Crepúsculo
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- Seis tés para saciar mi sed.

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Mensaje  myhappyending Vie Abr 16, 2010 11:46 pm

Quince primaveras Mamá...aunque para mi han sido quince inviernos...crudos y gélidos inviernos. Sin tí...sin tu sonrisa, tu calor, tu piel...
Apreté la flor que sostenía en mis manos y sin querer, sus espinas rasgaron mi piel. No importaba, ni tan siquiera lo sentí. Sólo sabía recordar el dulzor de su rostro, pálido como la nieve, pero rebosante de alegría y felicidad. Aún recordaba el roce de su piel con la mia, cuándo me acariciaba la carita y pedía una de esas sonrisas mias...ésas que tanto odiaba, pero que con ella salían sin esfuerzo alguno... Al recordarlo mi mano acarició mi tez intentando volver a sentir el tacto de su piel, sentirla dentro de mi... pero...¿a quién pretendía engañar?, nunca rozaría mi rostro, ni abrigaría el frío de mi cuerpo tras una noche de invierno, ni su dulce voz despertará mi sueño con un cuento, ni volveré a sonreir si no estas tú... Mi ángel o mi alma, murió contigo, se desprendió de sus alas, quedándose desnudo en mitad de uno de esos quince inviernos, volviéndose mas frío que la nieve, expulsando cada sentimiento que una vez creí sentir. Posé la flor en su lecho y enrosqué mis piernas a su vera. Acaricié la lápida y pude volver a sentirla a mi lado. Si ella hubiera estado las lágrimas de mis ojos estarian en las yemas de sus dedos, o mas bién serian inexistentes.
- Mi ángel...te echo de menos... - Susurré al cielo, esperando una respuesta, una pluma de sus alas, pero sólo era producto de mi deseo e imaginación. Ella nunca volverá, intento afrontarlo cada día, pero vuelvo a caer en el pozo de mis lágrimas cuándo llega éste día, el día de su asesinato. En escasos segundos comenzó a llover, pero seguía sentida al lado de sus restos, adoraba la lluvia, mamá me enseñó a apreciarla. Cuándo todas las personas se encerraban tras las puertas de sus casas para escabullirse de la lluvia, ella y yo saliamos a la calle, entrelazando los dedos de nuestras manos y bailando bajo sus gotas. La miraba, me sonreia, me alzaba en sus brazos y estrujaba mi pequeño cuerpo contra su pecho...
Suspiré al cielo, me despedí de su inexistencia existente en mi y anduve por el estrecho sendero del cementerio, dando tumbos, la estabilidad de mi cuerpo se perdió en su última gota de sangre.
Ése día estaba con ella entre la lluvia, dando un paseo alrededor del bosque, amaba la naturaleza, cosa que también aprendí a apreciar gracias a ella. Recorrimos cada tramo del verde prado, acariciamos cada árbol, cada corteza. Respiramos aire puro y derrochamos sonrisas. Éramos madre e hija, felices en un mundo perfecto, sólo podía serlo con su existencia. Nos detuvimos en medio del bosque, en una especie de círculo.
- Alza tu vista Sarah, y mira el cielo. - Me sentó sobre sus piernas y indicó con su dedo índice el cielo.
- ¿Sabes porqué te llamé así? - Negué con la cabeza y esperé su respuesta.
- Sarah significa princesa, y tú, eres y serás la princesa de mis sueños. Cuándo decidí tu nombre llovía, era una noche tormentosa, pero perfecta para mi punto de vista. Imaginé tu forma de ser, valiente y decidida. Respiré tus sueños, alegres y junto a mí... Eres todo lo que deseé mi princesa. - Apartó con dulzura un mechón de mi pelo y besó mi mejilla. Enrojecí al tacto, y sonreí. Ella rió también, lo que aumentó mi rojez.
- Nunca tendrás miedo, lo veo en tus ojos. Y cuándo recuerdo el momento en el que te rebelaste contra toda tu clase por defender a un ratón, sabía que serias como predije, valiente, decidida y sin temor. Oh... y también recuerdo aquel diciembre, te quedaste en la guardería. Y fuiste la única niña que leia un libro, el libro que te regalé horas antes por tu cumpleaños. Y aquella niña de pelo negro le pisó queriendo, enfureciste y la empotraste contra el suelo. - Carcajeó largo rato recordando tal echo. Pero volvió a sonreir.
- De dónde sale ése mal carácter pillina... - Acurruqué mi cara entre sus brazos, intentando evadirme de la vergüenza que se abalanzaba sobre mí por su culpa. En ése instante chasqueó una rama que llamó su atención. Un desconocido salió a la luz tras los árboles. Alcé mi vista, y le miré fijamente a los ojos. El rostro de mi madre ya no reflejaba la alegría anterior. Apretaba los puños, y pude percibir como hacía lo mismo con sus mandíbulas. Algo en el aire me decía que el peligro nos acechaba, pero decidí tener paciencia y estar tranquila.
- Mi vida... - Mamá se arrodilló ante mi, sosteniendo mi rostro entre sus manos. Y antes de besarme la frente susurró:
- Quiero que corras, muy rápido mi ángel, y cuándo estés lejos, te escondas, pero no tardes en salir que anochecerá. Te echaré de menos...no me olvides... - Lu último fue poco audible, pero lo escuché. Corrí dirección los árboles, y sin que ella y la extraña figura se dieran cuenta me subí al árbol mas cercano a ellos. Desde aquella altura pude divisarles, pero debía ser sigilosa o se darian cuenta de mi escondrijo. Todo se parecia a un juego, mi pensamiento dulce e infantil así lo creyó, pero...se equivocó... Él sacó una soga, ella no se movió. Yo estaba cerca, lo sabía, y cualquier movimiento que realizara ponía en peligro mi vida. Pero...aún así podía ser salvada, siempre y cuando ofreciera la suya a cambio. Para aquel desconocido fue sencillo arrebatarle su última bocanada de aire. Como quitarle un caramelo a un niño... Mi corazón se paralizó, dió un vuelco y creí que estaba muerto. El asesino de mi madre se esfumó, buscándome por el bosque. Pasé la noche en el árbol, viendo a mi madre, su cadáver níveo. Aquella mañana el sol resplandecía, aunque para mis adentros todo estaba cubierto por un velo oscuro, el cual no desaparecería nunca. Bajé del árbol rasgándome entera, pero sin inmutarme. Cogí su mano entre las mias y la acaricié con ternura, aún así no obtendría respuesta alguna. Miré sus párpados, cerrados... echaré de menos esos ojos que nunca volveré a ver...esa mirada conmovedora... Apoyé mi cabeza en su estómago, e intenté sentirla viva. Posé su mano en mi pelo, como ella hacia siempre que acurrucaba mi cabecita en su regazo. Hacia frío, pero... ya no sentía nada. ¿Qué podía sentir si me faltaba el sustento que producía mi vida?, nada, absolutamente nada. Pasó un día, un día que estuve a su lado después de morir. No comí, no lo necesité. No bebí, no lo necesité. Sólo la necesitaba a ella, y no saciarian esas ganas de tenerla.
Desde aquel mismo día, el día en que me puse en pié, supe que nada volvería ser lo mismo. Mi felicidad se murió también. Pero no mis ganas de vivir. Sólo viviré por la venganza, por matar a quién mató. Mi cuerpo hardía en deseos de cumplir mi promesa. La promesa que le susurré mientras yacía en el suelo. Cumpliré todas y cada una de mis palabras, por ti Mamá, por ti.
Caminé hasta la desastrosa comisaría de policía. Con ella entre mis brazos. Cuando crucé las puertas miraron mi cuerpo infantil patidifusos, esperando reacción verbal por mi parte.
- Le asesinaron. - Logré decir. Clavé la mirada en cada ojo que me miraba, intentando sacar por presión una respuesta.
- No...te preocupes...pequeña...nos encargaremos del caso...- Dijo tartamudeando. Una punzada me susurró que no conseguiría nada con aquellos seres, si quería averiguar quién la mató y conseguir mi preciada venganza.
- Puedes marcharte...
- No. - Enmudeció al instante, y me permitió quedarme.
- ¿Tienes hambre?
- No. - Sólo usé monosílabos, me parecian claros y precisos. Suficiente para que callara el agente.
Pronto llegaron unos tipos, cogieron el cadáver y lo transportaron, conmigo, a un médico forense. La examinó. Manoseando su delicado cuerpo.
- Pare. No tiene nada, sólo la dispararon.
- Hago mi trabajo.
- ¿Acaso no me ha escuchado?
- Cállate mocosa.
- Es mi madre.
- L...
- ¿Está sordo? - Haciendo oidos sordos a mi voz, prosiguió examinándola. Aferré un objeto y lo precipité a su cabeza. Acto seguido sostuvo mi brazo en el aire, haciéndome un daño que no podía sentir por la ira. Se equivocó conmigo, a pesar de tener nueve años tenía la inteligencia y fuerza de un adulto, o incluso más. Retorcí su brazo, hasta romperle. De rodillas pidió perdón, pero no por que lo sintiera de corazón, sino por no sufrir mas aún. Como pudo telefoneó a un equipo que enterrara aquella bella flor. No dirigió su palabra hacia a mi. Procuró evitarme el resto del tiempo. Cuando el equipo llegó, con un coche fúnebre y un ataúd, guardaron a mi Madre en él, y me transportaron junto a ellos a un nicho del cementerio, el nicho que pagó antaño. Tras revisar una especie de informes.
- En cuanto acabeís, marcharos. - Asintieron con la cabeza y la llenaron de tierra hasta cubrir completamente el hueco. Acto seguido, se perdieron para mi vista. Suspiré y miré al cielo, despejado. Un ángel, el mio, había entrado en el cielo, por eso no había ni una sóla nube. Sentada, con las rodillas cruzadas, abracé la lápida pétrea. Una vez la hube soltado recuperé mi posición inicial, sentada, pero a distancia. Desde ése ángulo, pude percibir unos ojos clavados en mi nuca. Un escalofrío me recorrió la totalidad de la columna vertebral, haciéndome girar sobre mi misma para atisbar algún ser. Pero erré, tras de mi no había nadie. Volví a mirar la lápida y desprecié cualquier indicación que avisara a mis sentidos de que estaba siendo observada...
Recuerdo que permanecí ahí hasta el crepúsculo y anduve dirección a mi hogar. Dando tumbos, y dudando en dejarla sóla, o hacerla compañía durante la noche. Bajo las estrellar recordé momentos a su lado, esos pequeños detalles que te hacen ser feliz por un instante...efímeros. No viviré ninguno más, sólo queda apreciar lo que un día fueron, lo que un día existió, para mi, la felicidad.
Aquel fué el peor día de mi vida, y los restantes también. Pero ahora mi única meta en la vida es encontrar a tu asesino, por eso trabajo día y noche, escondiéndome del sueño, las ganas de vivir y la felicidad. Todo ello por ti. Sólo se recordarte en cada segundo, apoyada en el marco de la puerta, husmeando mi escritura a máquina, en la escribias aquellos poemas que admiraba boquiabierta, pero no sólo a ellos, también al sonido de tu voz.
Hoy, quince de Diciembre, celebrariamos tu cumpleaños, bajo la lluvia, entre sonrisas y abrazos. Entralazariamos nuestras manos y dariamos vueltas como bailarinas. Al compás de la alegría, y los latidos de nuestros corazones, unidos por siempre. Puse mi cuerpo en pié, después de acabar de recordar el día en el que murió mi madre y el día tan especial que era hoy, o , mejor dicho... fué... Arrebaté las lágrimas de mis mejillas y humedecí su lápida con ellas. Después de una leve caricia, anduve dirección a la parada de autobuses. Me senté en el último asiento. Una vez acomodada hurgué en mi mochila, en busca del reproductor de música. Necesitaba escuchar las canciones de piano compuestas por las mejores manos, Yiruma, Thomas Newman, Ludovico Einaudi... cualquier canción suya, hacia que mi cuerpo entrara en una especie de trance. Relajada, cerré los ojos, pero un roce de algo con mi rodilla me sacó de él. Asustada abrí los ojos como platos. Un rostro descuidado, una melena negra, un bigote poblado y unos dientes amarillos me sonrieron. Tal descripción literal, se encontraba delante de mi, sentado en el asiento. Intenté no alterarme, pero la sangre hardía por mi cuerpo. Reconocí esos ojos, con una sóla mirada. Esa piel morena y esos rasgos. Los años no pasaron por ti, al parecer. Una arcada atascó mi garganta, arrebatándome mi respiración de golpe. Tragué saliba intentando disuadirla, pero ahora se había transformado en asco y odio. Aparté los auriculares y lo miré fijamente. El repiqueteo de la lluvia no me tranquilizaba, casi era mudo. Ésta era mi parada y... si me hubiera bajado...
Él también lo hubiera hecho. Cruzariamos el mismo camino, con una pequeña pero importante diferencia, él, estaría detras mio, siguiendo cada paso, con esa mirada penetrante, que con sólo fijarse podias darte cuenta de lo que tramaba su cabeza estúpida. Empapada de pies a cabeza alcanzaría mi acera, sacaría las llaves de mi bolsillo, giraria el pomo y entraría. Pero no sóla, sino que mal acompañada. No me hubiera percatado de su presencia, ya que estaria escuchando música. Una vez dentro, él, me empujaría. Precipitándome contra el suelo, y desconcertándome por completo. Aturdida, le miraría, pero, eso no pasaría, ya que agarrándome de las muñecas, me tumbaría en la cama, despojándome de mi ropa y violándo el roce con mi piel. Rota, intentaría incorporarme, pero aprovechándose del agotamiento ataría mis pies y manos a las patas de la cama. Mas tarde, con un afilado cuchillo rasgaría cada tramo de mi gélida piel, y para evitar gritos, colocaría un calcetin en mi boca. Pero la tortura no acabaría ahí, quemaría mi piel con chorros de gasolina y un mechero. Proseguiría, arrancándome las uñas con alicates, cegaría mis ojos con cera, al prender una vela. Pero su sed, no finalizaría ahí. Ahogaría mi llanto con un cojin, o quizá me bajo el agua, axfixiándome. En volandas, al anochecer, depositaría mi cuerpo al lado de el río, que mas tarde hardería... una vez consumido mi cuerpo tiraría mis cenizas al río. Pero nadie se preocuparía por mi. Nadie investigaría mi caso en vano.
Esos eran sus pensamientos, los leí, aparté un mechón de pelo de mi cara y proseguí mirándole. Con un gesto me indicó que bajara, pero caso omiso le hice. Una mueca por mi parte le negó. Mas bién era una sonrisa, por fín te encontré. Éste será el mejor día de mi vida, y todo, gracias a ti. El cartel luminoso me avisó de que ésta si era mi parada, aquí iba a pararme, a pesar de que era la anterior. Bajé acompañada de su presencia. Ésta parada era aún mas cercana de mi casa que la anterior, pero prefería la otra para despejarme con un paseo bajo la lluvia. Casualmente tiré mi reproductor al suelo, recogiendo junto con él una piedra del tamaño de mi puño. Como lo predije, él, estaba detrás mio, esperando a que girara el pomo de la puerta. Miré de reojo, apreté la piedra y lancé contra su rostro, con la mayor velocidad y precisión. Di en el clavo, como predije. Ensangrentado y en el suelo le pegué un puñetazo. Desmayándolo en el acto. Le subí en volandas hasta la habitación de mi madre, depositándolo en el suelo y atándolo de pies y manos con unas cuerdas. Sentada en una silla, admiré la belleza de la daga con la que jugueteaba con los dedos. Alcé la vista para comprobar que, atónitos, unos ojos me observaban.
- ¿Qué tal has dormido? - Le pregunté con un tono sarcástico. No podía contestarme, le sellé la boca con una aguja e hilo. Y cada vez que intentaba quejarse el dolor le enmudecía. Sonreí tras la primera de mis torturas.
- ¿Pensaste que no te recordaría? Que no recordaría tu sucia mirada, tu apestoso olor y todos los rasgos repugnantes que te caracterizan... ingenuo... Te equivocaste de víctima por partida doble. - Comencé a escribir con la daga el día de la muerte de mi madre, sin olvidar cada detalle, cada sentimiento por mi parte. Él mientras tanto gimoteaba, como un niño. Yo sonreía de placer al sentir su dolor. Segunda tortura. Tras dejar en su cuerpo grabado cada gota de dolor, le cubrí la cabeza con un saco y comencé a echarle cubos de agua por encima. Ésto le provocaría miedo al no tener oxígeno, por lo que su pulsación y dolor se dispararian. Tercera tortura finalizada. Busqué en un cajón un frasco, el cual contenía ácido, lo creé en mi triste juventud.
- ¿Te duele?, qué lástima. - Con un cuenta gotas esparcí el ácido fluorhídrico por su cuerpo. El pánico se esparció por la totalidad de su cuerpo. Gemía de dolor, pero nadie le escucharía.
- ¿Ahora sientes lo que yo? ... no...es imposible, sentir que tu vida acaba de ser asesinada. Ver como matan a tu madre en un bosque. Ojalá pudieras sentirlo...ojalá... solo puedo hacerte sufrir fisicamente, pero me conformaré. - Acabada mi cuarta tortura, inicié la quinta. Le quité el saco. Su rostro estaba azul. Pero no reparé mucho tiempo en observarlo. Con un bate le partí las piernas, y la boca se descosió, al no poder aguantar el grito de dolor. Oirle chillar provocaba en mi cuerpo el asco mas inmenso jamás descrito.
- ¡CALLA! - Me acerqué a él, utilizándole como saco de boxeo, comencé a darle golpes y golpes, hasta dejarle incosciente. Arrodillada en el suelo, hundí mi rostro en mis manos. Lloré... Alcé su cuerpo hasta mi hombro, bajé las escaleras de la casa y guardé una de las cuerdas en la mochila. Era de noche, nadie se preocuparía por mi salida, es mas...iba a tardar. Anduve con él hasta llegar al río. Allí, mientras escuchaba el sonido del agua con el odio incrustado en mis ojos percibí movimiento por su parte. Aún estaba incosciente, pero hay tiempo suficiente para atarle. Con la cuerda de sus manos le até en una robusta rama, apoyé sus pies sobre un tronco, ahora queda la guinda del pastel, deslicé una soga por su cuello. Al despertarse, temió lo peor, pero aún no ha acabado su tortura.
- ¿Porqué la mataste?
- Sobraba
- Ah, ¿si?...
- Era un furcia al igual que su hija.
- ...
- Debí haberte matado a ti también, acabar con dos pájaros de un tiro. Aunque preferiría haberla violado para probar el sabor de su cuerpo - Una carcajada brotó de su boca.
- Oh...¿echas de menos a tu Mamá?
- ...
- Pobrecita, qué pena me das... jajaja. Una vez le pegué una paliza, hasta destrozarla...¿no recuerdas una cicatriz que cruzaba su nívea espalda? - Otra carcajada. Se acabó... no puedo aguantar más...
- Cómo reiais ambas bajo la lluvia, oh, que sensibilidad...
- Basta...
- ¿La nenita de Mamá va a llorar? Mejor dicho, de la difunta Mamá. - Tercera carcajada. La ira recorría mis venas como jamás lo había echo, sentía que podía matar a cualquier ser que se interpusiera en mi camino. Ya fuera inocente o no. Mi respiración jadeante habló, o eso intentó.
- Pagarás, tu muerte me es suficiente. - Nunca deseé utilizar esas palabras, las que pensaba eran mas crudas. Pero sólo pude decir éso. Con un grito de furia di una patada al tronco que sostenia sus pies. Él, quedó colgado, axfixiandose. Yo me derrumbé en el suelo con la cabeza entre mis manos, intentando tranquilizarme... era imposible... Enterré su cuerpo en la orilla del río. Y... me fuí... miré hacia atrás...pero no sentí remordimiento alguno. Quería estar con ella...asi que ...mi últimos pasos acabaron en el cementerio.
- ¿Señorita?
- ¿Sí?
- Estamos buscando a éste hombre, ¿le conoce?
- No.
Era su foto, la foto de la persona que mató y a la que maté. Cuenta zanjada. Cumplí mi meta en la vida, ya...no me importaba nada, ni mi vida. Te quiero, Mamá.
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Mensaje  myhappyending Vie Abr 16, 2010 11:46 pm

Creé esta historia para el concurso de relatos policíacos del instituto :)
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Mensaje  Arcoiiza. Sáb Abr 17, 2010 4:24 pm

Wow
Miedo.
Aunque no acierto a entender al hombre... ¿la Madre era puta y él su chulo? Es que si no no le veo relación.
De todas formas, está muy bien.
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Mensaje  myhappyending Dom Abr 18, 2010 2:42 am

No, lo que pasa es que la llamó así por el odio que la tenía
a la madre. Pero no porque fuera puta xd.
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Mensaje  Arcoiiza. Dom Abr 18, 2010 10:29 pm

Ah, ah, vale. ¿Pero la mató por algún motivo en especial?
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Mensaje  Disumo Dom Abr 18, 2010 11:48 pm

Alba, es un One: no le busques contexto. Mr Green

El tipo mató a la mamá (para mi que era un psicópata o algo asi), la niña quedó con un trauma y buscó la manera de vengarse, y qué manera! O.O
Un relato quizá no políciaco pero si de suspenso, pesado... da miedo. xD

Muy bueno. Smile

Disumo
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Mensaje  myhappyending Lun Abr 19, 2010 1:37 am

Exacto. Lo supiste explicar bién Smile.
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Mensaje  Disumo Miér Abr 28, 2010 6:19 am

Y te fue bien en el concurso? Wink
Pero si tengo una duda... el por qué del título? Smile

Disumo
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Mensaje  Arcoiiza. Miér Abr 28, 2010 6:22 pm

Eso lo sé yooo xDD
Le aplica seis torturas distintas (???)
Arcoiiza.
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Mensaje  myhappyending Vie Abr 30, 2010 1:19 am

Smile
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Mensaje  myhappyending Vie Abr 30, 2010 1:20 am

Perdí el concurso, no era lo que buscaban, aún así, gane otro
mucho mejor Smile
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- Seis tés para saciar mi sed. Empty Re: - Seis tés para saciar mi sed.

Mensaje  myhappyending Vie Abr 30, 2010 1:20 am

Me daba igual ganar o perder, escribo por gusto y participé por petición de una profesora.
Si no, hubiera pasado del tema, es mas...me alegro por el chico que ganó.
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