazos con ese hormigueo incómodo de cuando la sangre vuelve a circular.
Sin mirarlo Ted se disculpó de nuevo, me rodeó con sus brazos acariciando la espalda de nuestro hijo. Yo estaba muy nerviosa, sentía que en cualquier momento estallaría, pero mi cuerpo reaccionaba diferente quedándose completamente inmóvil. Necesitábamos más información.
El aire estaba lleno de silenciosos signos de exclamación, producto de la sorpresa que causó en ambas familias la reacción de Ted.
Jasper subió a la habitación donde Alice se había quedado sola, para traerla de vuelta a la sala mientras Edward se dirigía a todos, especialmente a Harry.
-Como ya notaron, en Londres se han enterado de dónde están Ted y Diana, según la visión de Alice pronto vendrá en su busca pero no vienen solo magos, los acompañan dos vampiros…
-¡Imposible! –la negación de Vicky fue un chillido de absoluta confusión.
-Lo mismo opinamos todos –continúo Ed, hablándoles a Carlisle y Harry-. Al parecer el Ministerio de Magia de Gran Bretaña ha establecido un pacto con los Vulturi.
“Eso es obvio” concordamos Ted y yo, de malas maneras pero mejor guardamos silencio.
-Pero, ¿qué clase de convenio? –la curiosidad natural de Carlisle entró en función, a los demás les tomó un minuto procesar la explicación de Edward pero cuando lo comprendieron se produjo un revuelo, todos hablando al mismo tiempo. Yo seguía en mi mundo, como siempre mirando maravillada a mi bebé pero pensando…
Hacía tiempo, cuando aún estábamos en Inglaterra, había reflexionado sobre lo sospechoso de nuestra conversión. Me pareció más que una coincidencia que el único vampiro en Gran Bretaña –de donde el Ministerio garantizaba habían sido desterrados siglos atrás- se encontrara en el mismo bosque que nosotros.
Aunque había considerado que el Ministerio estaba involucrado, no incluí a los Vulturi en esa ecuación… Por eso hasta ahora comprendí realmente.
“Dejemos que tu humano intente buscarte, luego él servirá”.
Había una terrible verdad oculta tras esas palabras. Se me abrió la boca, de puro horror y me convertí en una escultura de piedra en medio de la sala de los Cullen.
-¿Planeado? –la voz de Ted me llegó de muy lejos y desperté lo suficiente para notar el silencio de los demás y sus ojos clavados en mi-. Piensas que todo esto… ¿Lo planearon?
Tragué saliva intentando recomponerme y cambié de brazo a Al que seguía durmiendo, tan dulce… tan inocente como un ángel.
-Esa es mi conclusión… Deseo que no sea verdad –si lo era, significaba que el mundo que tanto había amado y al que pertenecí era una farsa, una muy buena máscara.
Ahora la mitad de la habitación quedó llena de estatuas mientras la otra mitad recuperaba el movimiento; Ginny se dejó caer en el sillón, Vicky puso sus manos sobre los hombros de su tía, Harry frunció el ceño concentrado en sus pensamientos, Leah se acercó a mi y los chicos miraban en todas direcciones, sin comprender del todo.
-Es imposible, lo siento –opinó Johann- conozco lo suficiente a Kingsley para saber que como ministro jamás autorizaría algo así, menos con la familia de Harry Potter… El héroe más grande de la Historia de la Magia, y su amigo. Imposible.
-Johann, es casi seguro que él no sabe nada –Ginny hablaba en un susurro pero conservaba la calma. Siempre he admirado su carácter-, no sería la primera vez que se producen anormalidades en el ministerio. Mi padre siempre ha dicho que el Departamento de Misterios es autónomo así que cualquier inefable podría investigar temas prohibidos, hacer experimentos… -miró a mi bebé y prefirió no terminar, sacudiendo la cabeza.
-¿Qué son los Vulturi? –Preguntó James-. Nunca he escuchado de ellos, ni siquiera en el colegio.
-En pocas palabras, son para los vampiros lo que el Ministerio de Magia para los magos. Una familia de vampiros que controlan las actividades de los demás y vigilan que nadie revele el secreto. Y los conocemos demasiado bien para mi gusto –explicó Bella echándole una fugaz mirada a Edward.
A su lado Renesmee cambió de posición su pierna, sonrojándose. Ya me habían contado la historia sobre cómo la protegieron… ¿Tendría Al que pasar por lo mismo? A mi mente llegaron las crónicas de la batalla de Hogwarts; sabía de lo que eran capaces los magos de cierta clase. Un profundo gruñido salió de mi pecho: si magos y vampiros venían por mi hijo, aunque fuera lo último que hiciera los mataría.
Victoire se sobresaltó al escucharme, quién sabe que expresión tendría en mi rostro por aquellos momentos pero la hizo contener la respiración. Jasper intentó aliviar mi tensión pero mis nervios no estaban para permitir aquello así que Edward lo relevó.
-Es posible defenderse, todo puede salir bien Diana, no debes temer… -lo asesiné con la mirada porque él no podía asegurar eso. Yo no tenía un clan dispuesto a enfrentar a una horda de vampiros solo por mi bebé, además de que todo el resto de mi familia era claramente humana.
Bueno, eso pensaba.
-Super –Emmett parecía feliz, justo como en el recuerdo de Bella; flexionó sus enormes músculos-. Volvemos a las andadas. ¡Lucharemos!
-¡¿Qué?! –Si, ¿qué?. Victoire y yo lo vimos como si fuera el bicho más raro del lugar, el grito de mi amiga sorprendió a nuestra familia humana. De seguro ellos también tenían los nervios a flor de piel; lo malo fue que despertaron a mi bebé, sus ojitos castaños aún medio adormilados recorrieron los rostros tensos de todos, por último el mío.
-No te asustes, todo está bien –le dijo Leah. Ted la miró mal pero yo no la contradije, él no tenía por qué sufrir… aún. –Vuelve a dormir, pequeño.
Pero Al negó con su cabecita, se acomodó mejor en mis brazos y se concentró en escuchar y ver a todos. Besé su despeinada cabeza y traté de sonreírle.
-Emmett, me parece que no es momento para decir eso –le reprendió Esme-. Debe haber otra alternativa, aún no conocemos realmente el motivo de que vengan.
Se volteó hacia Alice esperando una explicación pero ella estaba buscando algo en el futuro y no parecía prestar atención. Bueno, yo si tenía algo muy en claro.
-No. Nos enfrentaremos a ellos pero no acá –me gustó el firme tono de mi voz. Al me miró confundido.
Alice soltó un suspiro y volviendo al presente dirigió hacia mi sus ojos semi ocultos por los párpados entrecerrados.
-Creo que el lugar no hará las cosas diferentes. Igualmente los buscarán y no se detendrán hasta tenerlos de frente…
-Si, pero si alguien del ministerio planeó todo esto, me encargaré de que todo Londres lo sepa.
Harry negó con la cabeza, con expresión de lastima y opinó con voz triste:
-Una vez Remus me dijo: “No tengo muy buena prensa en la comunidad… Es el inconveniente de ser un hombre lobo”. Así que la comunidad mágica no creerá en lo que una familia de vampiros le quiera decir.
-¿No nos apoyarás? –Ni Ted creía que Harry nos abandonaría, pero quería asegurarse-. Entonces lo haremos solos.
- ¡Desde luego que lo haré! –Harry lo miró muy serio, pero habló con orgullo-. Es mi deber como tu padrino. Sólo les advierto que no será fácil.
Abracé con fuerza a mi bebé (sin olvidar su fragilidad), temerosa por él, por su padre y por mi… Enfrentar al ministerio en pleno y salir bien tras ello era casi imposible. Para mi sorpresa Ted sonrió.
-Eso no supondrá una novedad para ti… ¿Verdad, Elegido?
Harry lo asesinó con la mirada, sonrojándose y, mientras Ginny se reía, refunfuñaba acerca de insolencias, falta de respeto y otros adjetivos. Ted lo golpeó levemente en el hombro, continuando con sus bromas al mejor estilo Tonks y tomándole el pelo con bromas respecto a su historia.
A mi pesar, me uní a las risas de mi familia… tenía la impresión de que no nos reiríamos tanto en un buen tiempo.
******************
Al día siguiente cuando habíamos pasado la primera impresión, estaba sentada con mi bebé en la alfombra de la habitación, mirando sin ver mi alrededor. No podía dejar de pensar…
El principal objetivo de regresar a Inglaterra era obligar a esos magos a admitir frente a Kingsley la clase de experimentos que llevaban a cabo. Debíamos investigar mucho antes de mostrarnos ante ellos por supuesto, y Arthur, el padre de Ginny, y Harry serían fundamentales para ello.
Ted junto a Vicky, Johann, Ginny y Harry se encontraban en el comedor conversando acerca de las normativas mágicas respecto a los vampiros, mientras yo jugaba con Al apareciendo burbujas de colores qué el perseguía por nuestro dormitorio para estallarlas.
-Cuando Diana ingresó al Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, le dieron estos panfletos –decía Ted, mostrándoselos-. Hablan sobre todos los seres mágicos, reconocidos por el ministerio.
-¿Por qué no menciona nada sobre vampiros? –preguntó Victoire mientras revisaba los índices y ojeaba algunas páginas-. Son considerados seres mágicos. ¿O no?
-Muchos piensan como tú, que si pertenecen a nuestro mundo –le explicó Harry con voz tensa-, pero también muchos otros los consideran poco más que un animal, con habilidades superiores a los humanos pero totalmente dominados por el instinto.
Una burbuja se estalló en la nariz de Al, haciéndolo estornudar. Volteó su rostro hacia mi para que le limpiara la manchada nariz.
-Eso es estúpido –intervino Johann-, conozco diez vampiros y dos semivampiros, nunca los he visto comportarse como bestias, su inteligencia es mayor que la de los humanos. Lo único cierto es eso de las habilidades.
-Tienes razón, pero los vampiros que conoces son la excepción y no la regla. –concedió Harry, recordando uno de sus viajes a Transilvania-. Los nómadas gobiernan sus vidas por el instinto, la sed, y entierran por completo su pasado humano. Abandonan sus familias y ciudades, eso si no los matan para alimentarse. Les importa muy poco o nada las relaciones de amistad o de afecto, lo máximo que logran establecer son unas muy inestables relaciones de conveniencia.
Al recogió una burbuja tan grande como un balón de basket y salió corriendo para enseñársela a su papá. Me levanté del suelo y lo acompañé.
-Bueno, ahí tienen la excusa perfecta –aportó Ginny, con profundo desagrado-. Si para la mayoría de los magos son como animales, ¿por qué no experimentar con ellos?
Mi bebé entró en el comedor y saltó al regazo de Ted, mostrándole la burbuja que no estallaba.
-Mira lo que hizo mamá. Es muy bonita, ¿verdad?
-Muy linda –le sonrió su papá, revolviéndole el cabello verde. Vicky frunció el ceño mientras yo me sentaba a su lado.
-¡Eso no lo justifica! –estalló indignada-. Ted y Diana eran humanos, los usaron como experimento mientras aún eran humanos. Y miren cómo han sufrido luego de su transformación, ¡no son pedazos de roca! Sienten, tienen alma… ¿Y qué me dicen del bebé? Diana estaba embarazada cuando decidieron morderla. ¡Son unos criminales! –Estaba tan furiosa que se levantó y empezó a caminar de un lado a otro, con expresión feroz y su largo cabello agitándose en su espalda.
Con la boquita abierta, Al miró fijamente a su madrina. Tenía razón para sorprenderse, nunca la había visto así de enojada.
-Vi, ¿estás bien? –le preguntó bajito. Todos voltearon a verlo y los ojos de mi amiga se llenaron de lágrimas-. ¿Te duele algo?
Ella se acercó a él y lo tomó en brazos, besando su frente.
-No Al, no me duele. Pero estoy triste por una injusticia… -volvió a sentarse y Johann la rodeó con un brazo-. ¿Ven a lo que me refiero?
Harry separó los labios pero mi hijo lo interrumpió.
-¿Qué es una injusticia?
-Es cuando alguien hace algo que no está bien –le explicó su padrino-. Como castigar a una persona sin haber hecho algo malo.
El bebé se quedó pensando en esas palabras, sentado en piernas de Vicky, aprendiendo esas nuevas palabras y su significado. Harry retomó lo que iba a decir.
-Por eso llevo años investigando la vida de los hombres lobo, centauros, la gente del agua, los gigantes y hasta los vampiros, para que los magos dejemos de verlos como monstruos. Todo eso es una posición arrogante, no les otorgamos sus derechos, y al final les tememos sólo por ese miedo a lo desconocido. Un principio para la comprensión y el respeto es el conocimiento –suspiró, revolviéndose el cabello inconscientemente como cada vez que estaba nervioso o frustrado-. Pero siempre ha encontrado una gran resistencia a esa ideología.
-Aunque no lo creas, los Vulturi también están en contra de ese parecer –Carlisle acababa de entrar al comedor-. Para ellos el secreto es lo que nos mantiene a salvo de los humanos, toman la misma posición de los magos respecto a los muggles. El secreto nos protege.
Sin embargo, en sus recuerdos la imagen de Aro, el jefe Vulturi aparecía con gran nitidez. Carlisle conocía perfectamente su naturaleza curiosa, al igual que la crueldad con la que su hermano Cayo apoyaba sus ideas cuando le convenía. El parecido que encontré entre ellos y los magos me abrumó.
-Por eso existe el Departamento de Misterios y la división de Encantamientos Experimentales… -No se por qué pero me dieron ganas de reír al pensar que entonces éramos un juguete para el ministerio.
Carlisle me miró con interés, ya que mi comentario no venía al caso, pero Ted abrió los ojos con sorpresa y Harry se sentó más derecho en la silla.
-Toda la comunidad mágica ignora qué hacen los inefables… Dudo incluso que Kingsley sepa todo lo que sucede tras esas puertas –y Ted se quedó sin palabras, considerando las verdaderas razones tras nuestra realidad.
-Ahí lo tienen –razonó Johann-. Ambas comunidades deben protegerse de ser descubiertos por los muggles, pero no entre sí. Entonces, ¿por qué no llegar a un acuerdo?
-¿Qué clase de acuerdo sería ese? –Ginny cruzó los brazos, concentrada.
-Hasta ahora, los magos habían estado protegidos de los ataques de vampiros en gran parte de Europa. Solo los muggles han seguido expuestos, por lo que conocemos las consecuencias: transformarse o morir, de vez en cuando algún convertido desarrolla dones excepcionales. Pero… ¿qué ocurre si un mago se transforma en vampiro? –Mi voz grave y expresión sombría, no parecían mías. Sin embargo, estaba segura de todo lo que decía-. ¿Desaparecen sus poderes acaso? ¿O se potencializan tal vez?
Bajo la mesa, Ted sujetó mi mano. Habíamos hablado de esto la noche anterior, mientras paseábamos por el pueblo; aunque la idea nos resultaba demasiado cruel, impropia de la comunidad mágica actual, era la única explicación lógica que habíamos encontrado.
El ministerio de magia y los Vulturi nos habían escogido para responder esa misma interrogante. Ahora tendríamos que trazar un plan de acción.
Y qué tal?
Disumo- Vampiro
- Mensajes : 1150
Fecha de inscripción : 04/11/2009
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
Yo ya te comenté en La web de Harry, así que... repórtate ahí, plus, es awesome.
Re: "Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]
Pues si...
Pero pensé que si no publicaba también en este foro podrías desollarme viva.
Además, tengo que ser la revividora oficial del foro este año también!
Pero pensé que si no publicaba también en este foro podrías desollarme viva.
Además, tengo que ser la revividora oficial del foro este año también!
Disumo- Vampiro
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Fecha de inscripción : 04/11/2009
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