"Historia de una Bruja Vampiro" [Spoilers][Xover]

Bien, antes que nada: Hola!!
Ahora sí, traigo este fic que también ha estado siendo publicado en otro lugar por ahí que no importa mucho (que no me vean escribir eso xD); y creo que cuenta con las ventajas de la... "experiencia"... ¡jajaja! Es un crossover con Harry Potter pero a decir verdad, está ubicado mucho después de que terminara la saga. Los personajes principales son Teddy Lupin, el hijo de Remus Lupin y que solo fue mencionado un par de veces en el séptimo libro; Diana Lupin su...esposa, de mi invención; y bueno, todos los de Crepúsculo. ¿Qué cómo rayos se unen esos dos universos taaaan buenos pero taaan diferentes? pues leyendo se darán cuenta.

Formalidades:
Trata de una pareja de magos que son atacados por un vampiro, y pasan su existencia entre ambos mundos: el de los magos, y el de los vampiros. Para adaptarse a los dos, necesitarán la ayuda de sus familias: los Potter y los Cullen. Pero muchas situaciones inesperadas se interpondrán en sus vidas. ¿Lo lograrán?

Género: romance, drama, en ocasiones comedia, y algunos momentos lemon y lime.

Disclaimer: Es un fanfic con trama creada por mi, algunos de los personajes también son de mi invención. Sin embargo incluye varios personajes de JKR y de Stephenie Meyer.
No ha sido creado con el fin de ofender a nadie, sólo como entretenimiento.

Advertencia: si no has leído toda la saga de Crepúsculo (Twilight), y quieres hacerlo, no leas este fic, ya que contiene muchos spoilers (adelantos) de los cuatro libros pertenecientes a ésta novela. Igualmente si no has leído Las Reliquias de la Muerte, ya que sus personajes tienen origen en ese libro.

Parejas: Diana[OC]/Teddy Lupin (principal), Ginny/Harry Potter, y las mismas de la historia original de Crepúsculo.

Espero que les guste, recibo toda clase de comentarios y ya voy alistando el cesto para los tomatazos... aunque sería muy feliz si no tuviera que usarlo xD
¡Besitos!





Capítulo 1. Confusión.

Al mirar al pasado, mi vida parecía la de otra persona.

Hacía nueve años me había enterado que era bruja. Fue, hasta hace poco, la noticia ¡más increíble y sorprendente de mi vida! Desde pequeña, todos en mi familia y yo sabíamos que había algo diferente, “extraño” en mi. Una vez, cuando tenía un año, mi hermana mayor me puso en el encierro y yo quería mi juguete favorito, pero como ella no me lo daba lo hice levitar hasta mi; cuando estaba en pre escolar jugando en los columpios, me caí y fracturé la nariz, pero al llevarme a la enfermería yo estaba bien, sana. La maestra creyó que lo de la fractura fue una ilusión suya. Tres años después, estaba en el patio de mi casa, buscando flores, sin embargo las que mas me gustaban (las rosas) estaban aun en botón, desee tanto que florecieran que de alguna forma se abrieron…

Por eso, como algunos de mis amigos magos, me sentí abrumada, asustada, y luego feliz cuando recibí la visita de la señora Hooch, quien me explicó que la directora Minerva McGonagall le pidió ir a buscarme hasta mi país porque se me había reservado una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia.

No podía creer que alguien viniera de tan lejos solo por mí, yo, que no tenía nada especial ni excepcional… Supe luego que había sido escogida para ese colegio por un tal Sombrero Seleccionador, que es el encargado de elegir los alumnos; él había oído de magos en otros continentes que no pueden recibir una educación mágica de calidad porque en sus países no existen instituciones de esta clase. Así que decidió darles la oportunidad a algunos, afortunadamente.

Mucho tiempo había pasado desde entonces. Mis estudios en Hogwarts habían terminado hacía dos años y muchísimas cosas y personas especiales habían llegado a mi vida. En Gryffindor había conocido a Victoire Weasley, Johann Wood y Teddy Lupin, y en el primer año nos convertimos en los mejores amigos.

Victoire y Johann habían sido pareja desde el séptimo curso, ella trabajaba para el banco Gringotts y él era sanador en San Mungo. Ted y yo llevábamos cuatro años de ser novios, él es auror, como fue su mamá, y yo trabajaba como traductora en el Departamento de Criaturas Mágicas en el Ministerio. Queríamos casarnos pronto, ya teníamos todo arreglado: trabajo estable, el horario ideal, una hermosa casa perfecta para una familia, donde ya vivíamos juntos. Decidimos tener hijos luego de casarnos, por lo que yo me estaba cuidando para evitar un embarazo, pero ya se sabe que todo puede fallar en esta vida… Luego de tres semanas de atraso en mi regla, de constantes indigestiones y cambios de humor totalmente anormales, le pedimos a Johann que me hiciera un chequeo. Es bueno tener un sanador como mejor amigo, ¡nadie más podría habernos dicho de mi embarazo con tanto entusiasmo! Aún me da risa al recordar la cara de bobo que puso al decirlo.

– ¿Recuerdan cuando hablamos que Vicky y yo seríamos los padrinos de sus hijos? –dijo–. Pues tendré que empezar a buscar el traje para la ocasión. Sabía que ustedes son bien… traviesos, ¿eh?

–Jo, ¿de qué estás hablando? –dijo desconcertado Ted.

–Pues de que esta mujercita bella que tenemos aquí ¡¡esta embarazada!! –contestó mirándome con una sonrisa de oreja a oreja. –Ya verán cuando se lo cuente a Vicky.

– ¡¿Que… que tendremos… un hijo?! –casi gritó Ted.

–Eso les estoy diciendo hace rato, ¿o tengo que explicarte también como se hacen los bebés? Mira, una abejita se enamora de una florcita…

– ¡No seas tan tonto! –se rió algo nervioso Ted. Me miró, esperando mi reacción, y me tomó de la mano– Amor… ¿amor? ¿Estás bien?

Yo estaba en shock, sentía que mi corazón había dejado de latir un momento y luego vuelto a latir furiosamente. No podía hablar. Sentía tantas cosas. Incredulidad porque se suponía estaba cuidándome de un embarazo, miedo por el futuro, felicidad porque un hijo de Ted era lo que más deseaba en el mundo y sabía que él quería lo mismo, y amor… inexplicable, un amor infinito hacia el pequeño bebito que estaba creciendo en mi, un amor que se hacía más y más fuerte a cada segundo a pesar de apenas haberme enterado de su existencia.

Ahora pienso que mi reacción ante la noticia no fue la más adecuada. Empecé a reír, primero suavemente y luego casi a carcajadas, al mismo tiempo lloraba. Asusté un poco a mi novio y a mi amigo pero entre risas y lágrimas logré decir:

–Estoy bien, no pongan esas caras… solo me rio porque estoy feliz… y lloro por lo mismo… creo.

Pude ver alivio en sus rostros.

–Bueno, siempre he dicho que estas algo loca… por eso eres amiga mía –dijo Jo, abrasándome.

Esa noche, Ted me llevó a cenar a uno de los restaurantes más elegantes de la ciudad y ya en casa celebramos íntimamente la gran noticia.






Abrí mis ojos.

– ¡¿Qué es esto?! –exclamé. Más sorpresa. Parecía ser el atardecer de un día soleado, pero veía todo diferente, como si me hubiera puesto lentes o viera todo a través de una lupa de aumento. Veía todo claro, definido, todos los matices de colores… y parecía ver más lejos. Cuando hablé, mi voz no sonó como mi voz.

Seguía tendida en el suelo del bosque, sentía la hierba bajo mi cuerpo y el calor de la tierra, así que me senté. Puse mis manos en mi abdomen y bajé mi mirada. El color de mi piel había cambiado, era bastante blanca, nunca había tenido ese color; bajo ellas, mi vientre seguía abultado. Lo acaricié, parecía que el bebé seguía allí, es más, podía sentir su forma casi exacta. Podría jurar que estaba sentado, con su cabecita hacia arriba.

– ¿Sentado? –dije en voz alta. Me confundí más al escucharme– ¿Qué es esto? –repetí.

–No estoy seguro –contestó una voz masculina, hermosa, diferente pero conocida a la vez.

Volteé a mi izquierda.

– ¡Oh!

Era Ted. Mi amor. Pero se parecía tanto al ser que me atacó, que no pude evitar saltar lejos de él.

Vaya, fui demasiado rápida. En menos de un segundo estaba en la rama de un árbol. ¿Cómo lo hice? No entiendo nada. El bebe se movió un poco.

–Diana –me llamó Ted.

Lo miré de nuevo, esta vez analizándolo. Ted siempre había sido alto, blanco, de ojos almendrados color castaño, y por ser un metamorfomago su cabello cambiaba de color varias veces por día, todos los días, aunque su tono propio era castaño claro. Sus tiempos como jugador de quidditch en el equipo de Gryffindor y su carrera como auror habían provocado que su figura fuera musculosa, atlética. Siempre ha sido más que hermoso para mí.

Pero ahora Ted era majestuoso. Seguía siendo musculoso pero sus músculos se veían tan firmes, su cabello estaba de su tono natural, y no cambiaba, eso me parecía extraño porque cuando se preocupaba su cabello se volvía azul; su piel era blanca como la de un unicornio y sus ojos eran de un rojo tan intenso, justo como la… sangre… Uhm, no había notado lo sedienta que estaba hasta que pensé en la sangre, hasta me dolía la garganta.

Esto estaba cada vez más difícil de explicar. Recordé cómo unos pocos momentos antes, todo era normal y humano para nosotros, cómo llegamos al bosque, todo.

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A mis cuatro meses de embarazo todo estaba bien. El bebé se desarrollaba perfectamente y mis malestares habían casi desaparecido. Ted y yo estábamos mejor que nunca, podía decirse que no podíamos pedir nada más a la vida. Hasta que…

Un fin de semana, decidimos ir a acampar al bosque. Era un lugar hermoso, pero pocas personas lo visitaban porque era casi desconocido, aunque Anthony, el guardabosque, que era mago y conocido mío, siempre vivía ahí con su familia en una pequeña casa, que no carecía de comodidades, ya saben, electricidad, agua potable, etc.

Levantamos la tienda de campaña y encendimos el fuego bajo unos árboles unos metros lejos de la casa del guardabosque. El día estaba siendo justo como lo imaginábamos: tranquilo, relajante. Al atardecer, empecé a tener la sensación de que había algo o alguien entre los árboles que nos observaba… Nos tranquilizamos diciéndonos que eran animales del bosque, ya sabíamos que nadie iba nunca ahí y que tampoco habían osos o felinos, así que nos fuimos a dormir cerrando la tienda.

Al cabo de unos minutos oímos el cierre de la tienda. ¡Alguien lo abría del otro lado! Todo sucedió demasiado rápido.

Un hombre alto, completamente blanco, entró a la tienda. Con manos frías como el hielo y fuertes como nadie podría imaginar me sujetó de la cintura y me sacó de la tienda. En algún lugar de la oscuridad, el hombre me tiró al suelo dejándome sin aire, por lo que no pude gritar.

Oía a Ted correr gritando por ayuda, acercándose a donde me había llevado el tipo.

Yo volvía a estar en shock, no podía pensar en nada.

–Dejemos que tu humano intente buscarte, luego él servirá –dijo el hombre, con acento similar al alemán.

– ¿Q–q–q–qué…? –susurré, aún desconcertada.

–Necesito tu sangre –contestó mi asesino con voz suave. –Tengo muchísima sed. Y hueles MUY bien.

Y sin más, se inclinó sobre mí, presionando fuertemente mi vientre con su cuerpo y sujetando mis muñecas haciendo sentir cómo mis huesos se harían polvo, y me mordió en el cuello. Empecé a gritar del intenso dolor y el miedo. Aquello era mucho peor que la maldición cruciatus.

Ted llegó hasta nosotros y, al ver lo que el hombre me hacía, entendió que era un vampiro. Siempre había sido excepcionalmente inteligente, y un auror muy hábil, como su padrino Harry. Empezó a lanzarle hechizos al ser, que no lo dañaron pero lo hizo soltarme. El otro mago, el guardabosque, llegó también.

No sé muy bien qué pasó luego. Recordé gritos, de Ted, mi amado Ted… gritos que no entendí porque yo misma me quejaba. Y recordaba sentir al bebé moverse muchísimo dentro de mí, con lo que lloré más intensamente porque sabía que estaba quemándose, sentía lo que yo… Más dolor, más fuego, mi bebé. Supongo que me desmayé varias veces al principio, porque no sentía ni sabía nada, volvía a sentirme morir, y silencio.

Había perdido completamente el sentido del tiempo. Oía mi corazón latir fuertemente y mi respiración forzada, otro corazón rápido y fuerte en algún lugar cercano, supuse (y rogué) fuera el de Ted. Me pregunté por qué si estaba tan cerca y su corazón latía, no me tocaba, no me hablaba. Fui más consciente de mi alrededor, aún sin abrir mis ojos; podía oír los pájaros cantar, el viento entre las hojas. Pensé que antes yo no podía oír el corazón de mi Ted a menos que me recostara a su pecho. Qué raro. Y menos aún al viento. De vez en cuando volvía a quejarme. Me pregunté también por qué no sentía a mi hijo moverse. Temí lo peor. Gradualmente el dolor físico desapareció, ya no me quemaba. Al menos mi corazón aún latía, significaba que estaba viva. Pero no oía a Ted.

Ahí fue cuando me desperté.
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–Ted, ¿qué sucede? ¿Por qué te ves tan distinto? –Empecé a decirle totalmente confundida–. ¿Y por qué nuestras voces han cambiado tanto? ¿Por qué todo es tan diferente…? ¿Qué pasó con el tipo que nos atacó? ¿Cuánto tiempo ha pasado?

–Tengo una teoría de qué es todo esto que está pasando. Pero primero baja de ese árbol, por favor.

Bajé y me coloqué frente a él. Fue fácil, no me tropecé ni lastimé. El bebé volvió a moverse, seguro lo incomodé.

–Bueno, según mi reloj, han pasado poco menos de tres días desde que ese ser nos atacó.

– ¿Tres días? Es mucho.

–Mm. Bueno, la criatura que provocó todo esto, pues, cuando te trajo al bosque, los seguí de inmediato, pero noté que era demasiado rápido, vi cuando te mordió, y comprendí lo que era. Empecé a lanzarle maldiciones, a pesar de saber que serían ineficaces, todo lo que quería era alejarlo de ti. Nos atacó a mi y a Anthony, el guardabosque. También me mordió, creo que estaba desesperado por alimentarse; pero Anthony ya estaba muy malherido, sangraba mucho, y al parecer eso consiguió que la criatura se olvidara de nosotros. Me acerqué un poco a ti, quería ayudarte pero pronto empecé a sentir los efectos del veneno y perdí el control. No pude hacer nada…

Terminó con una expresión de tristeza en su rostro tan profunda que me hizo llorar. Aún podía hacerlo pero fue extraño.

–Sé que no pudiste hacer nada –dije abrazándolo–. De seguro pasaste por lo mismo que yo. Pero, ¿puedes decirme qué era el ser que nos atacó? Es que sigo sin adivinarlo.

–Era, es, un vampiro.

– ¿De verdad? Pero, creía que no hay vampiros en Gran Bretaña, que el Ministerio vigilaba todas sus actividades.

–Parece que este escapó a ese control.

–Significa que nosotros… que él nos… –pensé que no podía ser cierto, no debía serlo.

–Nos convirtió en lo mismo que él –dijo Ted confirmando mis oscuros temores.

–Amor, no puede ser cierto –le contesté aterrorizada.

–Lo sé, es terrible. Pero tienes que creerme.

–No puedo.

–Tienes que. Dime, si hago esto –pasó su mano por mi rostro y mi corazón se aceleró–, ¿qué sientes?

“Un deseo incontrolable de besarte” estuve a punto de decir, pero supe que no se refería a emociones.

–Estás helado.

–Ahora –me abrazó recostándome en su pecho, cerca de su corazón, cosa fácil ya que soy de muy baja estatura–, escucha. Dime, ¿oyes algo?

Escuché atentamente. No era difícil, podía oír todo a mi alrededor. Sin embargo:

–Nada. Tu respiración solamente. ¡Oh! Ahora recuerdo que en este tiempo que estuvimos… ¿transformándonos? –pregunté. Asintió–. Bueno, oía nuestros corazones latir, pero en un momento dejé de escuchar el tuyo.

–Es por eso por lo que llaman a los vampiros “los no muertos”. Como su corazón no late, no se consideran vivos, sin embargo hacen todo lo que los vivos hacen.

–Pero mi corazón si late.

–Si. Eso no lo entiendo –contestó Ted, parecía curioso pero hizo una mueca–. No puedo pensar ahora… tengo sed.

Me lo recordó y el dolor de garganta volvió.

–Yo también. Y ahora, ¿qué hacemos?

–No lo sé. Soy tan nuevo como tú en esto.

–Al menos sabemos qué buscar: sangre humana –lo miré, resignada a lo peor.

–Lo haremos juntos –me prometió mirándome a los ojos. Mi corazón volvió a acelerarse–. Siempre nos ayudaremos.

–Siempre –contesté, con algo similar a una sonrisa en mis labios.

Ya de antemano me encanta que cumplas con lo de los disclaimers y todo *-* aaaay (L) y bueno, te cambié el color del titulo, es que no sé que follones armé una vez remodelando el foro y puse que se podian poner colores y ahora no se como quitarlo, espero que no te moleste.
Y bueno, el capitulo me ha gustado, omg, es que Teddy para mi es (LLLLL) siempre lo adoré (vamos, desde que lei el septimo de Jotaká xDD)
Espero que lo sigas prontito ^^

¡Gracias! de antemano te digo que un gusto cumplir con todo eso, como escribí antes, las "ventajas de la experiencia"... xD No, para nada me molesta, ¡mientras no borres el fic! ¡jajaja!
Yo también amo a Teddy desde que leí sobre él. Es que hasta en la foto que le enseñó Remus a Harry se veía que era ¡ADORABLE!
Me alegro te haya gustado. Espero que a los y las demás también... si es que los hay.
Y sin más, traigo el segundo capítulo. ^_^




Capítulo 2. Un nuevo y agridulce comienzo.

Mi primera experiencia de cacería fue algo… singular.

Decidimos que lo mejor era dejar de pensar, dejarnos llevar por el instinto, ya sabríamos cómo hacerlo gracias a él. Ambos temíamos por la seguridad de nuestro hijo. Sabíamos que estaba vivo gracias a que lo sentimos moverse algunas veces mientras discutíamos cómo buscar nuestra primera comida en esta nueva vida. Es evidente que el niño es muy fuerte, si comparamos la intensidad de sus golpecitos cuando éramos humanos con la intensidad que tienen ahora.

Preferimos no asumir riesgos, así que Ted se encargaría de atacar y yo esperaría tras él, para acabar los detalles. Razonamos que los humanos no son tan difíciles de atacar, y menos aún los muggles, nuestra experiencia como magos nos había ayudado mucho a darnos cuenta de ello. Y hablando de magia…

Recordamos que nuestras varitas mágicas estaban en la tienda. Uf, era sorprendente que apenas tres días atrás llegamos a ese bosque por un poco de tranquilidad; el cambio en nuestras vidas resultaba abrumador.

Empezamos a caminar por el bosque, siendo en verdad increíble el descubrir las novedades de nuestros vampíricos cuerpos. Redescubrimos las fragancias de la madera húmeda y de las flores, los colores y los sonidos de todo. De todo, excepto de los animales que huían a toda prisa de nosotros, corrían a sus madrigueras, a sus refugios, y la verdad, es que tenían sobradas razones para hacerlo.

Lo pensé un momento: no hay presas de gran tamaño, no pueden aplacar mi intensa sed, pero si atenuarla. Podía oír sus corazones fácilmente, por encima de mi propio corazón, imaginé la sangre fluyendo por sus cuerpos…

–Agh, ¡no puedo más! –gruñí.

Vi un nido en un árbol, lo trepé, y encontré una ardilla, era muy pequeña pero la sed pudo más. La mordí con fuerza; un gran error, por ser tan pequeña fue fácil reducirla a trocitos.

–Genial, ahora tengo que tomar la sangre de mis manos… no es lo mismo –dije decepcionada.

–Mmm, no creí que una ardilla fuera suficiente. No fue una buena idea –me dijo divertido Ted.

Vaya, qué silencioso es, no lo escuché subir al árbol.

–Al menos ya hice mi primer intento de cacería. ¡Te gané! –le dije sacándole la lengua.

–Pero yo cazaré alimento de verdad, algo grande… ya sabes –me guiñó un ojo.

–Si, no lo dudo. Hay algo que no entiendo.

–Yo tampoco entiendo muchas cosas.

– ¿Cómo haces? Es decir, yo no soporté la sed al oír los corazones de estos animales. Pero el mío late, como el de ellos. ¿Cómo haces para no querer atacarme?

Ted me miró, serio, pensativo. Contestó:

–No siento sed alguna por ti. Tienes una esencia muy similar a la mía, por si no lo habías notado, eres muy similar a mí, y te amo, jamás te dañaría, eso es bastante fuerte. Aunque no sé por qué no somos totalmente iguales.

–Mmm, eso es interesante. Pensaba que sabíamos todo sobre criaturas mágicas.

–No, ése es Hagrid –sonrió un poco–. Pero recuerda que los magos no tenemos mucha información sobre vampiros porque no estuvieron de acuerdo en firmar el Estatuto del Secreto cuando fue propuesto, y no compartieron sus secretos o legislaciones (si es que las tienen) con los magos.

–Y ahora, ¿qué somos nosotros? Nacidos magos, convertidos en vampiros… ¿tú eres un mago-vampiro y yo una bruja-vampiro? –empecé a sonreír–. Eso no suena sexy.

–La verdad, no. Esto es una catástrofe: ¡hemos perdido el sex-appeal! –me dijo entre sarcástico y divertido.

–Tengo mucha sed –dije mirando los restos de la ardilla y cambiando el tema bruscamente. No lo podía evitar, la sensación era casi insoportable.

–Vamos –dijo Ted tomándome de la mano–. Démonos prisa.

–Mmm –me perdí al sentir su mano en la mía. Quería besarlo de nuevo.

– ¿Qué pasa? –preguntó.

Lo miré a los ojos, lo abracé y me puse de puntitas. Acercó su rostro al mío, era instintivo, y nos besamos tiernamente. Era una sensación nueva, demasiado intensa. Sus labios estaban helados, igual que sus manos.

Oía el reloj de pulsera de Ted, conté un minuto: el beso era más intenso; dos minutos: empezamos a besar algo más que nuestras bocas; tres minutos: mi deseo por él es demasiado; cuatro minutos…

– ¡Aaahhh! –me separé de él jadeando.

– ¿Qué? –preguntó asustado.

– ¡Dios… mío… mis… pulmones… aire!

– ¡Oh! Ehm, ¿necesitas respirar?

–Si… increíble contener la… respiración cuatro minutos… es demasiado. Tú también, ¿no?

–Sinceramente, no sentí que me hiciera falta.

Puse cara de boba, eso era muy raro.

–OK, otra diferencia. Y tan bien que íbamos –dije decepcionada de mi capacidad pulmonar.

–No te preocupes –contestó riendo–, tenemos mucho tiempo aún.

Sentí mi garganta reseca una vez más, miré a Ted y comprendimos que necesitábamos lo mismo INMEDIATAMENTE.

Corrimos hasta la tienda de campaña. Había tantas cosas nuevas por sentir. Fue maravilloso, mientras fui humana jamás hubiera intentado correr estando embarazada, pero ahora de alguna manera sabía que no pasaría nada malo. Mi chico me miró con una enorme sonrisa en su boca y yo se la devolví. Pero pronto llegamos a la tienda, no estábamos muy lejos. Lástima.

Todo seguía en su lugar. Tomamos las varitas y tratamos emplear la magia para empacar, pero por más que pronunciamos diferentes hechizos ninguno hizo nada. Lo intentamos bastante tiempo, hasta que oscureció, pero de nada valió. Eso resultó desesperante.

Empacamos todo al mejor estilo muggle y lo metimos de vuelta al auto.

– ¿Qué pasó con Anthony? –pregunté viendo la casita.

–Se lo llevó el vampiro –dijo Ted con expresión sombría.

– ¡Oh! –estuve a punto de lamentarme por su familia pero no debía, pronto tendríamos que hacerle lo mismo a alguna persona. Preferí dejar de pensar en ellos como personas, mejor solo como humanos–. Me caía bien.

Entramos al auto. Decidimos buscar nuestra… comida, en una ciudad cercana. Cazaríamos lo que estuviera más accesible.

Así llegamos, bajamos del auto y nos ocultamos en una calle solitaria donde sólo brillaban las luces de un bar. Yo abrazaba a Ted, sentía algo similar al miedo y mucha emoción. Esperamos a que alguien saliera, hasta que cerca de la medianoche una pareja dejó el bar. Ambos parecían ir muy tomados y no saber a dónde dirigirse.

Rápida y silenciosamente Ted se colocó frente a ellos, lanzó al hombre contra la pared de la callejuela antes incluso de que el otro lo mirase bien, tan fuerte que lo dejó inconsciente. Pude ver que la mujer iba a gritar pero me lancé contra ella golpeándola contra el suelo, también quedó inconsciente. Era algo más alta que yo, mediría uno sesenta, y debía pesar unos cincuenta y tantos kilos, pero eso no impidió que la cargara hasta un rincón más oscuro por si pasaba alguien frente al callejón. Supe que mi novio ya estaba alimentándose cuando el olor a sangre llegó hasta mí. No me gustaba el olor de la mujer, tenía mucho alcohol en sus venas, me desagradaba. Cerré mis ojos y me dejé llevar.

Minutos después terminamos la “cena”, me sentía satisfecha a pesar de mi desagrado; me acerqué a Ted y lo abracé.

– ¿Cómo te sientes? –pregunté.

–Mucho mejor –contestó besando mi frente–. Esto fue menos duro de lo que temía. Es natural; sabe muy bien.

–Mmm, a mi no me gustó su sabor –dije echando una indiferente ojeada al cuerpo–. Pero ya no tengo sed.

– ¿Segura? ¿No prefieres cazar algo que sepa mejor? ¿O intentar comer otra cosa? –Ted miraba con cierta preocupación mi vientre. De seguro pensaba en qué pasaría con nuestro hijo.

–Debería intentarlo, por él –contesté acariciando mi abdomen–. Vamos a casa, ahí podré prepararme algo.

Regresamos al auto, dejando los restos de nuestra primera cacería atrás de nosotros y pensando que esta nueva vida no era tan terrible como imaginamos en un primer momento. Todo era natural. Sólo debíamos olvidar los prejuicios humanos, mágicos o no, y ser conscientes de que después de todo no buscamos esto.


¿Y?

No he leído Harry Potter así que los personajes son totalmente nuevos para mí, aún así me gusta el fic

Decidido, siguiendo mi costumbre, publicaré semanalmente. ^^
Ojalá en los otros fics pudieran hacerlo también porque la mayoría están MUY buenos.

Capítulo 3. Asombro.

Regresamos a casa la madrugada del martes. Se sentía muy bien estar en ese sitio tan familiar.

Era una casa color terracota, de dos plantas. Tenía un pequeño jardín y en realidad lo que más me gustaba de ella era que todos los puebles eran de madera añejada, excepto los sillones (por obvias razones de comodidad) que eran mullidos y de color chocolate, Una pared llorona* dividía la sala de las amplias escaleras con pasamanos de hierro forjado que daban al segundo piso, la pared contigua tenía dos puertas: la izquierda daba a la cocina, y la de la derecha al comedor, donde había un mueble con vinos y el juego de mesa en madera de cenízaro regalo de mi madre; el comedor, a su vez, tenía una puerta de vidrio corrediza que daba al patio.

Mientras Ted desempacaba yo revisaba la contestadota, se suponía que volveríamos anteayer por la noche. Habían tres mensajes, uno de Vicky y Jo esperando noticias del paseo, ella me había encargado tomar fotos para contarle hasta el menor detalle; otro de Harry preguntando cómo estuvo el fin de semana, era el mejor padrino del mundo, casi como un padre para nosotros; y el más reciente de Ginny, invitándonos a cenar la noche anterior.

Ted entró y me sugirió llamarlos en la mañana, estarían durmiendo a esta hora, así que subí a cambiarme la ropa, él dijo que pronto me seguiría.

Entré a la habitación, encendí la luz y me quité la ropa dejándola en el suelo, quedando solo en ropa interior, ya que la mayoría de las prendas estaban llenas de tierra, ramitas y hojas producto del enfrentamiento con el otro vampiro en el bosque. ¡Iug! Si así estaba mi vestimenta no imaginaba cómo me debía ver yo, parecería una de esas brujas malvadas de los cuentos, con verruga en la nariz y todo.

Vicky me había regalado un espejo enorme que ocupaba bastante espacio, ella siempre fue una apasionada por la moda y por verse bien. Solía sentarme horas frente al espejo tratando de probar en mí nuevos looks, con ropas nuevas y peinados que aprendía en sus constantes cursos de peluquería a los que asistía con Fleur, su mamá; era bastante divertido, en especial cuando yo intentaba vestirla y ella ponía su expresión de “si salgo así a la calle, me confundo con los vagabundos”.

Me acerqué al espejo y quedé sin habla. Di vuelta en redondo mirando la habitación para asegurarme de que no había nadie más en ella. Estaba sola. Así que la del espejo debía ser yo, sin posibilidad de error.

Miré de nuevo. Una muchacha de veinte años me devolvía la mirada con sorpresa en sus almendrados ojos cafés, era baja y delgada, excepto por el pequeño bulto en su vientre. Sus rizos color castaño oscuro perfectamente definidos llegaban hasta sus codos, y su piel, antes ligeramente morena, estaba totalmente blanca, como la de Ted… Era toda perfecta. Era toda imposible.

Despacio fui pasando las manos por mi nuevo cuerpo, para asegurarme absolutamente que la que veía en el espejo era realmente yo. Eso parecía.
Ted entró al dormitorio y me miró curioso por lo que hacía. Lo miré con atención. También era perfecto. Mil veces mejor que los modelos súper sexys de las mejores revistas internacionales. Sinceramente qué tonta, era obvio que si Ted había cambiado físicamente yo también debía haberlo hecho.

– ¿Sorprendida? –me preguntó sonriendo y viendo mi reflejo.

–Mucho. ¿Por qué no me dijiste nada?

–Quería que pasaras esa sorpresa, por eso te dejé subir sola.

–Ya. Pero no soy la única. ¡Ven mírate! –lo tomé de la mano y coloqué frente al espejo.

Fue más que evidente que no esperaba verse tan hermoso como el mismo Narciso, su expresión de asombro era un poco cómica en medio de su rostro de dios.

– ¿Ahora quién es el sorprendido? –le dije. –Deberías cambiar tu ropa también, desmejora un poco tu persona.

Pareció volver poco a poco a la realidad.

–Ehm… Sí –miró su vestimenta. –Tienes razón.

Yo ya me había puesto un conjunto de dormir y estaba recogiendo la ropa del suelo, intenté usar mi varita de nuevo pero no funcionó. Al levantarme me mareé un poco y sentí mi estómago revolverse. Hacía varios días no tenía esa sensación.

– ¡Agh! –me quejé –. Aún no mejoran mis mareos.

Sentí arcadas.

–Mejor ve al baño –contestó Ted.

No había terminado de decirlo cuando ya estaba en el lavabo, vomité toda la sangre que tenía en el estómago, abrí la llave al máximo para que el agua se la llevara, el olor solo lo empeoraba, me daba más asco. Me senté sobre la tapa del inodoro apoyando la cabeza en mis manos y tratando de respirar con normalidad.

Ted me abrazó.

–No sabía que los vampiros pudieran vomitar.

–Ni yo –logré decir.

No hablamos en unos minutos.

–Creo que ya estoy bien.

– ¿Segura? Estás temblando.

–Es que… tengo algo de frío –miré sus brazos que me rodeaban por los hombros.

–Lo siento –y me soltó–. Lo olvidé. Es la falta de costumbre.

– ¿Por qué estás frío y yo sigo estando caliente? Si ambos somos vampiros y nos transformó la misma criatura, ¿no deberíamos ser similares?

–Eso parece ser lo lógico pero tampoco lo entiendo.

Volvimos al dormitorio y nos sentamos en la cama.

–Esto es frustrante –contesté mirándolo angustiada–. ¡No tenemos idea alguna sobre nosotros mismos! Desconocemos por qué somos diferentes, cómo deberíamos ser, ¡incluso cuáles son nuestras habilidades! Tiene que haber alguien que nos ayude.

–Creo que hay alguien. Pero es muy arriesgado para él hablar con nosotros.

– ¿Quién?

–Harry.

Harry. Claro. Como auror experto debía saber algunos secretos sobre vampiros. Sus múltiples viajes por el mundo, su amistad con Hagrid, sus muchas investigaciones sobre criaturas tenebrosas… Ése último pensamiento me congeló.

–Criaturas tenebrosas –repetí, en voz alta.

–Si –Ted se veía molesto–. Eso es en lo que nos convirtieron.

–Y es arriesgado que él hable con nosotros porque podríamos atacarlo –comprendí que dudara al sugerir a su padrino como ayuda.

–Bastante. Pero es nuestra única ayuda. Tenemos que pensar esto muy bien.

–De acuerdo –contesté. –Vamos a la cocina, buscaré algo normal para comer.

Me preparé un emparedado y una gigantesca taza de chocolate caliente, que siempre me había gustado. Aunque las cosas no sabían igual que antes (tenían un sabor muy simple, como una tortilla de harina), no tuve problema alguno comiendo, parecía que conservaba una parte humana en mi... interesante. Pasamos conversando gran parte de la madrugada sobre cómo explicarle esto a Harry y pedirle su ayuda, hasta que cerca de las cuatro de la madrugada caí dormida sobre el hombro de mi novio.
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Me despertó el timbre del teléfono.

– ¿Diga? –contestó Ted.

Estaba en mi cama, de seguro Ted me acostó en ella. Según el reloj, eran las nueve y treinta de la mañana.

–Si, ¿hablo a la casa de los Lupin? –oí una voz muy paternal y conocida al otro lado del auricular. Me levanté y empecé a vestir.

– ¡Harry! Claro, soy yo, Ted.

– Oh, disculpa, es que no reconocí tu voz. ¿Cómo han estado?

–Mm, bien… necesitamos tu ayuda con un asunto importante y urgente.

– ¿Es muy serio?

–Bastante.

–Te escucho.

– Es necesario que lo conversemos en persona. ¿Puedes, por favor, venir a mi casa? En un par de horas, a ser posible.

–De acuerdo. ¿Debo llevar o hacer algo en especial?

–Pídele a Ginny que venga contigo. La necesitamos también.

– ¿Le pasó algo a Diana, o al bebé? –Ginny era medimaga, y cuidaba de mí.

–Puede ser. Les explicaremos todo cuando vengan. Perdona que no te diga nada ahora, pero es mejor así. ¿Lo entiendes? –Ted dijo esto con tristeza en su voz, detestaba guardar secretos a su padrino, por pequeños que fueran.

–Por supuesto. Iremos lo más pronto que podamos.

–Gracias –fue todo lo que pudo decir Ted y colgó.

Bajé las escaleras y me paré a su lado.

–Buenos días –lo saludé, dándole un beso corto.

– ¿Dormiste bien?

–Bastante –sonreí–. ¿Y tú?

–No dormí.

Lo miré sorprendida. Si aquello era cierto debería verlo cansado y con ojeras, pero se veía la mar de bien. Recordé que no sabíamos nada de nosotros mismos. Grandioso.

–Adivinaré: ¿Tampoco necesitas dormir?

–Nop. Al fin puedo escuchar completas tus conversaciones en sueños.

–Qué bien. Espero no haber dicho nada que te moleste –dije insegura; desde pequeña hablaba dormida.

–Nada, no te preocupes –su tono cambió, pícaro-. Aunque dijiste que alguien iría a pescar.

– ¿En serio? –no recordaba haber soñado nada relacionado con la pesca–. No me hagas mucho caso mejor.

Me dedicó una fugaz sonrisa.

Aprovechamos el tiempo para repasar todo el plan de cómo explicarles a Harry y Ginny. Teníamos todo el día para hacerlo: nuestros trabajos quedaban más que pospuestos. Cerca del medio día oímos un coche acercarse, se asomó a la ventana.

–Son ellos –confirmó.

Esperamos en la sala hasta que golpearon la puerta. La abrí un poco, apenas para que vieran mis ojos.

–Hola. Gracias por venir tan pronto.

– ¿Están bien? –preguntó Ginny, su frente arrugada por la preocupación.

–Por favor, necesito que estén alertas. Les pedimos venir porque no tuvimos más opción, pero existe un gran peligro para ustedes. Prométanme que, si es necesario o si Ted o yo se lo pedimos, se defenderán; de nosotros.

– ¿De…? –dijo Ginny, Harry la interrumpió.

–Lo prometemos –y sacó su varita. Seguro había notado la seriedad y el leve tono de súplica en mis palabras.

Abrí del todo la puerta para que entraran y no la cerré, en caso de necesitarlo ellos podrían huir fácilmente. Su esencia llenó la habitación, Ted se tensó y dejó de respirar; contrariamente su olor no me atraía. Me acerqué a él y lo abracé, señal de advertencia.

Cuando nos miraron, su expresión fue primero de conmoción, luego extrañeza, curiosidad, temor, comprensión y finalmente cautela. Ellos podían adivinarlo, Harry era muy experto en estas cosas y Ginny a su lado había aprendido lo suficiente. No hablamos en muchos minutos, hasta que finalmente Harry dijo con calma:

– ¿Vampiros?

Asentimos con la cabeza. Ginny puso ojos de plato y no pudo evitar sujetar fuertemente su varita.

– ¿Cuánto tienen? ¿Este fin de semana?

–Un día exacto desde que despertamos –contesté.

Harry asintió, pensativo.

– ¿Se han alimentado?

–Lo suficiente para saciar la sed, por el momento.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Ginny. Harry siguió impasible.

– ¿Y nos pidieron venir porque…?

–Los necesitamos, como familia. Sólo tú –dijo Ted dirigiéndose a su padrino– puedes ayudarnos a comprender qué somos, qué podemos hacer, ser nuestro guía. Y sólo tú –dijo mirando a Ginny– eres quien puede ayudar al bebé. Por favor.

–Se lo rogamos –dije tomando a Harry de las manos–, ¡por favor!

Tras unos minutos en los que pensaron en todo lo que les habíamos dicho, intercambiaron una larga mirada, y nos dijeron:

–Haremos todo lo que podamos.

–Pero necesitamos que ustedes también pongan el máximo esfuerzo de su parte –agregó Ginny mirando a Ted directo a los ojos–. Somos humanos, obviamente, y también su fuente de alimento. ¿Podrán controlar su sed?

–Es difícil, pero no imposible… lo estoy intentando lo mejor que puedo –le contestó.

–Lo estás haciendo muy bien –le dije. La verdad es que tenía una expresión de sufrimiento intenso, pero era lo menos malo que podía pasar.

– ¿Y tú? –me preguntó Harry.

–Sinceramente, su olor no me atrae en lo más mínimo.

– ¿Eso es posible? –preguntó Ginny a Harry.

–No es imposible, pero es extremadamente inusual. De acuerdo, ya que todos nos hemos comprometido a colaborar al máximo, ¿por dónde empezamos?

– ¡Gracias! –casi gritamos Ted y yo al mismo tiempo.





*No sé si las conocerán. Es una pared por donde cae agua suavemente dando un ambiente fresco a donde sea que estén. Como podrán notar, me encantan. xD
Bien, por si las dudas, un auror es un cazador de magos tenebrosos. Digamos que son como el FBI del mundo mágico.

Si, acá sigo yo... solita. Moriré de tristeza! T_T
Ña! traigo un capi más. Algún día alguien tendrá tiempo (y paciencia xD) pa leerlo. Disfruten!




Capítulo 4. Crisis.

Así pasamos dos semanas completas con ellos, excepto las noches, cuando se iban a su propia casa.

A pesar de que no teníamos aún una explicación real al hecho de que no pudiéramos hacer magia, Ginny y Harry nos explicaron casi todo: que los vampiros son ponzoñosos y gracias al veneno es que se crean nuevos vampiros, los neonatos; que teníamos muchas habilidades de cazadores como fuerza, velocidad, visión nocturna y una gran inteligencia; descubrimos que Ted era un vampiro totalmente transformado pero yo no.

Eso justificaba que mi corazón aún latiera, mi temperatura corporal fuese bastante caliente, más alta que la de un humano promedio, me diera asco beber la sangre humana y la comida normal no me servía de nada, lo que por cierto me llevó a una inanición de doce días en los que mi salud empeoró exageradamente y mi sed era imposible de soportar, además mi estado lo hacía más difícil todo. Luego de mucho pensar y analizar todo, concluimos que mi cuerpo de alguna forma impidió una conversión total para proteger al bebé, para que terminara de desarrollarse y pudiera nacer, de hecho mi embarazo se había acelerado a una velocidad increíble: en dos semanas mi vientre pasó de verse de cuatro meses recién cumplidos a cinco. Parecía avanzar un mes por cada dos semanas.

No sabíamos nada sobre el bebé. Ginny un día me llevó al hospital e intentó hacer todas las pruebas necesarias, pero fue imposible: las inyecciones no pasaban mi resistente piel, el ultrasonido tampoco logró pasar a través de ella, con el estetoscopio tampoco pudo escuchar los latidos del corazón del bebé, aunque ni Ted ni yo podíamos escucharlo a pesar de nuestro mejorado oído, los exámenes de orina también fueron imposibles, ya que yo no necesitaba ir al baño.

Harry sabía tanto de vampiros porque en uno de sus viajes como auror conoció a los Cullen, una familia de vampiros que vivía en Forks, Estados Unidos, y llevaba un estilo de vida muy especial: no se alimentaban de humanos, sino de animales.

Un día Harry llamó a Carlisle, el padre de la familia Cullen y un vampiro de más de trescientos años de edad, y conversaron sobre nosotros horas de horas, me dormí hasta que finalmente terminó la llamada y Harry me despertó anunciando que lo mejor sería preparar una morcilla para mí. Luego de que me hubiera alimentado, hablaríamos de todo lo que habló con Carlisle.

Mientras Ginny buscaba todos los ingredientes en la cocina y Harry traía la tripa con sangre animal, Ted salió de la casa, quedándose en el patio para evitar que perdiera el control en caso de que el aroma despertara su sed, aunque se había vuelto buen cazador y su autocontrol había mejorado mucho. Yo no había ido con él ha buscar alimento, de hecho casi no podía caminar por lo débil que me encontraba, así que estaba siempre acostada en el sillón grande de la sala.

Cuando Harry volvió y entró a la casa, el olor de la sangre que traía envió una cuchillada a mi garganta: la sed… más fuerte que nunca. Él me saludó, pasó a la cocina donde dejó su compra, besó a Ginny y salió al patio a acompañar a Ted. Los oí conversar pero no les presté atención, ya que estaba totalmente concentrada en la comida.

Seguí mi deseo. Como pude, me levanté del sillón y entré en la cocina. Ginny estaba de espaldas a mí, supervisando que los cuchillos que había encantado picaran correctamente la cebolla y demás condimentos, por lo que no se dio cuenta cuando entré, tomé lo que Harry había comprado y empecé a comerlo. Estaba crudo y lo que estaba haciendo me hubiese parecido repulsivo de no ser porque sabía TAN bien, era lo que mi cuerpo había estado pidiendo desde que me convertí en una neonata. Cerré mis ojos disfrutando de ese nuevo manjar, respirando su delicioso aroma que me recordó ligeramente al de la ardilla que fue mi primera caza.

De repente Ginny gritó, algo metálico golpeó el suelo, abrí los ojos y me puse en alerta de inmediato. La miré, ella me miraba con miedo. La olla se había caído de sus manos. Ted entró como un rayo, y al momento llegó Harry con su varita preparada. Pareció que Ted iba a decirme algo pero miró mis manos y mis labios llenos de sangre, la olió, y se quedó de piedra: practicaba su autocontrol de nuevo, por Harry y Ginny.

–Lo siento –dije avergonzada, tratando de ocultar mis manos.

–No… yo lo siento –se disculpó Ginny sonrojándose–. Es solo que no esperaba verte aquí de pronto, y tampoco haciendo… eso.

–Debí avisarte que estaba aquí pero es que ¡no lo pensé! –miré suplicante a Ted–. La necesitaba.

–Te entiendo –me respondió–. Es bueno que al fin sucediera, así ya sabemos qué es lo que te gusta.

Pareció quedarse sin aire.

–¿Me necesitas hasta que termines con tu comida? –preguntó.

–No, no, puedes salir… Yo te aviso –le contesté limpiándome las manos con un trapo.

Ginny apuntó con su varita a la olla y el contenido que se había derramado volvió a ésta, la hizo levitar hasta el fregadero y se acercó a mí. Por instinto me tensé, sentía que me iba a quitar mi alimento que no había acabado. Ella lo notó y se apartó rápidamente, en su rostro había mucha tristeza.

Eso me partió el corazón, ella había sido como mi mamá. Desde que la conocí en casa de la abuela de Ted, nos volvimos muy unidas, siempre me ayudaba en todo y yo la quería mucho. Y ahora yo le daba miedo. Sin pronunciar palabra, subí a mi habitación en unos segundos y me encerré a llorar.

No podía creerlo: Ginny me tenía miedo. ¡Mi querida Ginny!

A mi memoria vinieron todas las razones de por qué los magos siempre han temido a los vampiros y han luchado tanto por terminar con nuestra raza, siempre hemos sido asesinos, la mayoría de los casos matamos inocentes, nada nos detiene, solo nos interesa saciar la sed. También recordé mi horror del primer momento en que supe lo que era, y me sentí aun peor cuando el rostro de mi primera víctima humana apareció en mi memoria.

No hay una pizca de humanidad en nosotros y por eso no tenemos perdón de Dios. Un monstruo como yo no debía existir.

Alguien llamó a la puerta. No hice caso.

Harry nos dijo que los vampiros no son nada fáciles de destruir, sólo hay una manera, pero no nos quiso contar cuál es.

Volvieron a llamar a la puerta. Me acosté en la cama cubriendo mi cabeza con una almohada. No quería que nadie se me acercara en ese momento, ni siquiera Ted.

Toc toc. De nuevo. Giré sobre mi costado y en ese instante sentí a mi hijo moverse. Me quedé en blanco.

¿Cómo había podido pensar en acabar con mi existencia teniendo un bebé dentro de mí? Y no un bebé cualquiera, MI hijo. Yo no podía hacer semejante cosa, mi vida o mi muerte no era algo que yo pudiera elegir, ese pequeño necesitaba de mi cuerpo para existir, y cuando naciera me necesitaría para aprender a ser mejor vampiro que yo, si es que nacía vampiro. Fuera como fuera, necesitaría una madre.

–Perdóname pequeño –le dije, acariciando mi vientre–. No tendrás a la mejor mamá del mundo, pero tendrás una mamá.

– ¡Diana! ¡Abre la puerta! –oí a Harry gritar.

Esta vez me levanté y abrí la dichosa puerta. Harry me miró de arriba abajo y de abajo arriba, como evaluando si me había vuelto loca o no.

– ¿Estás bien? –preguntó serio.

–Si.

– ¿Por qué subiste así?

–Era necesario. Ginny me necesitaba lejos para reponerse de la impresión –“y yo también” pensé.

–Al contrario, queremos hablarte de algo muy importante. Ya se lo comenté a Ted y él está de acuerdo.

– ¿Ah sí? –qué raro, no había oído que comentaran nada sobre nada.

–Si, cuando estábamos en el patio.

– ¡Oh! –con razón; en ese momento estaba muy distraída con una estúpida morcilla. Me molesté conmigo misma por mi falta de atención.

–Ven –Harry me tomó de la mano y llevó al piso inferior.

En la sala, Ted estaba sentado en un sillón frente a Ginny. Cuando me vio, se acercó a mí, me miró a los ojos, limpió con su dedo lo que quedaba de mis lágrimas y me besó tiernamente. Mm, mi corazón volvió a latir a mil con ese sencillo gesto. Harry tosió. Nos separamos. Le sonreí un poco a Ted, y él me respondió.

–Bueno, ¿cuál es esa noticia tan importante que me tienen? –pregunté sentándome en un sillón.

–Como sabes, Carlisle y yo estuvimos conversando sobre ustedes hace unas horas –asentí–. En un momento de la charla estuvimos de acuerdo en que Ginny y yo hemos hecho ya todo lo que podemos, obviamente somos magos y como tales desconocemos mucho sobre los vampiros. Aunque quisiéramos colaborar más estamos muy limitados. Por tanto concluimos que ustedes necesitan la orientación de otro vampiro, ojala varios, que los comprendan y enseñen todo lo que les hace falta aprender. ¿Estás de acuerdo con eso?

–Si, claro.

–En ese caso, déjame decirte que la familia Cullen los invita a pasar un tiempo indefinido con ellos, se ofrecen como sus tutores y amigos. ¿Qué dices, aceptas? –me sonrió.

Abrí la boca por la sorpresa. Increíble… los Cullen… una familia más que respetada entre los vampiros, incluso entre algunos muggles. Y se ofrecían a adoptarnos. ¡Wow!

–¡Por supuesto que acepto! –le dije sonriendo a Harry–. ¡Muchas gracias!




Casi olvido avisar! el próximo capi se pondrá más interesante, muajaja. Habrá LIME! cof, cof... o sea, escenas subidas de tono, hot... cof, cof. Muajaja! xD
Se cuidan!!

Te prometo que te leo en cuanto tenga tiempo... en las vacaciones de Navidad, vamos, que ahora estoy saturada de exámenes xDD

Yo prometo leerlo este fin de semana, pero es que ahora mismo me caigo del sueño!

Como ya casi casi es Navidad, de regalito traigo un capítulo más. No es el mejor de todos, pero... cof, cof, es perfecto para estos fríos decembrinos; consigue al menos sonrojar las mejillas de más de una
Espero que no me odien por esto... xD

Contiene Lime (contenido sexual no explícito, no muy fuerte, sin embargo, es sexual)



Capítulo 5. Intimidad.

Decidimos que partiríamos en un mes, ya que necesitábamos algún tiempo para prepararnos a viajar en un avión repleto de apetitosos muggles que se asustan con cualquier ser diferente a ellos. Ay, este pensamiento me hizo sentir mal, como si fuera alienígena; pero era la realidad.

Empecé a ir de caza con Ted, mientras él seleccionaba a sus presas en discotecas o bares nocturnos, yo prefería las zonas boscosas o las granjas más cercanas. Gustaba de las ellas porque había variedad de animales entre los cuales elegir, hasta el momento las ovejas eran mi alimento preferido. Ted cazaba más o menos cada doce o quince días, yo lo hacía dos y hasta tres veces por semana, Ginny decía que necesitaba beber por dos. Sí, teníamos la idea de que el bebé sería vampiro.

Habíamos conversado por teléfono con Carlisle algunas ocasiones, compartiendo relatos y explicaciones de nuestras vidas. Él sabía de magos tanto como Harry de vampiros, sin embargo dijo que nunca había oído de que una bruja y un mago fueran transformados, por lo que nuestro caso era fascinante para él, aun más por el futuro del hijo no nacido.

Nos había presentado también, por cámara web (usaban toda la tecnología muggle sin el menor problema), a su familia: su esposa Esme, quien era realmente dulce; Rosalie y Emmett, ella extraordinariamente hermosa aun para tratarse de un vampiro, y él muy grande y musculoso pero con cierto aire de niño en sus facciones; siguieron Alice y Jasper, ella sonrió al verme diciendo que me había conocido en una de sus visiones (tiene una habilidad, o un don, que le permite ver el futuro) y agregó que me parezco un poco a ella y a Bella, su hermana, Jasper solo nos dirigió una pequeña sonrisa; por último se presentaron Bella y Edward con Renesmee, su hija de doce años. Entendí por qué Alice dijo que me parezco físicamente a ambas: Alice es diminuta y Bella tiene el cabello largo casi hasta la cintura, color chocolate y rizado. Edward, por otra parte, se veía como el menos musculoso de los hijos varones pero era igualmente hermoso. Y Renesmee… parecía salida de un cuento de hadas en el que, sin duda, sería la princesa.

Carlisle prometió contarnos más sobre cada uno de ellos cuando nos conociéramos en persona, y así podríamos tener más confianza. Deseaba en verdad que fuera así, todos parecían muy amables.

Ted y yo queríamos que Harry y Ginny viajaran con nosotros y nos acompañaran al menos unos días, así que Harry estaba avisando al Ministerio que realizaría un viaje de investigación a Norteamérica sobre Criaturas Tenebrosas. Ésa última parte resultó un poco deprimente para todos, ya que ni él ni Ginny ni nosotros mismos nos veíamos como criaturas tenebrosas, seguíamos teniendo tantas emociones y capacidad de razonamiento como los magos, incluso un poco más, me atrevería a decir. Pero es que también, ellos eran nuestra familia. Nunca nos verían mal. Ginny se quedaba en Inglaterra por aquello de que sus hijos la necesitaran, aunque James, Lily y Albus aun estaban en Hogwarts y faltaban unos meses para que terminara el curso.

“Uno nunca sabe si se presentará una emergencia” fueron sus palabras cuando le expliqué mi punto de vista.

A la mitad del mes de preparación, Ted ya era muy bueno controlando su sed, de hecho había descubierto que si se alimentaba antes de que sus ojos cambiaran del usual color rojo a un tono oscuro, no tenía muchos problemas en controlarse. Había aprendido a cazar animales conmigo, y no le resultaba desagradable la diferencia de la sangre, aunque me contaba que no lograba satisfacer totalmente la sed, como si ocurría con los humanos.

Ahora el bebé tenía un tamaño muy aproximado al ideal para los seis meses de gestación.

Como la confusión y el temor de los primeros días de esta nueva forma de vida ya habían pasado, mis sentimientos por Ted parecían estar regresando a su cauce normal; y por la actitud de él hacia mí, debía estarle sucediendo lo mismo.

Todas las noches, subía conmigo a la habitación y me dejaba dormir recostada a él. Decía que a veces me daba tanto frío que mis dientes castañeaban estando yo dormida, así que me envolvía en dos cobijas, pero normalmente yo lo calentaba un poco y él me enfriaba. Era algo extraño pero también habíamos hecho chistes malos sobre ello, del tipo que yo le llamara “aire acondicionado” y él me dijera “mini–estufa”.

Pero últimamente me costaba más dormir, cada vez que me abrazaba yo quería besarlo entonces empezaba a acariciarme, al principio tiernamente y poco a poco con más atrevimiento, hasta el punto que se levantaba y se iba a sentar en un sillón frente a la cama y me pedía intentar dormir.

– ¿Por favor? –le decía una noche mientras acariciaba su más que perfecto pecho desnudo.

–Amor, no me pidas eso.

–Sabes que no nos cuesta nada –y subí hasta su cuello, a besarlo. Intentó apartarme–. ¿Es que ya no te gusto? No es mi culpa estar así de redonda…

–No es eso, en verdad, más bien estás más hermosa que nunca.

–Entonces, hagámoslo.

–Diana, te estoy pidiendo que no. Hazme caso esta vez, por favor –me dijo casi rogándome.

– ¿Te da miedo?

–Si.

– ¿De que me muerdas?

–No exactamente.

– ¿De lastimarme?

–Sí, y no solo a ti –sus manos bajaron hasta mi estómago.

–Sabes que soy tan resistente como tú.

–No sabemos hasta qué punto, y no quiero que nos arriesguemos tanto.

– ¿Sabes cuánto quiero que volvamos a acostarnos? –me sonrojé solo con decirlo.

–Siempre nos acostamos juntos.

– ¿Me obligarás a ser explícita? –dije poniendo expresión de fastidio.

–No.

– ¿Lo haremos?

–Tampoco.

– ¡Te obligaré entonces!

Así que, lo más rápido que pude me senté sobre él y tomé sus manos, aprisionándolas entre las mías. Me miró con enojo, y dijo:

– ¡Bájate! ¡YA!

– No lo haré.

– ¿Entiendes que podríamos perder a nuestro hijo?

–No lo perderemos. Sabes que jamás haría algo que dañe al bebé. ¿O crees que quiero hacerle daño?

–Sé que no, pero también sé que puedes ser un poco… incauta, en tus acciones.

–Y tú un cabezota.

– ¿Crees que no tengo razón? -dijo, con la misma cara de quien ha presentado una explicación innegable.

–Sí, la tienes, pero pareces haber olvidado que tengo necesidades…

–Yo también las tengo.

–Oh, por supuesto, tu actitud lo deja muy en claro –le contesté sarcásticamente.

–Pero también tengo prioridades, y tu vida y la vida del bebé están en la parte más alta de esa lista.

–Yo también podría lastimarte, estoy más que capacitada –dije apretando con fuerza sus manos, entrecerró sus ojos por la molestia que le provoqué –. Pero por supuesto que no quiero hacerlo, y obviamente no lo haré, sé controlar mi propio cuerpo –y besé delicadamente sus palmas–. Si yo lo logro, sé que tú también.

Se soltó de mis manos y me acostó a un lado suyo. Lo miré nerviosa.

“Ahora si que lo hice enojar” pensé.

–Ya te dije que no. Pero como no me haces caso, no me dejas más de otra. Siempre que has querido algo, no lo dejas de intentar hasta que lo logras. ¡Terca! –dijo sonriéndome.

Le devolví la sonrisa, y me besó.

Oh, no podía creerlo. Después de todo, si lo haríamos, estaríamos juntos otra vez.

¡¡¡Sí!!!!

Cerré mis ojos y lo abracé acercándome lo más que podía, pero era difícil por el bebé. Sentí que su mano recorría suavemente cada milímetro de mi espalda, por encima de mi vestido de dormir; me estremecí de emoción.

Entonces su beso se detuvo, lo miré desconcertada unos segundos hasta que recordé su preocupación.

–Te prometo que si me duele algo te aviso, no te preocupes más, ¿sí?

Asintió. Me besó de nuevo y yo me perdí en sus labios hermosos como no lo hacía desde muchos meses atrás.

Mientras, él me abrazaba delicadamente por la cintura y yo acariciaba su espalda hasta llegar allí donde la espalda deja de llamarse así, lo oí dar un respingo. Sonreí.

Los besos eran sumamente apasionados, su lengua recorría mi boca y la mía hacía lo mismo con la de él. El contraste entre su frío cuerpo y mi cálida piel resultaba más exquisito que nunca.

Estábamos acostados uno frente a otro cuando empezó a besar mi cuello, mientras una de sus manos recorría mis hombros y mi cintura, me encantaba, todo esto era más intenso que antes, cuando éramos solo humanos; sentí sus dientes mordiéndome suavemente.

Su mano derecha bajó hasta mi intimidad y comenzó a acariciarla lentamente, pronto debió sentirme húmeda así que sus caricias se hicieron algo más rápidas.

– ¿Cómo te sientes? –me preguntó con voz profunda.

En medio de suspiros, logré decirle la verdad: que me encontraba mejor que nunca. Hacía tantos meses que no sentía algo tan sublime como eso, siempre le estaría agradecida por hacerme sentir tan amada.

En un arranque de deseo, lo tomé de los hombros, lo acosté boca arriba y me senté sobre él. Podía ver la luz de la luna, que se colaba por las ventanas de la habitación, reflejándose en su blanca piel, dándole un brillo muy especial.

Lo miré a los ojos, que a pesar de ese color rojo intenso, seguían siendo hermosos, y descubrí que me estaba mirando con infinitos amor y deseo.

–Déjame quitarte el vestido –me pidió.

–Aún no – dije dedicándole una sonrisa pícara. Me tomó de la cintura, tratando de acomodarme mejor sobre él. –No, no, no: yo lo hago –le susurré sensualmente.

Me miró algo frustrado, pero yo disfrutaba jugar con él; tendría que esperar un poco. Comencé a moverme despacio sobre su pantaloneta, podía sentir como su intimidad despertaba bajo mi cadera, y veía la expresión de placer en su rostro, había cerrado sus ojos y roncos gemidos salían de su garganta.

Dejé de moverme, necesitaba algo más.

– ¿Estás…? –no terminó su pregunta porque me sintió quitarle su única ropa, rompiéndola, y me vio desvestirme. Me agaché lo más que podía para besarlo mientras sentía sus dedos recorriendo mi espalda de nuevo, jamás me cansaría de sus caricias, siempre lo desearía y sabía que él a mi también.

Me acomodé sobre él, haciéndolo entrar suavemente en mí; un sonoro gemido escapó de mi boca; no pude reprimirme. Mis mejillas se sonrojaron ligeramente. Poco a poco aumenté el ritmo de mis movimientos; mi corazón saldría de mi pecho, pero también era más dichosa que nunca.

Sabía que Ted estaba cerca de su orgasmo, podía oírlo en sus gemidos, sentirlo en sus manos que recorrían cada parte de mí que se encontrara a su alcance. Me sujetó del trasero para ayudarme a moverme más rápida e intensamente, pero de manera delicada. Momentos después ambos llegamos a la cima del placer, esa sensación tan especial que únicamente encontrábamos el uno con el otro.

Recostándome a su lado, lo miré fijamente a los ojos. Me sentía sumamente cansada, me costaba un poco respirar, pero estaba bastante satisfecha y aún más enamorada de él que antes, si era posible.

Besó mi frente primero, luego mi boca y posó sus manos en mi vientre. Parecía estar verificando que el bebé siguiera allí.

–Estamos bien –le dije abrazándome a él–. Te dije que no le pasaría nada a nuestro niño, ¿lo ves?

Me sonrió.

–Gracias –dijo.

–Todo un placer –le sonreí.

Estaba quedándome dormida cuando lo sentí levantarse. Abrí mis ojos y lo busqué en la oscura habitación. Estaba sacando una cobija del ropero, volvió a la cama y me envolvió en ella tanto que parecía un capullo. Me dio risa sentirme toda apretada, no podía soltarme.

– ¿Qué pasa? –preguntó curioso.

–Ay amor, eres muy dulce, ¿sabes? Pero, no me siento bien pareciéndome a un taquito mexicano… ¿Puedes desenvolverme un poco, por favor?

–Claro, lo siento. Aunque…

– ¿Qué?

–Antes me gustaban mucho los tacos –dijo mirándome coqueto mientras aflojaba la cobija alrededor de mi cuerpo.

–Oh, ven acá –lo atraje hacia mí, le di un pequeño beso, y caí rendida del sueño.




Bien, ese fue el primer lime que escribí, ¡hace ya milenios! (así lo siento) Me costó un mundo escribirlo, lo redacté como veinte veces y no estuve contenta con el resultado, por lo que lo volví a editar para esta publicación (¡qué indecisa soy! xD), aun así conserva la esencia del original.
¿Gustó o no gustó? Espero que sí...

¡Feliz Navidad!

bueno hace siglos que no me pasaba por el foro, pero ahora que se unio mas gente he decidido volver,
y lo primero que hice fue mirar los fics y bueno el tuyo me ha encantado!
Me encantó Harry Potter y también la saga Crepúsculo y puff... esta mezcla es genial
te doy mi visto bueno jejeje
Espero que le te queden muchos capitulos por escribir y no hagas como yo que lo he dejado a medias... aun asi estoy intentando seguir con mi fic xD

Holaaaa
Al fin me he puesto al día, querrás matarme por tardar tanto.
Bueno, que quieres que te diga, me ha encantado *-* Y ya van a salir los Culen prontito. ¿Te gusta la morcilla? LOL
Y la escena hot omg, ha valido la pena que la hayas editado 20 veces xDD porque está genial
Siguelo prontito
Alba

¡Buuu! sip, volví. ^^ ¡Feliz año nuevo!
Bea, gracias por tu visto bueno! xD espero no desperdiciarlo! xDD Y por lo de los capítulos, está pensado que sean 20 y hasta el momento están escritos 14, así que abandono JAMÁS.
Alba, nena, no te quiero matar! Tampoco soy la Diana de mi fic.. xD Me alegra que te hayas puesto al día y que te guste; respondiendo tu pregunta, no me gusta la morcilla. A mi mamá si, pero yo ni loca la pruebo xDD A tí? Y con lo de la escena hot... ejem, me han contado que se hace así, yo no sé... yo no hago esas cosas eh? cof, cof! Genial que te gustara.
A las (¿y los?) demás, espero que les esté gustando también.




Capítulo 6. ¿Amigos?


Había sido tedioso viajar desde Inglaterra hasta Forks. Hacer ese viaje por algún medio mágico había quedado totalmente descartado por la aparente pérdida de poder mágico que sufríamos Ted y yo, además, claro está, por la gran distancia entre nuestro país de residencia y el de destino.

Nunca me ha gustado viajar en avión y en ese momento, con un niño que no sabía si sería totalmente vampiro, mestizo o mago, creciendo en mi vientre, era peor. Mi condición me exigía alimentarme cada pocas horas pero en un avión lleno de humanos comunes y corrientes, era casi imposible. Mi sed era terrible, y ahora que tenía el equivalente a siete meses de embarazo, el niño se había vuelto más fuerte. Sin duda era incómoda la falta de espacio en mi interior, así que se movía más que antes, en ocasiones pateándome tan fuerte que lograba sacarme el aire.

–Ya estamos cerca –me dijo Harry, sentado a mi derecha.

–Me alegra –contesté de mal humor. Observé el exterior por la ventanilla, el débil sol del atardecer se filtraba por esta. Quería salir de ese encierro metálico PRONTO.

Ted no hablaba, para no respirar el olor a humano que nos rodeaba. Era sólo una precaución extra ya que su capacidad para controlarse era excelente, según decía el mismo Harry.

Sabía que Alice y Jasper Cullen se ofrecieron a esperar por nosotros en el aeropuerto para llevarnos hasta su casa, aún así me sorprendí al verlos cuando salimos al vestíbulo del aeropuerto donde se encontraban, frente a un lujoso Porche amarillo. La web–cam no les hacía justicia. Y el auto… sin palabras.

– ¡Bienvenidos! –saludó Alice sonriéndonos con sincera alegría. Jasper nos miraba atentamente–. ¿Cómo fue el vuelo?

–Largo, extenuante y aburrido, como todos –le sonrió Harry.

Lo que no esperamos fue la siguiente reacción de Ted y mía. Alice se acercó a abrazarme, entonces yo le gruñí y él se puso entre nosotras, protegiéndome con su cuerpo y tomando una postura amenazante para la muchacha. Ella solo se nos quedó viendo pero Jasper la apartó un poco de nosotros, rodeándola por la cintura con sus brazos. Algunos curiosos que se encontraban cerca voltearon a ver.

Harry se adelantó y puso su mano en el brazo de su ahijado, haciendo que lo bajara y nos miró seriamente. Relajé mi cuerpo y abracé a Ted por la espalda.

–Lo siento, de verdad –dije sintiéndome bastante incómoda–. No pudimos evitarlo.

–Es normal –dijo Jasper, hablando por primera vez. Tenía una voz muy tranquilizadora, que no encajaba con su físico más intimidante.

–Debemos ser muy cuidadosos –nos reprendió Harry–. Así como los magos nos mantenemos ocultos para los muggles, los vampiros guardan en secreto su existencia. No sean tan incautos –y tenía razón, aún muchos de los humanos nos miraban.

Agaché mi cabeza, muriéndome de la vergüenza; Teddy me tomó de la mano, mirándome sobre su hombro. Me sentía mal por haber hecho eso y él también, literalmente: lo podía sentir. Miré a Harry y me sentí ligeramente enojada, luego a Alice y la sensación cambió a alegría, con Jasper sentí cautela, miré a Ted y sentí todo lo anterior, y una intensa confusión.

–Ay –dije cerrando los ojos. Todas esas sensaciones, que no sabía de dónde venían, me resultaban abrumadoras.

– ¿Ya se han dado cuenta? –preguntó Jasper. Levanté mi mirada hacia él, pero la pregunta estaba dirigida a Alice.

–Si, tal como te dije –le sonrió a su compañero.

–Ya nos dimos cuenta ¿de qué? –inquirió Ted.

–Se lo explicaremos en unos minutos, por lo pronto tenemos que movernos; estamos llamando mucho la atención –agregó Jasper, recorriendo con la mirada a los curiosos que se mantenían cerca, de seguro esperando una pelea.

–Subamos al auto –sugirió Harry, empujándonos levemente por la espalda para que caminemos.

El interior del Porche me dejó sin palabras. Lo admiré todo. Cuando estaba observando el retrovisor descubrí a Alice mirando mi boca abierta con expresión divertida.

– ¿Te gusta?

–Demasiado, ¿es tuyo?

–Aja, regalo de mi hermano Edward.

–Vaya… te quiere muchísimo, ¿verdad?

–Eso creo –comentó al tiempo que se encogía de hombros.

–Disculpen –intervino Ted, entrando al auto tras de mí–, ¿de qué es de lo que nos dimos cuenta?

–Esperen a que lleguemos a casa, ahí les podremos explicar todo tranquilamente –contestó Jasper.

No entendí por qué tanta discreción así que miré confundida a Harry, quien acababa de acomodarse en el asiento trasero, al otro lado de Ted pero sólo me guiñó un ojo.

Alice encendió el motor del auto y salió a la carretera, me dediqué entonces a mirar por la ventana. Vi cómo poco a poco los grandes edificios y centros comerciales desaparecían dando paso a construcciones más pequeñas y vegetación más abundante y verde.

Mientras tanto, ella y Jasper nos contaban algunas cosas de su familia: que eran inmortales, que sus edades iban desde los veintitrés años de Bella hasta los trescientos de Carlisle; cómo nació Renesmee, cómo ha sido su crecimiento y desarrollo; nos hablaron también de la amistad que tenían con los miembros de dos manadas de hombres lobo, principalmente a causa de la “imprimación” de Jacob con Renesmee, un lazo natural TAN fuerte que hacía inevitable separarlo de ella. Cuando nos estaban explicando que Jacob era el líder de una de las manadas, que vivían en la reserva indígena cercana, y mejor amigo de la familia, y trataban de aclararnos como funciona eso de la “imprimación”, perdí el hilo de la conversación.

Estaba pensando en los tipos de animales que podría cazar en esos bosques tan bastos que rodeaban el pueblo al que acabamos de llegar. Supuse que ese era Forks ya que parecía estar al fin del mundo, justo como lo había descrito Bella por teléfono. Algo era obvio: ahí no habían deliciosas ovejas. Tendría que haberme dado un mejor banquete antes de venir… “Uh, que sed”, me dije a mí misma. Cerré los ojos y me recosté al brazo de Ted, estaba sintiéndome muy mal. Él acarició mi mejilla, traté de acomodarme un poco mejor pero no pude porque el bebé también se movió, volvió a patearme y me hizo resoplar. Sujeté con fuerza su brazo mirando mi vientre, las patadas del niño empezaban a ser dolorosas.

–Ya pasó –murmuró Ted besando suavemente mi cabello. Él sabía del dolor que comenzaba a sentir. Los otros tres nos miraron con expresión de que se perdieron de algo–. ¿Estamos muy lejos? –preguntó a Alice.

–A un par de minutos solamente. ¿Qué te pasó? –me preguntó.

–Eh, nada, solo que mi hijo se estaba acomodando un poco –traté de sonar relajada, casual, pero ya no podía–. ¿Podré cazar algo antes de reunirnos con tu familia?

–No puedes cazar en tu estado –dijo Harry con tono paternal–. Yo buscaré algo para ti.

Jasper lo miró sorprendido.

–Señor Potter, disculpe pero usted es mago. Sin querer ofenderlo, ¿cómo logrará atrapar una presa correcta para ella?

–Tú lo acabas de decir amigo mío: soy mago –dijo Harry sonriéndole. Jasper sólo puso cara de confundido. No pude evitar reír ligeramente por ello, él no se imaginaba los poderes que tenía “el mago”.

–Muchas gracias –le sonreí a un Harry que me miraba tierno. Ginny me había contado que él se convertía en el hombre más caballeroso y detallista del planeta cuando alguien de su familia estaba embarazada, así fue con ella; me fascinaba comprobarlo.

–Ya estamos –anunció Alice al tiempo que detenía el auto.

Bajamos. Parecíamos estar en un claro del bosque, al frente observamos una hermosa casa, enorme, de color blanco y con algunas paredes de vidrio. Volví a quedarme boquiabierta.

–Bien, iremos a explicarles a los demás dónde estarán ustedes –dijo Jasper.

–Tarden todo el tiempo que necesiten, no se preocupen por eso. Pero, por favor, no vayan muy lejos –agregó Alice.

–Gracias, volveremos enseguida –les contestó Ted alegremente.

– ¿Qué te apetece comer? –me preguntó Harry.

No le contesté. Miré los altos árboles cercanos y sonreí sintiéndome más que feliz: teníamos toda esa zona de Washington para nosotros solos, ¡libertad! Caminé lo más rápido que podía (correr ya era imposible) adentrándome en el bosque, Ted vino conmigo pero a Harry lo dejamos atrás. Volteamos a mirarlo y nos reímos de lo lindo al ver su expresión contrariada.

–Creo que lo esperaré –dije.

–Mmm, ¿hay algún problema si me alejo un poco? –Ted parecía estar deseando estirar las piernas y talvez cazar algo.

–Claro que no, amor, siempre y cuando te apegues a los términos que nos han dado los Cullen –básicamente eran no alejarnos mucho y nada de cazar humanos.

Así que me dio un fugaz beso en los labios y sonriendo empezó a correr, aunque noté que no iba muy rápido. Harry llegó hasta donde yo estaba.

– ¿Se fue a explorar el terreno?

–Algo así. ¿Qué hay en el menú?

–Vamos a ver. Esta carta es bastante amplia. Tú escoges y yo lo cazo, ¿de acuerdo?

Sonreí sin despegar los labios. Me concentré en todos los nuevos aromas y sonidos pertenecientes a este bosque. Eran distintos a los de Inglaterra pero no por ello eran malos. Escuché latidos a algunos metros de donde estábamos.

Volví a caminar, más despacio esta vez para que Harry viniera conmigo, él sacó la varita mágica. En unos minutos llegamos hasta nuestra presa, era un ciervo, y por su tamaño lograría satisfacer mi sed. Con rápidos movimientos de su mano y algunos hechizos no verbales, Harry consiguió atrapar al animal y lo hizo levitar hasta mí. Me sonrió abiertamente, orgulloso de poder ayudarme, depositó al ciervo a mis pies y se dio media vuelta. Por más amor que sintiera hacia su ahijado y hacia mí, jamás le agradaría ver cómo nos alimentamos.

Miré al animal, que agitaba sus delgadas patas tratando de sacarse las cuerdas con que Harry lo había atado, olía bastante bien así que perdí el poco control que me quedaba. Me arrodillé a su lado, sujeté su cabeza y lo mordí con bastantes ganas, pero temí que me hiciera daño con sus patas por lo que le fracturé el cuello para que dejara de moverse. Oí a Harry soltar un bufido ante el crujir de huesos. Mientras me alimentaba, pensé que esto no tenía nada de divertido. Ya extrañaba hacer magia, incluso había traído mi varita conmigo pero era solo por afecto ya que no me servía de nada, y también empezaba a extrañar no poder cazar por mí misma, pero al menos Harry podía proveerme de presas aun vivas, no como Ted que al morder lo que cazaba para mí alteraba el sabor de la sangre con su propio veneno y, no es que fuera realmente desagradable, pero prefería la sangre limpia.

Pensando en esto, Ted regresó, miró la presa que su padrino consiguió cazar y sonrió.

–Vaya, Harry, nadie diría que no te gusta nuestra dieta. He de felicitarte –se acercó a él y le dio una palmada en el hombro–, buena presa.

– ¿Debería sentirme halagado o asustado por ese comentario? –bromeó el otro.

Ted se rió pero fugazmente; se puso pensativo.

–Todo depende de si prefieres ser vegetariano como Diana o tener una dieta como la mía… –dijo a Harry.

Terminé mi comida, limpié mis labios y me acerqué a Harry.

– ¡Gracias! Ted tiene mucha razón: buena presa.

– ¿Con gusto? –me respondió haciéndose el nervioso. Solo rodé mis ojos.

Volvimos a la casa de los Cullen, Harry llamó a la puerta. Un hombre alto, de cabello rubio y de unos veinte y pocos años abrió, de inmediato nos sonrió, y nosotros a él. Era Carlisle.


Finalmente, una probadita de nuestra amada familia Cullen
Besos

Muy bueno, otra vez, me ha encantado
Sigue así y si ya tienes la historia casi terminada mejor que mejor asi al menos se que no nos quedaremos con las ganas del final... No deberia decir esto ya que yo hice eso, no termine mi historia
Jejeje por fin sale la familia Cullen, que será eso de lo que se tenían que dar cuenta??

Omg, nuevo capi
Genial, genial. Por lo menos lo tienes escrito, no como yo, que en fin... llevo sin escribir desde el año pasado y me deprimo T_T xDD
El capi me ha gustado, OMG; Jaspeeeer. A ver cuando aparece Jacobo, que es que ese hombre xDDD
Espero la continuacion con ganas
Alba

Bien, una semana más, un capi más. Para quienes piden a Jacob, habrá bastante de él a lo largo de la historia, unque no será tampoco el principal... Para eso ya tiene la saga Crepúsculo. xD Aquí Leah tendrá bastante más protagonismo!
Y ganas del final? no os preocupeis nenas que si habrá... aunque ni yo sé cuando!
Les cuento que, hasta donde llevo escrito, este capi es el del medio. (Obvio no? xD)
Por cierto Alba, AMO estos nuevos emoticonos!




Capítulo 7. ¿Magia o Don?

A lo largo del siguiente mes, los Cullen se volvieron nuestra familia. Pasábamos largas horas conversando amenamente sobre todos lo temas, especialmente intercambiando impresiones e historias del estilo de vida de los magos y del de los vampiros.

Todos nos asombramos al notar mi parecido con Renesmee, ya que aunque ella era nacida como medio humana–medio vampiro y yo no, ambas dormíamos, nuestra piel era cálida, los ojos no eran ni rojos ni dorados, como los de los demás vampiros, y teníamos un corazón latiente y por tanto sangre en nuestro cuerpo. Aunque yo era venenosa y ella no.

Las charlas sobre mi futuro y el del niño que aun no nacía duraban días. Hasta ahora, se esperaba que fuera como Nessie o como yo, pero ninguno teníamos idea sobre cómo iba a nacer. Harry pensaba que tendríamos que hallar la forma de sacarlo de mi cuerpo, Carlisle opinaba que sería un parto natural, como los de las humanas. Personalmente, veía algunas lagunas en sus consideraciones: para la de Harry, ¿cómo o con qué conseguirían hacer cortes en mi piel para sacarlo?, para la de Carlisle, si mis huesos eran tan resistentes como los de todos los vampiros, ¿cómo podría abrirse mi pelvis para que el bebé naciera? Lo único que se podía hacer por el momento era esperar a que mi vientre alcanzara un tamaño adecuado para indicar que el bebé estaba listo para nacer, no era tampoco que tuviéramos que esperar mucho si considerábamos que ya estaba sobre mis nueve meses.

Por otra parte, Harry pronto tendría que volver a Inglaterra. Su plazo para viajes laborales estaba a menos de una semana de su fin, además extrañaba mucho a Ginny.

Habíamos conocido también a Jacob, y a su manada. Los dos chicos y la chica se parecían mucho: eran enormes, morenos y de buen cuerpo, en fin, era normal que Leah y Seth se parecieran tanto ya que eran hermanos, ella un poco mayor que él. Nos resultó fascinante ver cómo podían convertirse en lobos en el momento en que quisieran, no les resultaba doloroso y conservaban su personalidad, al contrario de Remus, el papá de Ted, que sólo cambiaba con la luna llena, sufría mucho dolor al transformarse y una poción era la única forma de que conservara su personalidad. Ellos nos explicaron que no eran licántropos verdaderos, por eso las diferencias, pero si tenían la magia en su sangre para realizar ese cambio. Era fascinante y Ted se mostró muy interesado en ello por cómo fue su papá.

Por otro lado, había surgido una gran amistad entre Esme, Bella, Leah y yo, todo por el amor maternal, aunque la familia me decía que era muy extraño que Leah estuviera todo el tiempo conmigo y fuera tan amable, al parecer siempre había preferido una distancia entre ella y los vampiros. Me tenían como si fuera su muñequita, pero era algo realmente dulce. Esme había adaptado una habitación del segundo piso que había pertenecido a Edward, pero como él vivía con Bella y Nessie en su propia casa del bosque, ahora sería para Ted y para mí.

Lo más relevante de todo, lo descubrimos a los pocos días de llegar: nuestra nueva magia.

Renesmee había disfrutado de lo lindo cuando Harry apareció unas orquídeas y muchos pajaritos para ella, le encantó verlo hacer magia con un simple “palito”. Entonces Emmett, seguro pensando en hacernos una broma a Ted y a mí, nos retó a hacer magia. Un momentos después parecía que le faltaba el aire por la risa al vernos con un palito inservible en la mano, rostros de desconcierto y pronunciando cosas ininteligibles y tontas. Claro que los demás también se rieron, excepto Harry: sólo él entendía nuestra frustración.

– ¡Magos! Qué grandes magos resultaron ser –decía Emmett.

–Somos más mágicos que tú –le espeté molesta.

–Él y sus bromas… un día lo harán pagar –agregó Alice entre risas.

–No lo dudes –contestó Ted con una sonrisa de malicia.

Edward dejó de reírse al momento.

–¿Los escuchan? –nos preguntó a ambos.

– ¿Y quién no? –respondí algo extrañada.

–No estamos hablando. ¿Han visto nuestros labios abrirse?

Ted y yo nos miramos, pensando en lo mismo: Edward tenía razón.

Bien, de esa forma descubrimos que podíamos escuchar los pensamientos de los demás, al igual que Edward. Pero eso no fue todo: Jasper nos explicó que cuando estábamos en el aeropuerto sí sentimos las emociones de los que nos acompañaban, su habilidad se hizo nuestra; cuando Renesmee nos mostró su don, ambos adquirimos la misma capacidad de mostrar lo que tuviéramos en la mente a los otros; Edward un día dejó de oír los pensamientos de Ted y horas después dejó de escuchar los míos.

–Asombroso –había exclamado–, ahora tienen el escudo mental de Bella.

Al parecer, absorbíamos las habilidades de los demás vampiros como un vestigio de la magia que poseíamos anteriormente, pero sin varitas y sin libros de hechizos. Hasta el momento, sólo faltaba la precognición de Alice. De todas formas, esta avalancha de nuevas nos produjo un shock monumental a todos, en especial porque solíamos meterlos en problemas.

No sabíamos aun cómo controlar toda esa magia, a pesar de que estábamos esforzándonos por aprender de una forma que, en mi opinión, se parecía a lo que hacía Hogwarts con los jóvenes magos… incluyendo los accidentes. Normalmente sucedían cosas del tipo de:

–Concéntrate Ted– decía Jasper, mientras mi chico trataba de hacer sentir soñolienta a Rosalie, su conejillo de Indias ese día.

Entonces Ted fruncía el ceño y de pronto ella, Edward, Harry (quien utilizaba la Legeremancia con maestría) y yo soltamos una carcajada al ver lo que Ted le puso en la mente: sus propios pensamientos, donde quería tirar a Jasper desde el acantilado más alto en la costa de La Push, y disfrutaba demasiado al hacerlo.

–Lo perdí –se rindió Teddy.

–Al menos me hiciste reír –le consoló Rose. Ted le dirigió su expresión más frustrada y entonces ella dejó de reír pasando a un sentimiento de tristeza.

– ¡Lo lograste! No de la forma en que esperábamos, pero está bastante bien –comentó Jasper sonriéndole.

–Yo que tú no me alegraría tanto –le dije–. Mejor déjalo despejar un poco su mente o sino te hará algo así…

De puntillas logré poner mis dos manos en su rostro, tratando de mostrarle la escena imaginada por mi novio, usando la magia aprendida de Nessie. Era de la que más había practicado, haciendo ella las veces de cobaya.

– ¿Salto de acantilado? Mmm, podría ser divertido, Ted –le sonrió Jasper.

– ¿Logré mostrártelo? –si así era, al fin tendría dominado el primer poder.

Jasper asintió mirándome.

– ¡Qué alegría! –exclamé, dando un saltito de emoción. Demonios, pésima idea.

El movimiento provocó que mi bebé decidiera moverse, sacando el aire de mis pulmones de nuevo y logrando que me tambaleara. Jasper me atrapó y yo me abracé a él mientras sentía al niño acomodarse, no pude evitar que unas lágrimas escaparan por el dolor. Cuando pasó, Ted me tomó en brazos.

–Te llevaré arriba –susurró besando mi frente.

Miré a Jasper.

–Gracias –entonces noté las marcas profundas que mis uñas lograron en sus brazos–, y lo siento mucho…

–No es nada; descansa.

Cuando estuvimos en nuestra habitación, Ted me recostó en ella como si yo fuera el cristal más frágil existente, sabía que estaba bastante dolorida, pero parecía no ser la única. Por su expresión de angustia y tristeza, su corazón debía estarse partiendo al verme así. Tomé su mano y nos quedamos mirando silenciosamente mucho tiempo, hasta que unos suaves golpes en la puerta nos distrajeron.

–Pasa –dijo él.

– ¿Molestamos? –preguntó Bella, quien venía acompañada por Carlisle y Harry.

–En lo más mínimo –respondió Ted con gran sinceridad.

Ella entró y bordeó la cama para sentarse a mi otro costado. Puso su mano en mi hombro y me dedicó una pequeña sonrisa de comprensión. Harry se quedó de pie tras su ahijado, y Carlisle se colocó frente a la cama, observándonos.

Sabía lo que seguía, podía intuirlo, pero preferí callar y limitarme a observar a Carlisle.

– ¿Me permites revisarte?

Asentí, no me había equivocado. Ted y Bella me ayudaron a sentarme, luego Carlisle se acercó y empezó con el examen de rutina: mi corazón, mis costillas, la piel de mi abdomen, medirlo, mi columna, tomar mi temperatura, luego sentarse con su mano en mi enorme vientre sintiendo los movimientos del bebé y esperando de un momento a otro algún indicio de que ya fuera a nacer.

–Es algo monótono, ¿verdad? –me dijo Bella.

–Si, pero ya queda poco –contesté con aprensión. Existía la posibilidad de que alguno, el bebé o yo, muriéramos el día que naciera. Que el veneno de otro vampiro me salvara era una idea casi nula, porque yo tenía el mío propio. No sabíamos qué hacer en el momento. Ted agachó la mirada al escuchar mis pensamientos.

–No nos agobiemos pensando en ello –agregó Harry que no perdía detalle a nuestro comportamiento–. Cuando suceda no estarán solos, ayudará toda la familia, lo saben ¿verdad?

–Yo sobreviví y soy más feliz que nunca –comentó Bella–, si lo hice siendo sólo humana, tú lo lograrás y tu hijo también.

–Además –esta vez fue Carlisle quien habló– tenemos al mejor mago del mundo con nosotros –miró orgulloso a Harry y lo hizo sonrojarse–. Y no quiero presumir pero, ningún otro doctor tiene tantos siglos de experiencia como yo…

Tantas palabras de cariño y preocupación lograron que sonriera un poco, así que después de todo, esa noche dormí tranquila.

A la mañana siguiente, estaba en la ducha dándome un baño de agua caliente, no era que lo necesitara en realidad pero me hacía sentir muy bien. Aunque sería lo único reconfortante que tendría ese día.

Cuando estaba bajando las gradas para ir a desayunar, sentí un fuerte calambre recorrer mi espalda y algo cálido resbaló por mis piernas, al mirar las gradas de madera vi un líquido rojo escurriéndose en ellas. Creo que era mi propia sangre, levanté mi falda y lo comprobé: mis piernas estaban manchándose del mismo líquido que salía de mí. Empecé a hiperventilar…

–Carlisle… –susurré.

Pero fue Alice quien apareció al final de las escaleras. Me vio y corrió a sujetarme.

–Respira… tranquilízate un poco Diana…

Gemí a causa de otra ola de dolor, me incliné hacia delante.

– ¡CARLISLE… AYÚDAME…! –grité desesperada. La familia entera llegó hasta mí, de sobra entendieron lo que ocurría, y Ted fue quien me cargó hasta la cama.





Cha cha cha chan!!!!
Cómo creen que vaya a nacer ese bebé? Será totalmente vampiro? O será humano? Será como Nessie? O qué? Hagan sus apuestas señoras! xD
Y qué les parece lo de los poderes?

Yo... Yo... Esto... esta GENIAL!!! me encanta, me encanta, me encanta Yo creo que los latidos son del niño y no de ella pero eso lo pensaba antes ahora... ya no sé xD Seguro sale todo bien porque sino se acaba la historia y eso no puede ser xD y lo de los poderes me... me parece genial tambien aiiis! ese niño me tiene intrigada! :O

Yo JURO que había dejado un post aquí ayer
Bueno, decido que el foro tuvo locura transitoria.
¿Por qué lo dejas ahí, mala persona? Merlín, y los poderes molan un huevo de pato y la mitad de otro.
¿Como nacerá el niño?

Merlin?? hola alba?? xDDD

Si, Merlín. Ese personajillo, tutor de Arturo etc, etc, etc

Se quien es pero no se que pinta en la frase xDDD

Yo tampoco, sinceramente...

Jajajaja bieeeen! me lo has aclarao